“Moscú, en el tercer verano de la Perestroika. Niki Landau, un agente comercial británico, es abordado por una atractiva joven rusa, Katya, que le pide que transporte a Inglaterra un paquete con información vital para la defensa de Occidente.
Con su genial habilidad narrativa, le Carré construye una historia que combina una apasionante trama de espionaje con la alegoría de un amor no convencional.” (Sinopsis de contraportada).
Al comenzar a escribir esta reseña, me puede resultar un tanto curioso, extraño y hasta inconcebible que éste sea el único ejemplar proveniente de la pluma de le Carré que cohabita en las profundidades de la hogareña librería. Ciertamente, me he cruzado con el señor le Carré en la pantalla más que en los anaqueles. Un hijo solitario, desprovisto de todo contacto con el resto de sus hermanos, de Smileys y otros. Pero esa es la terrible e indiscutible realidad. También es el único libro de este autor inglés que he leído, a pesar de que siempre estuvo tentándome con otros títulos. Razón de ello es que este La Casa Rusia me lo leyera cuando no era más que un patético adolescente que creía, en su frágil raciocinio y brutal falta de seso, que podría enfrentarse a semejante obra. Quizá la oportunidad que tenía en casa y el olvido eterno para sacar de la biblioteca municipal o del colegio El espía que surgió del frío (que siempre me llamó la atención por semejante título), me convencieron para que abriera las tapas y comenzara a hundirme en sus páginas. Y durante años tuve el vano e infundamentado convencimiento de que me lo había devorado, pero en esta relectura para NOVILIS, me he dado cuenta de que mis recuerdos se limitaban tan sólo a las primeras cien páginas. ¿Quizá lo dejé abandonado y he perdido toda memoria sobre esa decisión tomada hace ya media vida? Sigue leyendo