War for Oil. The Nazi Quest for an oil empire, Dietrich Eichholtz

“De las 3,7 toneladas que Alemania consumió en 1934, el país tuvo que importar del 65 al 70% … casi exclusivamente del Norte y Sur de América… Aunque Alemania otra vez se quería convertir en una superpotencia , su nivel de motorización era tan bajo que el consumo per cápita era de 40 litros, en comparación con los 85 de Francia, 144 en Gran Bretaña y 600 en los Estados Unidos”.

En un corto pero instructivo y meticuloso libro Eichholtz desgrana los planes orquestados desde las más altas instancias del Tercer Reich para resolver el problema del suministro del petróleo en Alemania, explicado en orden cronológico, partiendo desde el Plan de los Cuatro años, dirigido por Göring , en otoño del 36, hasta el primer trimestre del 43, cuando cualquier atisbo de sueño imperial (véase Cáucaso o Medio Oriente) se desvanece tras los desastres en Rusia y África.

El petróleo es un problema para las aspiraciones nazis a dirigir un nuevo orden mundial, y este sentir es común a la clase política dirigente y a los dirigentes alemanes de las grandes empresas y bancos. Deutsche Bank, IG Farben, Dresdner Bank y las grandes empresas petrolíferas alemanas son cómplices, incluso a veces van por delante en las decisiones, de los mandos nazis, que ven que ni una gran ampliación de la infraestructura para producir combustible sintético va a poder, ni de lejos, cumplir con los futuros requerimientos. Primero Austria, luego Rumanía y Polonia, son meras fuentes de petróleo que van a ser tratadas como colonias sin la más mínima contemplación ni miramiento por el futuro del país. Lo importante es el petróleo, y Alemania.

El problema de las reservas de petróleo solo es solucionado con la misma huida, y por tanto coherente con la línea económica del país, hacia delante que se observa desde principios del gobierno de Hitler: la única solución a los problemas es conquistar nuevos territorios.

El caso de Rumanía ha llamado mi atención de forma especial, quizás por el completo desconocimiento que tenía sobre este asunto, y también por la claridad de la exposición del autor, que no regala ni un adjetivo y ni una palabra demás: no tiene por qué ser así, pero la verdad es que ese estilo denota seguridad y confianza: “56 compañías petrolíferas estaban produciendo petróleo a finales del 38 en Rumanía. De los 10,7 billones [americanos,  es decir 10.700 millones de Leis] de capital invertido, la parte de los los británicos, franceses, belgas y holandeses era 4,8 billones [4.800 millones de Leis], aproximadamente el 45%… y la parte rumana correspondía al 43%. La parte restante estaba distribuida entre los americanos (9%), italianos (3%) y los alemanes ( ¡¡¡el 0,2 %!!!!).”

Estos datos pueden servir para que el lector se haga una idea de la presión a la que se tuvo que ver sometido este país desde el 38 hasta el 41, por lo menos, para entrar como entró por completo bajo el “manto protector” de Alemania. Por supuesto, las dificultades económicas que atraviesa en esos momentos Rumanía, la crisis política derivada de los territorios perdidos ( como consecuencia del Pacto de no agresión entre Alemania y la URSS, Besarabia y el Norte de Bukovina, antes pertenecientes a Rumanía, pasan a formar parte de la URSS en 1940, también en 1940 Italia y Alemania obligan a Rumanía a ceder a Hungría una parte de Transilvania, y para colmo de males, en 1940, tiene que ceder terreno a Bulgaria) y, muy importante, la rápida y poderosa expansión alemana en el sureste europeo.

Una vez que han caído Francia y los Países Bajos, llega el momento : “Inspirados y protegidos por los militares alemanes y los oficiales nazis, el Deutsche Bank … hizo ofertas de comprar a precios ridículos, “transacciones”, que se parecían a las técnicas de  “Arianización” que se habían usado para hacerse con propiedades judías por un precio mucho menor al real.”

No sólo cogen de la parte de  Francia, Paises Bajos, etc, sino que también concluyen un pacto comercial con Rumanía de cambio a precios fijos de preguerra (por tanto muy favorables a Alemania) de armas por petróleo. Buena parte de los despojos en forma de armas que han requisado en el Oeste van a ir a parar a Rumanía. Este capítulo no tiene desperdicio.

También se entretiene el autor en explicar el ridículo despliegue, si tenemos en cuenta la importancia del asunto, que los alemanes orquestan para tratar de levantar los ánimos nacionalistas árabes en forma de una rebelión contra las metrópolis (Francia y Gran Bretaña) en el Medio Oriente.

Pero la mayor parte del libro está dedicada al gran proyecto de hacerse con los pozos petrolíferos del Cáucaso y Medio Oriente.  Para organizar todo este ciclópeo proyecto se crea una superempresa que tendrá el monopolio de todas las explotaciones petrolíferas que Alemania realice, Kontinentale Öl AG, bajo los auspicios del Plan de los 4 años, y que estará dirigida por tecnócratas y directivos de grandes empresas alemanas ( Alfred Bentz, que  es el plenipotenciario del Plan de los 4 años para el petróleo y Ernst Rudolf Fischer, nada más y nada menos que el director de una empresilla, IG Farben). Estos dirigentes van a tener poderes plenos, incluso más que Thomas, Jefe del departamente de economía de guerra y armamento del OKW.

Merece la pena transcribir este fragmento (pag 38-39) “ En 1942 Franz Neumann, un exiliado oponente del régimen, proporcionó un perspicaz análisis del estado del asunto por entonces, y era que el régimen nazi y las grandes empresas [big bussiness], en su busca de una conquista del mundo y la creación de un enorme imperio del petróleo, habían creado Kontinentale  Öl AG (Konti Öl), un tipo de modelo para una nueva clase gobernante en la cual la base … reside en la opresión y explotación de países extranjeros y de la población alemana”.

El superplan para hacerse con el Cáucaso y el Medio Oriente consistiría en hacer un movimiento de tenaza: la parte norte estaba formada por los ejércitos que penetraban en el Cáucaso desde Rostov, y la parte sur consistiría en el Afrika Korps, que previamente se tendría que hacer con Egipto y el canal de Suez. Informes, borradores, memorándums… desfilan por el libro con planes y propuestas, la mayor parte de ellos disparates, hasta que ya entre El Alamein y Stalingrado los soñadores ponen los pies en el suelo.

  • Hardcover: 192 pages
  • Publisher: Potomac Books Inc. (June 2012)
  • Language: English
  • ISBN-10: 1597977217
  • ISBN-13: 978-1597977210
  • Product Dimensions: 8 x 5.3 x 0.7 inches

11 comentarios en “War for Oil. The Nazi Quest for an oil empire, Dietrich Eichholtz

  1. Gracias, Verdoy. Pues te voy a dar dos razones poderosas para que lo compres: 1) es un libro muy corto, porque de texto son 100 páginas, siendo las otras noventaypico apéndices donde se explican los cargos que desempeñan los distintos personajes que desfilan por el libro, índice de nombres, un pequeño diccionario. Una edición de superlujo. Y se lee en dos días, muy rápido.

    2) Para lo corto que es, es muy instructivo.

    Y un 3) El Señor Eichholtz es una Autoridad. Este libro ya lo había visto referenciado en varios sitios por especialistas, pero en su versión alemana.

    Saludos.

  2. Pues muchas gracias por traer una reseña sobre un tema poco tratado en comparación con otros como es el de las fuentes de energia en los conflictos armados. Es muy interesante y lo añado a mi lista de compras.

    Un saludo.

  3. Pues si, otra vez muchas gracias a Isidoro por traernos estos libros que por aquí ni olemos. Una pregunta, con un nivel medio de inglés es entendible?. Muchas gracias Isidoro.

  4. Impresionante Isidoro,no dudo que el libro sea instructivo e interesante,pero es que tu reseña es tan completa y de tanta calidad que me da la sensación que ya no necesito leer más.

    Enhorabuena Isidoro,tus reseñas son un ejemplo.

  5. Una vez más, enhorabuena, Isidoro. Brillante reseña.

    Como muy bien concluyes: «…hasta que ya entre El Alamein y Stalingrado los soñadores ponen los pies en el suelo».

    Los jerarcas nazis vivían en una burbuja de irrealidad que les hacía ver como factibles planes totalmente descabellados que iban desde crear puestos fronterizos de soldados-colonos en los Urales – una especie de limes romano, más allá de los cuales confinarían a los eslavos – hasta atravesar el canal de Suez y llegar a Irán y después a la India. El problema – más bien, la fortuna para la humanidad – es que carecían de los medios y de los recursos para conseguirlo.

    Ejemplificante resulta la ya tantas veces citada obra de Citino: «La muerte de la Wehrmacht, las campañas de 1942». Como bien concluyes, Isidoro, Stalingrado y El Alamein acabaron con esos sueños de grandeza.

    Saludos.

  6. Muchas gracias por vuestros cumplidos. Me alegro de que os guste la reseña.

    Sí, José Sebastián, el de Citino es un muy buen libro. Yo tampoco me canso de decirlo.

    Saludos.

  7. Ah, la logística, la materias primas, las fuentes de energía… ¿a quién se le ocurre -por suerte para todos como indica José Sebastián- lanzarse a la conquista de medio mundo si esos elementos y sin el dominio de los océanos?
    Estupenda reseña, Isidoro, muchas gracias. Sería un placer leerlo si lo tradujesen; en inglés me daría algo de pereza.

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