Un año en la División Azul, Serafín Pardo Martínez

El capitán de una compañía de la Infantería española relata sus vivencias durante la campaña de Rusia, explica los motivos que le llevaron allí y nos hace partícipes de sus alegrías y de sus sentimientos en aquellas inhóspitas tierras del norte. Un libro eminentemente humano, que constituye un documento de indudable valor histórico y aporta nuevos matices de aquella gesta hispana, tan lejana ya en el tiempo y en el espacio.”

Esto es lo que podemos leer en la contraportada del guardapolvo de este libro, pero creo que es de ley ir mas allá para comentar este relato verídico.

Quien quiera encontrar una serie de vivencias rodeadas de florituras e ingeniosos giros lingüísticos, mejor que no lo lea, pero quien quiera leer la vida de un oficial español en el Frente oriental contada con palabras sencillas, nacidas de la mente a la pluma y de ésta al papel, provenientes de recuerdos y notas amarillentas, éste puede ser su libro.

Tal y como se dice en el mismo prólogo, es posible que su autor, Serafín Pardo Martínez, nunca pensara que aquel legado escrito que ha dejado fuera a ser publicado. Ahí es donde considero que radica su fuerza.

Es un libro que puede ser leído tranquilamente por cualquier curioso de la Historia militar o no, dando igual su ideología o su idea preconcebida o justificada sobre los ideales que llevaron a esos hombres a combatir. El autor no nos quiere “vender la moto” de cierta ideología. Él lo deja claro al decir que cuando llega a Rusia, lleva 6 años de guerra y considera al Comunismo como el eje de los males que aquejan a su país y a Europa, pero solo quiere acabar con esa Política. No tiene nada en contra de los rusos, es mas, en no pocas ocasiones alaba su estoicismo, su dureza ante un clima feroz y su sencillez (por no hablar de su eficacia artillera).

El relato de hechos que hace se puede diferenciar claramente en 4 ó 5 partes, desde que consigue enrolarse en la División, pasando por la instrucción y la bolsa del Volchov, para terminar en Krasny Bor, hospitalización y regreso a casa, todo ello amalgamada con toda clase de experiencias, recuerdos de compañeros, descripción geográfica de las zonas por la que transitaba, ya fuera de patrulla, ya  fuera por ocio, y de las personas y costumbres locales (dándonos detalles de cómo vivían aquellas gentes y cómo la guerra, sin quererlo ellos, se había parado ante la puerta de sus casas).

Debido a que, el entonces, capitán Serafín Pardo llevaba un disciplinado orden del día con sus notas, caminamos junto a él y el resto de la “Novena”, sintiendo el frío o el picotazo constante de los mosquitos, la desagradable sensación de encontrar cadáveres en las pozas donde se bañaban, lo complicado que era hacer sus necesidades, etc. Pero en lo que sí  hace hincapié es en aquello que lo deslumbra positiva y negativamente. Así, no para de alabar a aquellos compañeros que dieron su vida por salvarle, a aquel enlace que murió y al que lloró como si fuera un hijo, a aquel soldado que fue capturado y que volvió años después a España, tras su cautiverio, a aquel cirujano que no hacía mas que sacarles las esquirlas de metralla un día sí y otro también (al autor le sacaron mas de 30) y a las enfermeras españolas que les cuidaban con abnegación. Les añora y sufre por su pérdida, por la muerte de hombres valerosos que dieron su sangre por defender aquello en lo que creían; es mas,  muchas partes de los capítulos son exclusivos a estos soldados con nombres y apellidos.

Asimismo, no deja de comentar cosas que le llegan a espantar e, incluso, a aborrecer a algunos de sus mandos y subordinados. Entre estos tenemos a un curioso coronel que, en mitad de una reunión de mandos, suelta que con poner un gorro en la boca del cañón de un tanque soviético, con sus propios gases, estallaría. Tras dicho comentario todos tuvieron que ocultarlo a sus hombres para que la carcajada monumental no se oyera hasta en la línea enemiga. También tiene un poco grato recuerdo de un camillero ladrón que despojaba de sus pertenencias a los muertos (le daba igual el bando) y que caza in fraganti el propio capitán. Debido a que aquel desgraciado tenía mujer e hijos, Pardo se apiada de estos para que no pasaran por la vergüenza e ignominia de un fusilamiento y condena a este camillero de manos hábiles pasarlas canutas en los peores trabajos de la división, nunca combatiendo. Como dice el autor “no se merecía tal honor”. Algo que le honra a Pardo es guardarse para sí el nombre de éste y otros individuos con los que se topa en la campaña y cuyos actos no fueron admirables.

Es un relato lleno de detalles, cubierto por el manto de la experiencia propia,  por los anhelos, esperanzas, miedos e impotencia ante la Muerte que ve a través de unos ojos acostumbrados a la guerra.

Deciros que no es un libro fácil de leer ya que parece no tener mucha corrección, todo (supongo) en señal de respeto póstumo al autor y a su particular diario. No es fácil por que está escrito a voluntad de los chorros (ordenados, eso sí) de los recuerdos de una mente que se ha preocupado por relatar sus vivencias.

Comentaros que está enormemente ilustrado con decenas de fotografías, croquis, etc. del autor y del  Propaganda-kompanie del Armee que acompañan perfectamente al relato. Este libro es preceptivo considerarlo como necesario para obtener una visión mas completa de aquella guerra. Aunque lo que sigue no forma parte del comentario del libro, creo oportuno haceros una minibiografía del autor que, aunque es fácil de encontrar y hay una al final del mismo (en el mismo apartado en el que se habla de la ingente bibliografía sobre la División Azul) ha de reseñarse:

Nació en 1916 en la localidad de Lupiñén (Huesca) y cuando estalló la Guerra Civil se encontraba cursando estudios de Ingeniería aeronáutica que abandonó para incorporarse a las filas del Bando Nacional como alférez provisional de Infantería. Nunca llegó a licenciarse como ingeniero. Finalizada la contienda fratricida se presentó, no sin problemas, a la División Azul como oficial en la III/262 de granaderos.

A su regreso a España por heridas de guerra que le impedían médicamente para continuar en el frente ruso, obtiene, como mutilado de guerra hábil, el Diploma del Estado Mayor y, tiempo después, permanece en Marruecos para ser, luego, destinado al Estado Mayor de Unidades de Montaña hasta que en 1962 toma el mando del Batallón Belchite LVII en Zaragoza. Fue nombrado Jefe de la Agrupación táctica de cadetes de la Academia General Militar y, cuando ya es coronel, permanece al frente del Centro de Instrucción de reclutas núm. 10 de Regimiento Valladolid 65 y de la Jefatura de Estudios de la Academia General Militar. Tras este periodo, es ascendido a general de brigada y nombrado gobernador militar de la Plaza de El Ferrol. Antes de pasar a la reserva, manda la Brigada de Defensa operativa del Territorio V en Zaragoza, donde fallece en el año 2000.

Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Cartoné
ISBN: 84-96016-46-3
Nº Edición: Primera
Año de edición: 2005
Editorial: AF Editores
Plaza edición: Valladolid
Formato: 17×24 cm – Páginas: 219

Fotos: 89 – Ilustraciones: 9 – Planos: 4

9 comentarios en “Un año en la División Azul, Serafín Pardo Martínez

  1. Hola Javier, jolín cuantos Javieres por aquí. Muy buena reseña amigo, me alegro de leerte por aquí. Me has abierto el gusanillo sobre el libro.

  2. Un libro muy humano. Desde las razones por las que despues de 3 años de lucha en España se marcha a Rusia y nos cuenta todas sus vivencias, desde luego un documento con mucho valor. La reseña acierta en todas las claves del libro. Yo lo comencé y ya no lo pude dejar.

  3. Vengo desde el navegante a leer este artículo y ya he puesto el libro en mi cola de lectura porque parece muy atractivo conocer una parte tan olvidada de la historia española. Españoles en la II Guerra Mundial tanto la división azul como la división acorazada francesa que entró de las primeras en Paris con nombres tan inequivocos como Guadalajara o Don Quijote en sus tanques.

  4. Quizás de la división acorazada que entró en París hay menos bibliografía y es en efecto un capítulo menos conocido pero sobre la División Azul hay bastante bibliografía y no creo que sea un capítulo olvidado de la historia de España. Además, lo bueno de los libros de la D. Azul es que en su mayoría son relatos de los propios veteranos, aunque han salido recientemente buenos ensayos.

  5. Excelente relato del capitán Serafín Pardo Martínez, son poco más de 200 páginas en una cuidada edición y con buen material fotográfico, algo que es siempre de agradecer.

    Como bien comenta en su epílogo el historiador Carlos Caballero Jurado, las memorias de este combatiente de la División Azul tienen la peculiaridad de ser las de un oficial, en concreto capitán, el cual se mantenía con los soldados de su compañía en primera línea y, además, disponía de acceso a los mandos superiores. Esto es ya un hecho lo suficientemente importante como para que nos ofrezca un punto de originalidad con respecto a otras memorias de soldados rasos.

    Tremenda crónica la que nos ofcere Serafín Pardo sobre la dura y terrible lucha en el Este, su cercanía al soldado nos acerca sin duda al padecer de estos últimos en la línea de combate. La descripción de los combates y las consecuencias de estos los sufrió en sus propias carnes.

    Curioso también la «crítica», aunque no exenta de elogios militares a la profesionalidad de éste, del que fuera el primer comnadante en jefe de la División Azul, general Muñoz Grandes, parece que la ironía del general acechó en más de una ocasión a nuestro protagonista.

    En fin, un relato para disfrutar, sobre todo para los amantes a la historia divisionaria, entre los que me encuentro.

    Un saludo.

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