The openening of World War I and the battle that changed the World.
Winston Churchill escribió en su historia sobre la Primera Guerra Mundial que ningún momento podía rivalizar en interés con su comienzo. Es más que probable que el viejo Winston tuviera razón. En agosto de 1914, millones de hombres son movilizados para librar una grandiosa batalla en la Europa que hasta hace poco era la de la Belle Èpoque, la de la fe en el progreso y la civilización. Una batalla que comienza el 2 de agosto y acaba el 11 de septiembre, con la victoria, inesperada y repentina, de los ejércitos aliados, el llamado “Milagro del Marne”, al mando de Joffre (“catalán de ojos claros”, le llamará Lèon Daudet, el amigo de Proust).
Mediante un exhaustivo estudio de las fuentes francesas y alemanas (muchas de ellas vueltas a Postdam tras la caída de la URSS) Holger H. Herwig ha desenpolvado muchos mitos y ha conseguido contarnos la batalla con todo lujo de detalles, con una visión muy amplia de las estrategias de los dos bandos, pasando con total naturalidad de la mesa de mapas de los cuarteles generales hasta los agostados campos todavía por segar donde los soldados –como escribiría más tarde De Gaulle, que fue herido en Charleroi como teniente del 22.º de Infantería- “descubrimos que todo el valor nada puede contra el acero”. Miles de ellos murieron en uno de los encuentros más decisivos de la Historia, probablemente la batalla donde se dictaminó el final de una forma de entender la guerra que había comenzado en 1500 y que presumía que las apretadas filas de soldados podían reducir al asalto cualquier posición, por fuerte que esta fuera, a base de coraje y de nervio. En ese mes largo también, los principios ofensivos prescritos por von Schlieffen en su legendario Memorando de 1905 (impropiamente conocido como plan Schlieffen, cuya existencia como documento ha sido puesta en duda recientemente por estudiosos como Terence Zuber, verdadero enfant terrible del periodo, y Annika Mombauer) fracasaron completamente y su ejecutor, Helmuth von Moltke, vio cómo su carrera se arruinaba y cómo Alemania quedaba irremediablemente enfrentada a una guerra en dos frentes que no podía ganar, justo el peor escenario imaginado por los estrategas del káiser (un señor al que el apelativo de idiota le hace un favor, dicho sea de paso). Luego, la carrera hacia el mar, las trincheras, la guerra submarina, Octubre Rojo, la entrada de Estados Unidos en guerra…etcétera.
Herwig pone todos sus conocimientos como especialista en la Gran Guerra al servicio de esta historia de la primera gran batalla de una nueva era y de sus ecos en nuestro mundo. El Marne fue un terrible cataclismo que impidió una más que segura victoria alemana en las primeras semanas de la guerra y que cambió el curso de dos guerras y del mundo. Es este fresco nuevo y grandioso y una economía de medios notable la que hace del libro un clásico de la historia militar. Una nueva visión de la Batalla de las Fronteras deja de considerarla una ofensiva fracasada de Joffre para tratarla como el comienzo de la victoria francesa, al no poder los bávaros de Rupprecht romper la corteza defensiva en Nancy, impidiendo así el movimiento de doble tenaza (la Cannas del Oeste con la que soñaba Schlieffen, gran conocedor de la historia militar clásica, que aburría a sus pobres hijas leyéndoles tochos de maniobras de Federico el Grande, en vez de dejarlas salir a la discoteca, pobres…).
Acabo de leer el libro de Herwig en Munich. Cuatro grados bajo cero. Después, una vuelta por la Odeonplatz, una plaza francamente fea si he de ser sincero. Aquí en 1923, dos personajes de la historia de Alemania intentaron dar un golpe para derribar a la débil república de Weimar: eran Ludendorff y Hitler. El primero había sido un verdadero dictador durante los dos últimos años de la Gran Guerra. En 1914 se apoderó por sorpresa de la ciudadela de Lieja cuando los primeros pasos del plan de envolvimiento alemán por Bélgica parecían empatanados frente al complejo fortificado que rodeaba la ciudad. Como jefe de EM del mariscal von Hindemburg, es uno de los artífices de la excepcional victoria de Tannenberg. Ludendorff fue también quien sus escritos posteriores a 1918 aseguró a una nación derrotada que las ‘fuerzas secretas de la masonería’, las maquinaciones de la judería mundial, y la perversa influencia de la teosofía ocultista de Rudolf Steiner en la esposa de Moltke, Eliza, habían combinado sus fuerzas contra Alemania”. Las acusaciones absurdas de Ludendorff contribuyeron a popularizar la leyenda de la ‘puñalada por la espalda’ que se hizo común después de la guerra. Sobre Hitler no hace falta que cuente nada. En agosto fue a enrolarse inmediatamente a la infantería bavára. Después de las masacres del Marne, donde las pérdidas alemanas se elevaron a un cuarto de millón de hombres, los reservistas entre los que se incluía Hitler fueron enviados al sector de Ypres para enfrentarse con los británicos. El resultado fue otra espantosa matanza. Hitler sirvió como estafeta de batallón durante toda la guerra, fue herido en la pierna, luego casi muere por un ataque de gas británico…Imaginemos que hubiera sido del mundo si a Ludendorff le vuelan la cabeza a las puertas de Lieja o a Hitler lo gasean (¡!) en Ypres.
Ah, todavía no me he movido de la Odeonplatz. En el Ferrdernhalle, el (espantoso) monumento al ejército bávaro (una mala copia de la Loggia di Lanzi de Florencia) dos lápidas conmemoran las victorias de 1870 y el cruel sagrario de 1914-1918. Están flanqueados por Tilly y Wrede, como fantasmas de otras guerras a las que la gran carnicería del Marne hizo palidecer.
Saludos y buenas lecturas.
- Hardcover: 416 pages
- Publisher: Random House; 1St Edition edition (December 1, 2009)
- Language: English
- ISBN-10: 1400066719
- ISBN-13: 978-1400066711
- Product Dimensions: 9.4 x 6.3 x 1.4 inches
Este libro lo tengo en la lista de proximas compras, gracias por la reseña, saludos
Qué suerte, (vuestro trabajo os habrá costado), los que podéis leer en inglés o en cualquier otro idioma. Yo es que por más que lo intento reconozco que soy un negado.
Buena reseaña Leiva (como ya viene siendo habitual).
La primera batalla del Marne, pese a no tener la misma fama de gran carnicería que el Somme, Verdún….etc, supera ampliamente a estas en número de soldados muertos por dia (a excepción, por supuesto, del primer dia de la batalla del Somme)
Lamentablemente, mi pobre inglés hace que no se me pase por la cabeza la idea de comprarlo (el año pasado ya me puse con un libro de Jack Sheldon sobre la batalla de Passchendaele y me costó un mundo leerme la mitad…..de ahi ya no he pasado).
Confiemos en que según nos vayamos aproximando al centenario de la Gran Guerra, los editores se vayan animando a traducir obras como esta……..
Magnífica reseña, Leiva. Se hace muy amena con tus andanzas. Por cierto, no me entusiasmó Munich en su momento. Tengo que revisitarla.
HAce un par de años compré «The First World War: Germany and Austria-Hungary 1914-1918 «, también de Herwig, pero entre que tengo cientos de libros pendientes y que mis cervicales no me dejan leer ni la mitad de lo que quisiera, pues ahí sigue el libro, sin ser leido.
Mi único contacto con el Marne ha sido a través de Tuchmann y de Morrow. No sabía que no hay documento que confirme que el «Plan Schlieffen» fuese tal. ¿Será también un mito lo de las últimas palabras de Schlieffen antes de morir, algo así como? «.. Recordad, mantened el ala derecha fuerte». Desde luego son frases que no se olvidan.
Creo que voy a comprar este libro.
Saludos.
Bendito sea bookdepository.com : 15 euros nuevo, en tapa dura y con gastos de envio incluidos. Ya está pedido
Jo, ¡que precios!……igualitos que en España
Hola a todos. Gracias por los comentarios. Los que tengais dificultades con el inglés, perseverar, porque poco a poco cuesta menos, especialmente si son libros teóricos. Yo no me atrevería con Dickens o Martin Amis, claro. El libro es una pasada. El que menciona Isidoro de Herwig también debe serlo. La esperanza de que las editoriales españolas despierten cuando llegue el centenario me parece que ya es más remota. Quizás cuando llegue el 2014 ya no haya editoriales y leamos los libros en la pantalla del microondas, o mejor dicho del IMicro… (¡Es broma!)
Por cierto, hay un error en la reseña: a donde volvieron los papeles no fue a Postdam, sino a Friburgo.
Saludos
Gracias por la reseña sobre una batalla de la PGM.
Si me permites comentaré algunos apuntes brevemente:
La mayoría de historiadores coinciden en que la batalla podría haberse decantado hacia cualquier lado, y en que lo que perdió fue la falta de nervio del alto mando alemán. Los alemanes se fueron del Marne, pero resistieron en el Aisne.
La invasión (el plan) fracasó en parte a los efectos de un prolongado avance sobre tropas. El contraataque del V Ejército francés en Guise, persuadió a Moltke de hacerlo avanzar para apoyar al II Ejército de von Büllow y ordenarle que siguiera en escalonamiento al II Ejército al este de París.
Joffre, comprendería que la amenaza se encontraba a la izquierda (el Marne) empleando el 6.o de Manoury y el 9.o de Foch. Joffre también sabía que la Fuerza Expedicionaria Británica no le ayudaría atrapada entre el V y VI Ejércitos; además de que French exígia (no creía en los franceses) una orden directa de su Gobierno para continuar en el frente.
La batalla tampoco se llevó según lo planeado, Galléni, envió tropas de apoyo del VI Ejército en Taxis.
Kluck frenó el ataque. En el Este la acometida no llegó a concentrarse y en el valle del Marne los combates fueron intensos pero no concluyentes.
Moltke envió al frente a su hombre, el teniente coronel Hentsch (con poderes de iniciativa propia). Hentsch, ordenaria al V Ejército que se replegara para unirse al II. Lo hizo al ver el estado caótico de la retaguardia.
Un saludo.
Hola, JF.
La batalla fue ganada por la superioridad numérica francesa. La superioridad alemana de principios de agosto se había invertido, a causa de las pérdidas, de la capacidad francesa de movilizar más rápido a sus reservistas y de las fuerzas que se destinaron contra los rusos. Joffre disponía de 36 divisiones contra 30 alemanas en el sector del ataque y de un 20 por 100 más de cañones.
Yo creo que Joffre era superior como general a Moltke y creo que también a Kluck y Búlow. Les aventajaba en calma, aplomo, sentido del humor (yo creo que es también importante en la guerra). La batalla fue ganada por los franceses justamente. Puede que esto suene raro, pero la razón moral era de ellos (eso creo yo, por lo menos) y merecerieron ganarla. Eso también puede sonar extraño, pues se trata de un juicio moral, pero lo creo sinceramente. No quiero decir con esto que los alemanes fueran malos-malísimos o cosas así (aunque las atrocidades cometidas en Bélgica y en Francia pudieran recordarnos ya a las de la SGM), pero los franceses se defendieron admirablemente. La última semana de agosto, los alemanes fallaron estrepitosamente en destruir al V Ejército francés (lanrezac) en Guisa (los alemanes conocen la batalla, como de San Quintín). En ese momento, en cierto modo, habían perdido la batalla.
Supongo que en el cuarto párrafo de tu comentario quieres decir que Moltke hizo avanzar al I Ejército de Kluck en escalón en el flanco derecho del II Ejército de Bulow.
En cuanto a los británicos, Joffre convenció a French para que se uniera a la ofensiva. Después del rapapolvo que Kitchener le había propinado el 1 de septiembre, a French no le quedaban ganas de discutir. Para ese momento, los británicos ya habían abandonado la idea de retirarse del frente. En realidad, es más que probable que sea un dato exagerado (entre otros por Barbara Tuchman). Todo y con eso, las relaciones entre French y los franceses no eran precisamente sinceras ni agradables.
Lo que French pedía es que tanto el VI Ejército de Maunoury a su izquierda, como el V Ejército (en ese momento al mando de Franchet d’Esperey, pues Lanrezac había sido apartado del mando el 3 de septiembre) cubrieran sus flancos.
La naturaleza de la batalla fue, como tú dices, caótica, confusa y nada concluyente. En algún momento, especialmente al comienzo en el sector del Ourcq, el más cercano a París, los alemanes incluso contratacaron. Allí murió el poeta Charles Péguy, quien había escrito: «Feliz aquél que muere en los grandes combates». Son animaladas que se escriben cuando la olla combinada del nacionalismo y el catolicismo más nihilista se juntan en un individuo, que por lo demás era un estupendo poeta.
En cuanto a la intervención de Hentsch, yo creo que se ha exagerado mucho. El ejército alemán utilizó el argumento de que Moltke no se atrevió a ir al frente en persona y mandaba mediante mensajeros para echarle la culpa a Moltke de todo el fracaso del plan Schlieffen. Ya he dicho en la reseña las estupideces que Ludendorff y otros vertieron sobre Moltke y su relación con la masonería, la teosofía, la judería y demás cuentos chinos. La verdad es que los dos mandos del ala derecha, Kluck y Bulow, se comportaron como niños mimados a los que no había forma de mandar en condiciones. El príncipe Rupprecht de Baviera hizo otro tanto en Lorena. No pudo abrirse paso hacia Nancy, ofreciendo la posibilidad a JOffre de sacar de allí tropas para enviarlas al Marne (fueron las que constituyeron los ejércitos VI y IX). Joffre no les hubiera tolerado los desplantes que les toleró Moltke ni un minuto. Pero el sistema de castas, el extremo conservadurismo y la ceguera de los alemanes contribuyó a que aquellos dos señores hicieran lo que les viniera en gana durante días. El republicanismo francés pudo con tanto monóculo y bota de caña alta (aunque bien es verdad que había también muchos estetas de la fusta y el bigote fino entre los franceses). Además, las transmisiones alemanas eran una catástrofe total. la antena de radio de la Torre Eiffel interrumpía continuamente sus comunicaciones. El reconocimiento aéreo alemán en la fase crucial de preparación del avance fue un fracaso y los alemanes se metieron tranquilamente en la trampa. En ese momento perdieron la guerra, a mi entender. Querían humillar a Francia con una batalla decisiva; bien, pues la tuvieron. Luego quedó todo aquel infierno aburrido de cuatro años de barro y mierda (con perdón). Es la guerra.
Un saludo
Sobre los libros que deberian ser traducidos estan los del Frances Pierre Miquel, tiene varios dedicados a la PGM y tambien hay uno sobre La Marne. Bueno a lo mejor se pasa por aqui algun editor y Puff¡¡¡ se nos hace el milagro.
Me temo que mi opinión sobre Joffre es un poco menos favorable que la tuya, Leiva.
Que tenía más calma y aplomo que cualquier otro mando de la época es innegable.
Que a Moltke le faltó caracter para atar en corto a Kluck, Ruprecht, Bellow y al quejica de Hausen, tambien es innegable.
Pero en el debe de Joffre hay que decir que se empecinó en seguir con el irreal plan 17 cuando ya era patente la potencia de la derecha alemana. Y en lugar de reforzar a Lanrezac siguió adelante con el ataque en las Ardenas que supuso un baño de sangre para los franceses.
No sé, creo que si en su lugar hubiera estado alguien de la talla de Petain, tal vez los alemanes tambien hubiesen llegado al Marne, pero Francia posiblemente se habría ahorrado muchos de sus soldados muertos en las primeras semanas de la guerra, soldados que la hubieran venido muy bien para lo que se avecinaba.
Un saludo
Fe de Erratas:
Donde dije Bellow quise decir Bullow y donde dije Ruprecht quise decir Rupprecht
Efectivamente, Palencia,los errores de Joffre en las Ardenas fueron considerables y causaron terribles pérdidas a sus ejércitos. Era el resultado de los ataques frontales. La potencia de fuego de los ejércitos de 1914 ya era considerable, pero las tácticas seguían siendo anticuadas. Una brigada de infantería de 3.000 hombres, si era apoyada por la artillería divisionaria, podía desarrollar más potencia de fuego que todo el ejército británico en Waterloo. Atacar en formaciones cerradas contra aquello era un suicidio. Los alemanes, por cierto, tampoco es que innovaran nada al respecto.
No puedo opinar sobre Pétain más que lo que ya sabemos todos de ambas guerras. Cuentan de él una anécdota. Era un hombre de ferreas convicciones católicas y dicen que cuando le preguntaron si prefería que sus oficiales fueran o no a misa, respondió que jamás miraba hacia atrás. De Gaulle había servido con él en la batalla de Charleroi, el 23 de agosto, y le unía a él una relación ambivalente.
Saludos
Muy buena reseña Leiva. Creo que será obligada su compra para los seguidores de los cañones de agosto…
De Joffre se han dicho muchas cosas, pero el mismo se descubre.
«No deben escatimarse esfuerzos para atacar y hacer retroceder al enemigo. El soldado que no pueda avanzar debe proteger el territorio ya conquistado, cueste lo que cueste. Deberá morir en su puesto antes que retroceder».
-Orden del 5 de septiembre, en la vispera de la Batalla del Marne-.
Joseph Joffre
¡Saludos!
Estupenda exposición, Leiva.
Hola a todos de nuevo.
Para Isidoro: efectivamente, yo creo que las últimas palabras de Schlieffen son inventadas. No creo que cuando se estuviera yendo al otro mundo pensara en alas derechas o izquierdas. Por lo demás, parece ser que era un hombre terriblemente presuntuoso. Moltke, «un gran pesimista en una época de pesimistas» era una cabeza mejor amueblada para las complejidades y las repercusiones de la guerra, mientras que Schñieffen era un enamorado de las cuestiones operacionales que se desprendían del estudio de la historia militar, asunto en el que era leído como una lumbrera de altos vuelos. No solo adoptó el enfoque del envolvimiento de Cannas y de Federico el Grande (especialmente en su gran victoria de Rossbach), sino que la violación de la neutralidad de Bélgica le vino inspirada por la invasión por parte de Napoleón de la Franconia prusiana en 1805, con vistas a atacar a los austriacos en Ulm.
Saludos
Recientemente se ha publicado una publicación que nos habla sobre batallas navales en la PGM, me estoy refiriendo a: «Los cruceros del Káiser», pero mira por donde, que también hace alusión a alguna batalla terrestre y, que casualidad: la del Marne. He visto opurtuno comentarlo, sobre todo por los comentarios del Plan Schlieffen, y la dichosa frase de marras: «el ala derecha».
Me explico. Según nos dice el autor, en la nota 23 de las págs.47,48 lo siguiente:
«Otro episodio menos conocido tuvo influencia decisiva en la guerra terrestre».
Un caso de homosexualidad y extorsión (esto lo dice un servidor) hizo o influyó en el que Alemania perdiera en el Marne, con sus respectivas consecuencias para el posterior desarrollo de la PGM.
Los hechos son los siguientes:
>El coronel Redl, austriaco (de nacimiento ucraniano), reconocido homosexual, haría carrera en el ejército austro-húngaro. Se le nombró jefe de Estado Mayor del VIII Cuerpo de Ejército, estacionado en Praga.
>El servicio de información zarista (La Ojrana) tuvo conocimiento de sus relaciones con Meterling, teniente segundo del III Regimiento de Dragones.
>La Ojrana extorsionó a Redl y este tuvo que pasar los planes defensivos autro-húngaros de Galitzia y en Rutenia donde se encontraba la importante fortaleza de Prezmyslz.(Vital para el sistema defensivo de los austriacos frente a los rusos).
>Los aliados emplearían la información con utilidad. Cuando los austro-húngaros en 1914 intentaron invadir Serbia, los rusos atacaron la frontera austro-húngara tomando dicha plaza fuerte y amenazando con invadir Hungría.
>El Estado Mayor alemán dio la orden de retirar del Frente Occidental (la zona donde Alemania avanzaba hacia Paris) cinco divisiones (cuatro de infantería y una de caballería) del ala derecha del dispositivo de ataque (el que Schlieffen en su lecho de muerte indicaba que no debía debilitarse) y, se las llevó para frenar el avance ruso en Prusia oriental y en Galitzia, así ayudaría a sus aliados los austro-húngaros.
>Al debilitar ese ala, pudo ser derrotada en el rio Marne por fuerzas francesas, Alemania.
Saludos.
Muy buena la reseña, Leiva, e interesante la discusión histórica con Palencia acerca del desarrollo operacional de la Batalla del Marne. Siempre he pensado que el Plan Schlieffen consistía en dar un golpe decisivo en el frente occidental mientras que se estaba a la defensiva en el frente oriental, al salir mal la batalla del Marne la guerra de movimientos se estancó y se convirtió en el frente estático de las trincheras.
Respecto a Joffre, para algunos catalán de corazón, no debió ser general de ideas avanzadas, al estilo de French o de Moltke, y esta primera guerra industrial le sobrepasó conceptualmente ya que estaba anclado en la mentalidad de la guerra franco-prusiana donde la potencia de fuego no era la de la PGM.
Espero que Inédita se lance a la piscina y lo edite como hizo con el de Gallípolis o el de El Somme.
Gracias, Vicent. La verdad es que el libro es muy bueno, me gustó mucho. Efectivamente, el plan Schlieffen consistía en evitar una guerra en dos frentes, por lo que se pretendía derribar al adversario francés para luego volverse, con ayuda austro-húngara, hacia los rusos.
En cuanto a French, no era un general muy anticuado, aunque pueda parecerlo. Había servido en Ingenieros y en ferrocarriles, armas de gente con mentalidad técnica. Su uso de los ferrocarriles durante la batalla fue una de las claves de la victoria. También tenía la ventaja de un carácter tranquilo. Tanto French como Moltke acabaron deshechos de los nervios (Moltke murió de un infarto en junio de 1916, de manera que a los teóricos de la puñalada por la espalda, al estilo de Ludendorf, les fue fácil echarle la culpa de todo o de casi todo). Pero qué duda cabe que todos los generales (un auténtico pregeriátrico, si se compara con los de la SGM) veían la guerra según moldes antiguos.
La anécdota del coronel Redl, había una película de Istvan Szabo sobre el caso, y Redl era interpretado por Klaus Maria Brandauer, un actor muy poco conocido. Y Stefan Zweig le dedica unas páginas en El mundo de ayer, cuya lectura recomiendo a cualquiera al que le guste leer y esté interesado por la historia del trágico siglo XX. Efectivamente, el daño de Redl a los planes austro-húngaros fue incalculable y es uno de esos casos de concatenaciones que tiene la Historia. Para que luego digan que un solo individuo no puede influir en los acontecimientos.
Saludos a todos
Estoy ya chocheando, creo. Donde digo que «En cuanto a French,…», quería decir Joffre.
Mil perdones