Sed de sangre, Joanna Bourke

«…Donde la muerte se convierte en algo absurdo y la vida en algo más absurdo todavía/ Pues mientras destrozábamos huesos teníamos el poder/ de no sentir nauseas ni remordimientos por matar.»(N.del t.)
Wilfred Owen «Apologia Pro Poemate Meo», 1917 *1
El poeta Wilfred Owen, experimentó en primera persona la guerra, supo que era, la vivió, pero también fue víctima de ella, murió en el frente en 1918.
*1 Wilfred Owen, «Apologia Pro Poemate Meo», en Jon Stallworthy, ed., Wilfred Owen: The Complete Poems and Fragments, vol.1, Londres, 1983, p.124.
La obra que os estoy reseñando: Sed de sangre, de Joanna Bourke ( catedrática de Historia en el Birbeck College de la Universidad de Londres, es autora de obras como: «La II Guerra Mundial, una historia de las victimas» o «El miedo: una historia cultural») nos muestra el horror y el placer de la guerra, en donde la muerte es la triunfante, pero no queda en eso sin más, pues la autora ahonda sobre la condición del hombre, la sicología que le lleva a ese extremo como horror o disfrute.
En la introducción nos dice en parte:
«… La matanza de seres humanos fue un elemento nuclear de la estrategia y práctica militares. Éste es un hecho que la mayoría de los comentaristas militares pasa por alto y que otros sencillamente niegan. Los testimonios sobre la ‘experiencia’ de la guerra prefieren hacer hincapié en la satisfacción que produce la creación de viínculos viriles (el llamado [male bonding] ), las penalidades del frente y el terror indescriptible a la muerte. Es comprensible que ciertos lectores de libros de historia militar terminen pensando que los combatientes que se encontraban en zona de guerra estaban allí para que ‘los’ mataran y no tanto para matar. La meta de este libro es devolver el acto de matar a la historia militar…» (pp.10).
En la publicación presente, no vamos ha encontrar en característico y típico libro donde nos muestra: las causas, las consecuencias, política, estrategia, efectivos militares, etc., etc.; ¡no!, el que se acerque así al libro se equivoca. Lo que nos va a mostrar su autora, y casi siempre apoyado en notas (haremos bien en poner el separador en el apartado de notas, pues será necesario para ir siguiendo la lectura), es un relato estremecedor apoyado en: cartas, diarios, documentos, memorias, etc., y como ‘toque exótico o de imagen’, la autora nos mostrará las novelas y las películas, donde se fomenta y ensalza mayormente al guerrero. En su obra, el hombre en primera persona, el militar, el soldado es el protagonista en la experiencia de matar en la guerra, de saber que se siente y como afecta al individuo dicho acto; pero todo ello, auspiciado, apoyado, animado y amparado por el Estado (políticos, organizaciones, iglesias, etc.); el Ejército ( mandos, oficiales, capellanes, médicos, etc.), dónde el homicidio que cometen sus soldados es legal y dónde las victimas, sólo son el enemigo. La autora también muestra que la Sociedad (en su gran mayoría) es culpable en gran medida, pues desde la propia familia de los soldados se elimina cualquier resquicio de moralidad, animando y apoyando el que se lleve a cabo el derramamiento de sangre del enemigo. Una obra que nos muestra, se puede decir en una frase: toda la crueldad, terror, miserias, fanatismo e integridad del soldado en la guerra, pero centrándose concretamente en tres guerras: Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial y Guerra de Vietnam, y eso lo hace (nos comenta la autora)  por ser los tres conflictos  (a pesar de que ha habido otros) más influyentes del siglo XX, sobre todo, porque para británicos, estadounidenses y australianos, tanto civiles como militares ninguna otra guerra fue tan terrible y tan decisiva como cualquiera de estas tres.
La obra consta de 556 páginas con varios apartados como: una lista de ilustraciones o fotografías (16 en total, las cuales se muestran en ocho páginas centrales), un índice analítico, una bibliografía, qué creo que es extensísima (procedente de: Australian War Memorial, Imperial War Museum, periódicos, revistas, publicaciones oficiales, archivos nacionales del Reino Unido, otros archivos, artículos publicados y libros, divididos en seis capítulos en un total de 55 páginas), un apartado de notas, que pienso que es excelente (con un total de 1457 notas muchas de ellas apuntan a varias publicaciones, además cuando procede se apunta también obras escritas en español, y abreviaturas; todo ello se encasilla en los 11 capítulos de la obra, su introducción y epílogo, en un total de 117 páginas), un apartado de agradecimientos, una introducción (que no tiene desperdicio), un epílogo, un índice, y por último 11 capítulos con los siguientes temas: Los placeres de la guerra, El mito del guerrero, Adiestrar a los hombres para matar, Anatomía de un héroe, Amor y odio, Crímenes de guerra, El peso de la culpa, Los médicos y las fuerzas armadas, Sacerdotes y capellanes, Las mujeres van a la guerra, y por último: El regreso a la vida civil.
En conclusión: una obra altamente recomendable, magnifica, excelente…, que pone al descubierto todo aquello que la propia Historia, sobre todo, la Historia Militar en las guerras del siglo XX  no ha dicho o ha escondido. En conjunto toda la obra me ha parecido excelente y estremecedora  a la vez (lo que no entiendo como una obra  de las presentes características ha tardado tanto en traducirse al castellano, la obra original An Intimate History oh Killing  es del año 1999), pero de la obra la que me ha llamado más la atención e impresionado, ha sido el capítulo Sacerdotes y capellanes, donde se muestra la gran hipocresia  del propio clero que predica e inculca al soldado a : amar a Dios y matar al prójimo (el enemigo) al mismo tiempo, un capitulo que con 36 páginas nos hace una introducción apropiada, nos lleva a un subtema: El cristianismo y la guerra, después nos pasa al tema: Curas combatientes, luego a: Moral y moralidad, y por último nos lleva a: La ética y la autoridad militar. En este capítulo, como digo, desmenuza, destapa y pone en la palestra la hipocresia de capellanes en particular y de la propia religión oficial que apoya la guerra, pero también muestra como los soldados (todos profesan una religión) se siente, desorientados, confundidos por estos capellanes, en una frase no tiene desperdicio.
Y como muestra, un botón:
«… Desde el siglo XIII, cuando los capellanes se unieron al ejército británico, los soldados siempre han ido a la guerra acompañados por representantes de la religión cristiana, si bien en un número reducido (durante la primera guerra mundial había sólo un clérigo por cada mil soldados británicos y estadounidenses)*7. Aunque algunas sectas minoritarias (como cuáqueros, los cristadelfianos, los testigos de Jehová, los menonitas y los hermanos de Plymouth) siempre se han manifestado en contra de la guerra (y han sido castigadas y perseguidas por sus ideas) y muchos clérigos se opusieron individualmente a participar en conflictos como la guerra bóer o la de Vietnam, durante las dos guerras mundiales los representantes de las confesiones más importantes se unieron contra el enemigo común. La primera guerra mundial fue presentada como una cruzada; la segunda como una guerra justa. Las justificaciones para el conflicto armado que se recitaron fueron prácticamente idénticas en ambas confrontaciones: la guerra era el camino hacia la paz; fomentaba la convalezcan y alimentaba un idealismo elevado; virtudes como la valentía, el caráter, la paciencia y la abnegación sólo florecían en los momentos más difíciles; el materialismo desaparecería cuando la nación entera experimentara un nuevo despertar espiritual. Además de todo ello, la Iglesia tenía el deber de contribuir a resolver los problemas morales que habían conducido al conflicto*8 …» (pp. 265, 266).
*7 «The Military Chaplaincy. A Repor to the President by the [U.S.A.]. President’s Committee on Religion and Welfare in the Armed Forces». Washington, D. C., 1 de octubre de 1950, p.7, …»
*8 » Reverendo J. Crookston, ‘The Role of Chaplains, p.5, AWM, …»
» Él, que ama la vida humana, sabe que / Dios desaprueba enérgicamente la lucha / y le importa un bledo las armas / excepto las británicas…/ He aquí, el nuevo mandamiento: Matarás / para que se haga la voluntad de Dios.» (N. del t.). (pp. 263).
Ian Serraillier, «The New Learning», 1966
Creo que hace tiempo no se presentaba  (traducía) en castellano una obra tan impactante y estremecedora, la cual enarbola muy y mucho la sicología en la guerra, en el soldado. El libro recibió el Premio Fraenkel (premio que se concede por una obra excepcional de historia del siglo XX). Es una obra que pienso que tiene que estar en nuestras bibliotecas, no solo por los relatos estremecedores que nos muestra , sino porque además es profusamente documentada, y el documento tiene un valor extra, el que nos ilustre sobre obras o documentos de la I Guerra Mundial, II Guerra Mundial o sobre la Guerra de Vietnam, creo que tiene un valor añadido.
Por otro lado creo que es una pena que sólo se centre en el bando Aliado o estadounidense como en la Guerra de Vietnam (hay que reconocer que la obra de Bourke es importante e impresionante), pero claro, conseguir o ejecutar una obra donde se mostrase: documentos, cartas, testimonios, publicaciones, etc. de ambos bandos de las tres guerras de las cuales trata: haría falta mucha paciencia, esfuerzo, tiempo y algo más… para elaborar unos cuantos volúmenes, claro está.
¡Espero que disfrutéis con la lectura!
Idioma: Español.
ISBN: 9788484327684
Edición: Primera.
Año: 2008
Editorial: Editorial Crítica.
Título original: An Intimate History of Killing
Autor: Joanna Bourke

12 comentarios en “Sed de sangre, Joanna Bourke

  1. Buena reseña, JF. El libro, efectivamente, es magnífico. Joanna Bourke siempre ha ido por otro lado que la mayoría de los historiadores militares no tocan. Su campo de estudio es el estudio de la violencia, en el sexo, la lucha de clases, la violación, etcétera. Yo creo que es de esos académicos anglosajones muy influidos por Foucault o por Chatelet. Como anécdota, ya que te ha parecido fulminante la crítica a los capellanes de campaña, te diré que procede de una familia de misioneros que trabajaron en el pacífico.
    Te recomiendo la página web de la autora, en http://www.bbk.ac.uk/history/jb/index.html.
    Lo dicho, uno de los libros más interesantes reseñados en Novilis.
    Saludos

  2. Excelente reseña JF, muy completa. Un tema muy difícil de tratar, el horror de la guerra pero por otro lado su «necesidad» y «atractivo».

    Alguien dijo una vez, puede que fuera Patton?, «Es bueno que la guerra sea tan horrible por que sino nos gustaría demasiado», bueno no es literal pero algo parecido.

  3. Muy amable por tus comentarios, leiva, ¡muchas gracias!. Estupendo el enlace. Bourke es una de mis autoras preferidas del mundo anglosajón. Su obra es magnifica, excelente. Además es una autora que muestra mucho valor, su obra le ha producido muchos enemigos: militares, civiles e incluso religiosos, pero ella ha ido más allá… El capítulo que menciono me ha llamado la atención (todos, pero en particular ese), pues es de lo más clarificador que hay, una verdadera (radiografía) del mundo de la religiones mayoritarias de la Cristiandad, pues se muestra la hipocresía pura y dura de sus miembros dirigentes en un plano: el militar, pero que enlaza con el mundo civil. Unos verdaderos Cruzados, monjes-soldados (si se me permite la expresión, salvando las distancias claro está) del siglo XX, asesinos del prójimo, verdaderamente alejados de las enseñanzas de Cristo. Bourke destapa el excremento, mostrando toda su podredumbre, en este aspecto se nota más que los otros capítulos de su obra.

    Gracias Ricardo, muy amable. Es verdad, el tema es dificil de tratar, pero con una autora como Bourke, la cual muestra una -«esquisitez, delicadeza y firmeza» en sus obras- da gusto, incluso en un tema tan desagradable como el presente.

    Saludos.

  4. A mi se me quedó grabado un comentario del Barón Rojo en sus memorias cuando iba de copiloto de observación, antes de convertirse en piloto de caza. Al sobrevolar una ciudad rusa bombardeada observó «…era un cuadro de trágica hermosura».

    Completísima la reseña JF.

  5. Muchas gracias, Javi, por tu comentario.

    La obra de Bourke, nos muestra un capítulo: Los placeres de la guerra», en el nos muestra con todo lujo de detalles, eso que mencionas: (la guerra se hace hermosa), el «placer» que siente el combatiente, el guerrero, el soldado…

    Un saludo

  6. Excelente reseña JF, felicidades super completa.
    Hay una frase que escuché en una canción y ahora la he buscado por internet,y que creo que resume a la perfección la esencia de las guerras y sobretodo la utilización de los seres humandos como soldados:

    «Cuando los ricos hacen la guerra,son los pobres los que mueren». Jean Paul Sartre.

  7. «dónde el homicidio que cometen sus soldados es legal y dónde las victimas, sólo son el enemigo»

    Ya solo ese planteamiento y esa tramposa ecuación enemigo=víctimas ( con el tono de inocencia que presupone el empleo del segundo término ) me pone en guardia con respecto al planteamiento de la obra.

    Supongo que la autora se dejaria despedazar, o dejaría que despedazasen a su familia para no cometer un «homicidio legal»…

  8. En efecto, este es un libro que todo el mundo debería leer. Es como ver la película «Senderos de gloria» o «Full metal jacket». La autora se centra en estos tres grandes conflictos (IGM,IIGM y Vietnam) para describir la psicología de masas que envuelve al ciudadano al que se le «convence» para que vaya a la guerra y se adapte a unas situaciones morales y vivenciales distintas a las de su vida cotidiana: tiene que apreder a morir/ a matar y salid indemne psicológicamente del tema. Es como si al individuo se le hiciera una emboscada axiológica y patriótica para que cumpliera con los deberes patrióticos («honroso es morir por la patria» de Horacio).
    Hay una frase que se cita en «Senderos de gloria» que afirma que «el patriotismo es el último recurso de los miserables» (mas o menos).
    Este libro elucida los recursos sociales para incrustar al ciudadano en una moral de guerra, valga el oxímoron.

  9. La cuestión que planteas harías bien en pregúntarselo a la autora. El planteamiento de la obra lo deja muy claro Bourke, en la introducción, en su página 10 nos dice:

    «La meta de este libro es devolver el acto de matar a la Historia Militar…»

    Nno es el planteamiento ni la tramposa ecuación de la que hablas. La autora tiene muchos enemigos, eso lo tiene claro, su obra se lo iba a reportar, pero ella no muestra trampas en su obra o medias verdades, ella muestra lo que hay, lo expone con datos y documentos, lo deja encima de la mesa… El que no le guste que no mire, que no lo lea, pero ahí está su obra (por mucho que se la critique). Mira que salen libros de historia al cabo del año y algunos militares puro y duros, pues el de «Sed de sangre», me atrevería a decir que es único o de los pocos que hay que trata el tema sin tapujos. Donde otros silencian, este es un vocero que denuncia y de denuncia.

    Si vicent, debería de leer la obra todo el mundo, pero sabes qué, todavía habría alguno que se lo pensaría…

    Muchas gracias Xavi. Es verdad, tiene razón los ricos son culpables de las guerras…, pero no los únicos, de hecho unos de los rasgos más perturbadores que analiza Bourke en su obra es el de una «sociedad anestesiada», aunque más propia de los civiles que de los militares y, de toda condición social: ricos y pobres. El combatiente no era un individuo aislado: realizaba sus acciones en nombre de su nación, en última instancia el verdadero «rico» empleando algunas de las expresiones que utilizas en tu comentario, es la propia nación (gobierno) que lleva a sus hijos a la muerte, pero es que muchos de estos hijos estaban más que dispuestos a ser los «pobres» de los que habla Jean Paul Sartre.

    Un saludo.

  10. Dos pequeños apuntes:

    1) La frase de Senderos de gloria que mencionas, Vicent, con la que estoy completamente de acuerdo, es de Samuel Johnson. A veces se la cita así o también «La bandera es el último refugio de los canallas». Claro está que los patriotas de un bando creen que los otros son canallas y viceversa. Es decir, nosotros contamos con la Verdad y los otros se equivocan. Y santas pascuas nos de Dios. Es una situación cómica porque quiere decir que, como tanto la autora como JF sostienen, el que no se engaña es porque no quiere.

    2) Los pobres son los primeros en ir convencidos a la guerra (salvo escepcions, claro). Es un error ver la guerra como una especie de conspiración de los ricos para pelearse sin derramar una gota de sangre de la gente güay. Es mucho más importante el adoctrinamiento (comenzando por la escuela y siguiendo por tantas cosas). Recordemos que en 1914 hubo un verdadero estallido de entusiasmo ante la guerra. Flor en el fusil, señoras besuqueando a los héroes de partían para el frente, etcétera. ¡Si hasta les dieron besos a los pobres Tiralleurs Senegaliens! 1914 fue una fiesta. Había una sensación monstruosa de que la guerra era una oportunidad para acabar con la mórbida tranquilidad de la sociedad burguesa, de su estancamiento, de la decadencia de siglos. Nietzsche hablaba del animal salvaje, del bárbaro que iba a salir por fin a flote con una guerra total. Stefan Zweig (un poco más comedido) habla largo y tendido de esa sensación que flotaba en el ambiente y que contaminaba los espíritus (ahora me pongo yo en tesitura poética). La Internacional socialista creía que, caso de estallar una guerra imperialista en Europa, los obreros la boicotearían. ¡Que si quieres arroz Catilina! (la errata es a proposito) No hubo huelgas, apenas hubo gente que se negó a pelear (por lo menos en los primeros meses) y todo fue a las mil maravillas. El kaiser se presentó delante de los parlamentarios del Reichstag y provocó la histeria general cuando dijo aquello de “Ya no veo partidos ni políticas diferentes, sólo veo alemanes”. ¡Qué vivo era este Wilhelm! Sin embargo, ni él mismo sabía a dónde iban, porque al cabo de cuatro años tuvo que cambiar Postdam por una casita en Holanda. Es decir, que los ricos también lloran.

    3) Y por último, ¿y si moral y guerra no fueran, realmente, un oximorón? Por todo lo que he dicho, parece que la moral es ya una toma de partido, una ofensiva espiritual para arreglar las cosas ante una situación determinada. La moral siempre combate algo, siempre está contra algo. Todo esto es muy esquemático, ya lo sé, pero en su origen clásico, la moral era una práctica que servía para localizar, identificar y estirpar los males del alma. Que esta actuación se decida hacer por las armas no debe extrañarnos. Lo único que hace falta es, desgraciadamente, cargarse de razón.
    Esto no quiere decir que las cosas pueden cambiar, que la gente puede decir NO, se acabó. Pero aunque las situaciones históricas varían, es curioso cómo se repiten las mismas constantes, con aquel empecinamiento de los hechos del que hablaba Henry James.

    Perdón por el rollo

  11. Interesante asunto y trabajada reseña, JF. Está bien que se nos recuerde que en la guerra no sólo se muere…, también se mata y mucho. Y tristemente no hay nada nuevo bajo el sol, la historia se repite sin que aprendamos casi nada.
    Gracias por presentarnos esta obra.

  12. Muchas gracias Tasos.

    Sí, y se repite y no se aprende «casi nada», pues el componente primordial de la política de quienes dirigen la maquinaria bélica era y es el inculcar que se mate.

    «Insensibilizar a quienes hayan de realizar el combate real. Es inútil que nuestros soldados se consideren a sí mismos campeones caballerescos de la ley y el orden; es necesario que se le inculquen de forma apropiada la sed de sangre, han de desear matar por matar»

    Esto que acabo de escribir (es únicamente un ejemplo que se sigue repitiendo), lo comentaba allá por el año 1938, la obra de Humphry Beevor, «Peace and Pacifism» en las págs. 53-54

    Es verdad, leiva, los historiadores (no todos) se han mostrado reacios a mencionar la cuestión de la responsabilidad individual en la guerra, incluso algunos han ido mucho más lejos al indicar que sería muy discutible indagar en la moralidad de los individuos. Como vemos la moralidad no era sólo de individuos, sino de los mismos gobiernos y naciones que hicieron y hacen de la guerra, la mayor inmoralidad de todas.

    Saludos

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