Sartine y la guerra de los Guaraníes, Juan Granados

Hombre de mar, independiente del Rey

«Nicolás Sartine, uno de los personajes más entrañables, divertidos y convincentes que ha dado la narrativa histórica española en los últimos años, se enfrenta en esta ocasión a enemigos desconocidos en el Nuevo Mundo.

El Marqués de la Ensenada, secretario principal del rey Fernando VI y patrón de Sartine, le encarga a él y a sus hombres una misión ciertamente delicada: tantear el terreno en las colonias jesuitas del Paraguay, antes de que entre en vigor el Tratado de 1750 qye establece nuevos límites de dominación y los portugueses empiecen a hurgar en asuntos un poco turbios que pueden mancillar tanto a la Corona como alguna que otra sotana. La legendaria historia del enigmático rey Nicolás, una delirante investigación destinada a reproducir el Templo de Salomón, la utopía jesuítica en Paraguay y, cómo no, una mujer de bandera, se cruzan en el camino de Sartine, que sin embargo sabrá afrontarlos con la cabeza alta y el gesto socarrón que le ha hecho célebre. Y, como siempre, en compañía de la delirante e inolvidable galería de camaradas que tan bien le han servido siempre. […]»

(Sinopsis de la contraportada)

He de confesar que desde que terminé “Sartine y el caballero del punto fijo”, en mi interior nació cierto sentimiento sartinesco y los que lo hayan leído quizá tengan alguna idea de lo que hablo, y es que me encantó el personaje de tal manera que casi es un modelo a seguir para mí en determinados aspectos.

También he de confesar que el hecho de que este libro que os comentos me fuera remitido por la editorial el mismo mes de su impresión y con el sello de “Ejemplar promocional. Prohibida su venta”, me hizo volver al pasado, concretamente a aquellas mañanas pasadas y en aquellas barras de pan caliente que traía mi madre en mi época de estudiante universitario, cuando me enclaustraba en casa, y el mero hecho de levantarse de la cama suponía otro día de diez horas de estudio. En esas mañanas había algo realmente grato y era meter un taquito de queso en una punta de pan y esperar a que su propio calor derritiese el producto de la leche. En cierto modo, este volumen es algo parecido por que estaba “caliente” en mis manos.

Este nuevo libro me ha vuelto a robar minutos que dedico a otros quehaceres por el mero afán de saber qué se esconde en la selva del Paraguay junto a Sartine y a sus comisarios, en una zona peligrosa e insalubre donde los hermanos de la Compañía de Jesús, al menos una rama nada transparente de la misma, trata de ir más allá de la utopía teocrática a través de unos planos fruto de una enfermiza y fanática investigación de las profecías de Ezequiel. Todo ello en un momento crítico para las monarquías de España y Portugal y, sobre todo, para el fin jesuítico secreto.

Sartine aprende a liberarse de sus miedos y otras cadenas pudiendo volver a respirar y a vivir, y esta misión y lo que encuentra en el transcurso de la misma le ayudan a ello. No estoy hablando de iluminación, solo de raciocinio que le hace a uno recapacitar sobre las pesas y penitencias que uno de autoimpone sin existir rastro de culpabilidad.

La novela hace gala de acción y rapidez con unos oficiales más dados a acabar con el enemigo que a tratar de parlamentar con el mismo, todo sea por el bien del Amo. Y dentro de la acción principal se entronca una secundaria que termina por no ser otra cosa que un importante afluente que le da sentido: la investigación del padre Villalpando, todo ellos en un relato en el que la realidad y la ficción se entremezclan como si fuesen dos serpientes.

Como pega la vertiginosa rapidez con la que los hechos se desarrollan en el último tercio, muchos de los cuales los habría dejado yo para una tercera entrega (la cual parece estar asegurada, al menos, en la mente de su autor), aunque quizá todo se deba a mi bárbaro impulso de devorar páginas y páginas a horas intempestivas, sin percatarme de la cercanía del final.

Idioma: Castellano
Editorial: EDHASA (Narrativas Históricas)
Edición: Primera, de Junio de 2010
Plaza: Barcelona
ISBN: 978-84-350-6168-1
Páginas: 422

12 comentarios en “Sartine y la guerra de los Guaraníes, Juan Granados

  1. Pingback: Sartine II en Novilis, web de Historia Naval « Sartine's Coffee

  2. Hace tiempo que se despertó en mí el interés por la primera de Sartine y ahora esta 2ª parece que promete, creo que caerán algún día.
    Por cierto, Javier, ¿el nombre de Sartine qué origen tiene, si se puede decir sin destrozar las novelas, puesto que no parece proceder de ninguna lengua hispánica?
    Gracias.

  3. Es un apellido francés. Un Antoine Sartine, financiero, acompañó a Felipe V a España cuando fue coronado rey. Es padre de otro famoso funcionario francés, reformador de la policía.

  4. Bueno Javier, si se me permite ampliaré un poquito más la información sobre el tema de la pregunta que se lanza independiente de si le preguntas al autor como indicas. Tasos, creo que ya te lo comenté (y a otros) la etimología (la historia de las palabras me gusta) me interesa hace ya unos años, soy aficionado e investigo, aprendo todo lo que puedo y me deja mi tiempo libre. Hay que ver haces unas preguntas de uno de mis temas preferidos, me haces que busque por allí, por allá. Jejeje, bueno lo hago con mucho gusto. En el caso que nos corresponde más bien que nombre es un apellido, como apunta leiva.

    Me explico:

    Creo que se haría bien en distinguir Heráldica de Etimología o viceversa. Digo lo anterior, pues muchas personas confunden términos o lo mezcla: hay que separar ambos términos. Si un supuesto caballero lleva un apellido X y fuese de un país X, no significaría que ese fuese su origen último, si la procedencia de la persona, pero a lo mejor no la procedencia u origen del étimo u origen del apellido que porta, que no hay que olvidar -un apellido es una palabra-. Por ejemplo si buscamos Sartine en Internet, te dice o lleva a que es un personaje francés, bien es correcto, el caballero sería de Francia, pero ¿el origen del étimo del apellido…?
    La procedencia del apellido (Sartine) hay que buscarla en el oficio, cargo o título la cual es una clasificación de las que hay (en los apellidos) para buscar orígenes. Después, aunque mejor antes o al mismo tiempo, habría que buscar su étimo (el de la palabra) como nos diría un etimólogo, pues los apellidos son palabras como los nombres y todas tiene un origen , un étimo.

    Sartine, Sartines, Sartin, Sartini, etc., es una variante latinizada del latín «Sartor, ori» (Sastre, ‘el que hace vestidos ‘. Su étimo como digo es originario del latín. En castellano también encontramos variantes como: Satro, Sarte, Sartorius, Sarteri.
    Otro hecho a destacar es, que en italiano (Sartine) es «costureras» aunque se emplea casi siempre «Sart/a» o sea, apunta a que el origen indirecto sea italiano aunque su matriz es el latín.

    Por otro lado, quisiera comentar (ya lo apunté en otro) lugar) que los autores nos pueden decir o aproximarse al origen de una palabra, si es etimólogo seguro, o si está bien asesorado etimológicamente hablando (igual puede ser el caso del autor ó a lo mejor no); pero también quiero decir que muchos autores no tienen ni idea de étimos o les importa un bledo la historia de las palabras, lo suyo es la Historia pura y dura, la novela, etc., que de hecho es comprensivo , pues no son etimólogos.

    Igual me llevo por la pasión que le tengo al tema (como en otros casos, el cómic, el dibujo y mis preferencias históricas que me encanta), pero la Historia de las Palabras hay que tratarla como corresponde.

    Saludos.

  5. Queridos amigos:

    En efecto, tomé el nombre de Sartine de la familia de funcionarios, luego intendentes, que se trajo Felipe V de Francia. Antonio de Sartine fue intendente de Cataluña desde 1726 o 27 hasta 1738, cuando pasa a ser miembro del Consejo de Guerra. Su padre, al decir del historiador Didier Ozanam era Claude Sartine «négociant» miembro de una compañía de «munitionnaires français».
    Tratándose de un intendente, me pareció que un Nicolás Sartine pegaba estupendamente.

    Saludos

  6. ¿Y, aparte de todas esas explicaciones, Nicolás Sartine no debe nada al teniente general de policia monsieur de Sartine y a su protegido Nicolás le Floch, personajes de otar serie de novelas que también publica Edhasa?.
    Hay más cosas, Tasos, y compañía, en el cielo y en la tierra, de las que las explicaciones del autor y las de otros alcanzan a descubrir o querer descubrir.
    En nuestra página de crítica literaria independiente «La novela antihistórica» -números de mayo y junio de 2011- se ponen de manifiesto junto con una visión nada indulgente del contenido histórico de las dos entregas de Sartine. Defrauda, defrauda mucho Nicolás Sartine, y no sólo por el nombre. Es la típica novela histórica española o sobre España. La misma descripción pseudohistórica de un país de pandereta y de todos los tópicos que nos han estado minando y ocultando nuestro propio pasado durante los últimos 150 años. Como muestra un botón: el Felipe II de «Sartine y la guerra de los guaraníes» sigue siendo poco más o menos el mismo rey mitad monje mitad soldado de la propaganda falangista. Nada, o muy poco que ver, con el verdadero personaje histórico, aferrado como una lapa al Ocultismo y a la Alquimia y mentor de su sobrino Rodolfo II, que ha pasado a la Historia como el príncipe de los alquimistas. Merece la pena darse una vuelta por «La novela antihistórica» y abrir un poco los ojos ante estas realidades. Si no los ingleses seguirán creyendo que aún vamos montados en burro y asaltamos diligencias en Sierra Morena y rebajarán, todavía más, la calidad de nuestros bonos de deduda soberana.

  7. Gracias por la información (interesante el Blog), Norman Moriarty.

    Pero por desgracia como bien conocerá la «leyenda negra» la arrastramos hace ya unos cuantos siglos y todavía la siguen alimentando, sobre todo (no son los únicos), los «hijos de la Gran Bretaña» y sus «primos» los yanquis hacia España y lo español. Los ingleses se pueden creer lo que les plazca…, pues son unos jactanciosos y prepotentes históricos (a la Historia me remito), de hecho todavía se creen que son Imperio a pesar de que sus «primitos» los angloamericanos (EE.UU.) les recuerda que el imperio se les acabó en la PGM o como máximo en 1939 y los que mandan son ellos, los USA (pero claro les hace ilusión, pues la lengua franca es el inglés y en la época de Curro Giménez [aquí, en España] cuando se empezaba a asaltar diligencias… el inglés [idioma] empezaba a despuntar). Por otro lado, el Señor «costurero», Sartini, también es otra «victima» de esa «leyenda negra».

    Un saludo.

  8. Interesante tiene que ser esta novela y la anterior de Sartine y buena reseña en la que nos das una idea clara de la misma Javier, comandante. Le dan ganas a uno de irse a por ella y más tratándose el autor de un paisano (somos de la misma provincia), Juan Granados, al que desde aquí felicito por sus éxitos.Saludos.

Responder a Galaico Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *