Partisanos, Sergio Luzzatto

Sergio Luzzatto es profesor de Historia Moderna en la Universidad de Turín con libros editados sobre la Revolución Francesa y el Novecento italiano.

En el caso del libro que nos ocupa, Partisanos, se ocupa del período que va desde el 8 de septiembre de 1943 cuando los italianos declaran el Armisticio con los Aliados y el ejército italiano se desmoviliza en su alianza con el Eje alemán. La otra línea de trabajo de este libro es la peripecia «partisana» de Primo Levi que tras ser capturado por la policía del régimen mussoliniano de Salò es deportado a Auschwitz, experiencia que es contada por Levi en su libro Si esto es un hombre. Hay un punto de confluencia de las dos historias que es el 10 de diciembre de 1943 cuando los partisanos asesinan a dos de sus miembros por no seguir las reglas de comportamiento y Levi tiene que contribuir al asesinato de estos partisanos «disfuncionales».

Este momento trágico es señalado por Levi de manera muy sucinta en su libro autobiográfico El sistema periódico y este agujero negro en la biografía de Levi es tomado por el profesor Luzzato como punto de investigación del movimiento partisano; investigación que se inicia con los primeros partisanos de 1943 y acaba con las distintas recepciones que tiene el movimiento partisano en la historia de la República italiana de los últimos 60 años.

Todo esto lo toma Luzzatto como una investigación detectivesca sobre el escenario del Valle de Aosta en la Guerra Civil de 1943-1945 entre partisanos y fascistas de Salò. Persigue los hechos del asesinato, sigue a sus compañeros partisanos y a los traidores o colaboradores fascistas que protagonizan los hechos.

Al hilo de esta investigación personal describe las sucesivas valoraciones que el «hecho partisano» tiene en la sociedad italiana de los años 40/50/60 y 70 en la que se cruza la memoria histórica del hecho partisano con la historia política de la Italia de esos años (Togliatti, la Guerra Fría, la Democracia Cristiana, el terrorismo rojo y negro de los años 70). Al principio son héroes y los fascistas son malvados pero la investigación lleva a Luzzatto a una historia mas compleja y enrevesada en la que no todos los partisanos son héroes ni todos los fascistas son «la pura esencia del mal». El mismo Levi es tomado como ejemplo de esta complejidad del mal en la que las víctimas y los victimarios se relacionan y se complican entre ellos.

El libro vale la pena por lo que despierta sobre la historia, el oficio de historiador y el ser humano. Acabaré la recensión con uno versos de Levi:

¿Cual enemigo? Todos somos enemigos
Vencido cada cual por su propio límite,
la mano derecha enemiga de la mano izquierda.
Viejos, alzaos, enemigos de vosotros mismos:
Nuestra guerra nunca ha terminado.

En estos versos Levi demuestra que el ser humano es mas complejo que el pensamiento de que las guerras y el mal solo se exorcizan derrotando a un enemigo exterior y que; una vez muerto el perro, muerta la rabia. Para Levi: «La Guerra civil italiana (…) junto con la historia de un bien, el bien impagable de la lucha de la lucha contra el nazifascismo, cuenta la historia de un mal insondable, el mal del que ningún ser humano, ni siquiera el mejor, puede considerarse totalmente libre.» (pag. 29)

SERGIO LUZZATTO , DEBATE, 2015
ISBN 9788499925035
DATOS DEL PRODUCTO
Formato: EPUB – DRM
Editorial: DEBATE
Lengua: CASTELLANO
Año edición: 2015

3 pensamientos en “Partisanos, Sergio Luzzatto

  1. ¡Qué descubrimiento! Creo que esa va a ser mi primera compra en la feria del libro. La potencia expresiva de Levi quizás lo convierta, en mi humilde opinión, en una de las 4 o 5 voces más importantes del siglo XX.

  2. Y lo digo por cosas como esto:

    » Hurbinek no era nadie, un niño de la muerte, un niño de Auschwitz. Aparentaba unos tres años de edad, nadie sabía nada de él, no hablaba y no tenía nombre; ese extraño nombre, Hurbinek, se lo habíamos dado nosotros, quizá una de las mujeres que había interpretado con esas sílabas uno de los sonidos inarticulados que el niño emitía de vez en cuando. Estaba paralizado de la cintura para abajo, con las piernas atrofiadas, delgadas como palitos; pero sus ojos, perdidos en su rostro triangular y consumido, brillaban con una terrible viveza, llenos de exigencia y afirmación, de la voluntad de escapar, de romper la tumba de su silencio. Carecía de habla, pues nadie se había molestado en enseñarle; la necesidad de hablar cargaba su mirada fija de una urgencia explosiva: era una mirada salvaje y humana al mismo tiempo, incluso madura, un juicio que ninguno de nosotros podía soportar, tales eran su fuerza y su angustia…

    Durante la noche escuchábamos atentamente… del rincón de Hurbinek a veces venía un sonido, una palabra. No siempre era exactamente la misma palabra, pero sin duda era una palabra articulada, o, mejor, varias palabras articuladas con pequeñas diferencias, variaciones experimentales de un tema, de una raíz, quizá de un nombre.

    Hurbinek, que tenía tres años y quizá había nacido en Auschwitz y nunca vio un árbol; Hurbinek, que había luchado como un hombre, hasta el último aliento, por ganarse la entrada al mundo de los hombres, del que un poder bestial le había excluido; Hurbinek, el sin nombre, cuyo diminuto antebrazo —también el suyo— llevaba el tatuaje de Auschwitz; Hurbinek murió en los primeros días de marzo de 1945, libre pero no redimido. Nada ha quedado de él: su testimonio son estas palabras mías.»

    de La Tregua.

    Saludos.

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