A partir de mañana 26 de mayo ya tendréis disponible el nuevo número de Desperta Ferro Moderna y también el Especial sobre los Tercios (III).
- “Dos rivales en tiempos de guerras de Religión. Las relaciones entre los reyes de España y Francia entre 1559 y 1590″ por Bertrand Haand, Université París-Sorbonne. Con la paz de Cateau-Cambrésis, firmada en 1559, se inició una nueva época. Tras múltiples guerras para forzar el reconocimiento de sus pretensiones territoriales y su poder, las dos grandes monarquías europeas tuvieron que enfrentarse a los nuevos desafíos propuestos por el descubrimiento de focos protestantes en Castilla y, sobre todo, por la consolidación de importantes movimientos calvinistas en Francia y en los Países Bajos.
- “La situación político-militar de Flandes entre 1585 y 1590” por Antonio José Rodríguez Hernández, UNED. Alejandro Farnesio tomó las riendas de los Países Bajos en 1578, tras la prematura muerte de su primo don Juan de Austria. En muy poco tiempo demostró su capacidad diplomática al conseguir, a través de la Unión de Arrás (1579), que una parte de las provincias católicas del sur de los Países Bajos volvieran bajo la tutela de Felipe II, y durante los años siguientes emprendió el sometimiento por las armas del resto de las provincias rebeldes pues, tras el Acta de Abjuración (1581), estas habían hecho imposible la reconciliación con su soberano.
- “La Liga Católica francesa y la Monarquía Hispánica (1585-1598)”, por Fabrice Micallef, Université Paris-Sorbonne. Esta organización fue un movimiento político y religioso que hizo su aparición en Francia en 1585, a raíz de la muerte de Francisco de Valois, duque de Anjou y hermano y heredero del rey Enrique III, quien no podía tener hijos. A la muerte de aquel el nuevo heredero de la corona resultó ser Enrique de Borbón, rey de Navarra y jefe de los protestantes franceses, lo que provocó la inquietud de los católicos más intransigentes, para los cuales la llegada de un hugonote al trono abocaba al reino a la condenación.
- “Farnesio y Felipe II, estrategias contrapuestas” por Bernarndo J. García García, Universidad Complutense de Madrid y Fundación Carlos de Amberes. La correspondencia de Alejandro Farnesio con Felipe II entre 1590 y 1592 nos ofrece un testimonio excepcional de las tensiones que provocaría la decisión de emplear lo mejor del Ejército de Flandes en el socorro de la Liga Católica francesa para defender París, lo que acabaría con la estrategia de recuperación de los Países Bajos emprendida por Farnesio en 1578.
- “Alejandro Farnesio frente a Enrique IV. La primera entrada en Francia (1590)” por Eduardo de Mesa Gallego, Fundación Carlos de Amberes. En 1590, siguiendo las órdenes del rey, el príncipe de Parma dirigió una expedición cuya misión consistía en auxiliar a la Liga Católica francesa en su lucha contra la facción liderada por el pretendiente al trono de Francia, Enrique de Borbón. Desde el punto de vista militar la jornada puso de manifiesto dos concepciones de hacer la guerra totalmente diferentes.
- “Enrique IV de Francia y su ejército” por Benjamin Deruelle, Université de Lille SHS-IRHIS. Cuando redactó su Gouvernement de la cavallerie légere, a primeros del siglo XVII, Giorgio Basta –gentilhombre de origen albanés nacido en Rocca, sur de Italia– ya tenía una amplia experiencia militar. Oficial proveniente de la clase de tropa, se había destacado sirviendo a los Habsburgo en Hungría, Transilvania, Países Bajos y Francia, donde había servido bajo las órdenes de Alejandro Farnesio, cuyo primer gran adversario fue Enrique IV. Para Basta, ambos hombres encarnaron el ideal del príncipe guerrero y capitán infatigable, iniciadores de las reformas militares de finales del siglo XVI.
- “La última campaña. La entrada en Francia y el socorro de Rouen (1592)” por Davide Maffi, Università di Pavia. Cuando Alejandro Farnesio abandonó Francia, en noviembre de 1590, prometió volver pronto a la cabeza de un gran ejército para poder asegurar a la liga la victoria definitiva sobre Enrique de Navarra. En realidad, los meses siguientes vieron al general italiano totalmente ocupado en restablecer la frontera septentrional de los Países Bajos leales, acosada por las continuas ofensivas del ejército de Mauricio de Nassau, que había aprovechado la ausencia del general católico durante la campaña anterior para recuperar parte del terreno perdido desde 1578, sitiando y tomando unas cuantas plazas, en particular la de Breda, cuya pérdida había sido muy sentida.
- “Cuarenta mil ángeles vengadores. Hicks Pachá y la batalla de Shaykan, 1883” por Michael Asher. El relato de la lucha a muerte de la columna del Pachá Hicks con las fuerzas de el Mahdi en el bosque de Shaykan causó una gran conmoción en el mundo occidental de la época. Tras bajar a lo largo del río Nilo e internarse en las salvajes estepas del oeste de Sudán, la expedición egipcia organizada por el Pachá fue emboscada y rodeada por una fuerza de derviches mucho más numerosa, que conocía el terreno y cada movimiento de los egipcios. El enfrentamiento entre un pequeño ejército moderno y un enorme contingente de sudaneses de origen tribal, armados con lanzas y espadas, y animados por un líder religioso, se convirtió así en un símbolo de la lucha de los países dominados contra un gobierno colonial.
Especial IX: Tercios (III) – Norte de África
El norte de África fue un frente en constante ebullición para los ejércitos de la Monarquía Hispánica, donde cosecharon importantes victorias, pero también dramáticas derrotas ante una pléyade de enemigos cuya forma de guerrear era totalmente diferente a la europea. Su despliegue perseguía mantener a raya a turcos, piratas berberiscos y marroquíes, salvaguardar la península ibérica y el resto de posesiones de los Habsburgo y, en definitiva, controlar el Mediterráneo. A través de las páginas de este especial se expondrán las claves más importantes para comprender la sufrida presencia española en las costas norteafricanas durante los siglos XVI y XVII.
- Los españoles en el norte de África (siglos XV-XVII) por Mercedes García-Arenal (CSIC), por Mercedes García Arenal (CSIC). La prolongada presencia de la Monarquía Hispánica en el norte de África durante los siglos altomodernos (XVI- XVII) es, como la acción colonial en el Marruecos del XIX y primera mitad del XX, un capítulo al que los historiadores hancomenzado a prestar atención recientemente. Fundamentada sobre una ideología de cruzada y de defensa de los intereses españoles más allá de sus fronteras, esta presencia norteafricana tuvo una importancia clave para el Imperio, y fue un escenario clave para la política exterior hispana en los siglos XVI y XVII.
- El espíritu de cruzada en la Europa moderna, por Pedro García Martín (UAM). Hasta hace poco parecía obvio considerar las cruzadas como un fenómeno exclusivo del medioevo, ¿pero no se prolongaron acaso en el mundo moderno con
los enfrentamientos entre los ejércitos cristianos del Papado y el Imperio hispánico y los del Gran Turco en los asedios de Viena, Malta o la batalla de Lepanto? El papa mantuvo el planteamiento de iglesia asediada por los enemigos de la fe, parapetando a la cristiandad tras un muro ideológico, sin olvidar la antigua idea de avanzar hacia Jerusalén, como aún intentaba hacer Eneas Silvio Picolomini en 1459, o enfrentar al enemigo en su propio territorio, como la Monarquía Hispánica con las empresas de Túnez y Lepanto.
- Los enemigos de la Monarquía, por Equipo CEDCS (Universidad de Alcalá). Los territorios peninsulares unificados por los Reyes Católicos se forjaron a lo largo de la Edad Media como el contrapunto al prestigioso mundo musulmán de al-Ándalus, al que por el sur llegaban periódicamente refuerzos militares, importantes influencias culturales, y el oro del alto Níger. Al otro lado del Estrecho, las diferentes dinastías magrebíes intentaban mantener su independencia frente al empuje turco. Los adversarios de la Monarquía en estos siglos fueron múltiples, muchos de ellos oriundos del norte de África, al que los españoles llegaron como potencia invasora.
- La guerra en el norte de África, por Julio Albi de la Cuesta. La rivalidad hispano-turca en el Mediterráneo, que abarca gran parte del siglo XVI, no solo tuvo comoteatro de operaciones el mar y sus islas, sino que incluía sus dos riberas. Mientras que en la septentrional se limitó fundamentalmente a golpes de mano, en la
meridional, la Berbería de los españoles, adquirió un carácter endémico, propiciado por la existencia de las denominadas “regencias berberiscas”, que, tironeadas entre las dos grandes potencias, practicaban una política ambigua que perseguía preservar, no siempre con éxito, su autonomía.
- Un soldado de Berbería, Diego Suárez Montañés, por Miguel Ángel de Bunes (CSIC). El protagonista de este artículo, un soldado casi anónimo originario de una pequeña localidad asturiana,
escribe un poema titulado El Ramillete Oranés, en el que dialogan un militar que sirve en Orán-Mazalquivir con otro que lo hace en Italia para dirimir cuál de estas zonas es más importante para Felipe III. Como resulta lógico, la disputa no tiene una solución satisfactoria, ya que ambos son miembros de unos ejércitos que ayudan a mantener el edificio político y territorial de los Habsburgo. A través del ejemplo de este soldado, podemos adentrarnos en la vida de los defensores de las plazas de Berbería y cómo vivían su estancia en los presidios.
- La conquista del Peñón de Vélez de la Gomera (1564), por Eduardo de Mesa (Fundación Carlos de Amberes). La lucha por el control delMediterráneo entre la Monarquía Hispánica y el bloque formado por el Imperio otomano y las regencias berberiscas durante el reinado de Felipe II se suele explicar a través de la derrota de Los Gelves (1560), el asedio de Malta (1565), la batalla de Lepanto (1571) y la toma y pérdida de Tunez (1573-1574). Sin embargo, la disputa fue mucho más rica en acontecimientos históricos cuyo estudio nos ayuda a comprender con mayor profundidad dicho enfrentamiento.
- Galeras y aprovisionamiento de presidios (1497-1610), por Manuel Lomas (Universidad de Valencia). La ocupación de los presidios hispanos en el norte de África supuso una pesada carga para la Hacienda real, y un auténtico desafío logístico para una armada que debía aprovisionarlos de forma regular con hombres, dinero y pertrechos. Junto a los viajes regulares de las galeras españolas, el comercio en unas ocasiones, y el saqueo de las tribus cercanas en otras, fueron otra de las fórmulas para que los gobernadores de las plazas norteafricanas fueran capaces de sostenerlas.
- Los soldados musulmanes de los Austrias. Mogataces y “moros de paz”,por José Luis de Mesa Gutiérrez. Los defensores de las guarniciones clasificaban a los indígenas vecinos entre “moros de guerra”, aquellos a los que combatían,“moros de paz” aliados unas veces circunstanciales y otros permanentes, y mogataces, a los que utilizaban como espías o exploradores, y que percibían una paga del rey de España. Eventualmente, el elevado número de mogataces en los presidios llevó a la creación de unidades creadas ad hoc que comenzaron a servir junto a los españoles en las operaciones exteriores.
- El limes hispánico en el norte de África. Ciudades, castillos y baluartes en los siglos XVI y XVII, por Antonio Bravo Nieto (UNED). Durante varios siglos la Monarquía Hispánica levantó una frontera en las costas norteafricanas, en la que se emplearon todos los recursos disponibles para fortificar ciudades o puntos costeros que previamente habían sido ocupados o conquistados. Este esfuerzo se materializó sobre el espacio comprendido entre la desembocadura del río Sebú, en el Marruecos atlántico y la ciudad de Trípoli, al considerar que se trataba de una zona prioritaria para sus intereses geoestratégicos.
- Cautivos,renegados y retornados, por Cecilia Tarruell (Instituto Universitario Europeo de Florencia). Durante los siglos XVI y XVII la situación vivida en las aguas del Mediterráneo fue de guerra permanente. El conflicto vino marcado por el enfrentamiento entre las dos grandes potencias hegemónicas de la región: la Monarquía Hispánica y el Imperio otomano. Una de las consecuencias de este conflicto fue la multiplicación del número de cautivos en ambos bandos. Las condiciones de su captura, la vida durante la detención, o las formas de acceder a la liberación son aspectos esenciales de lo que ante todo fue un lucrativo negocio.
- El espionaje y la jornada de Argel (1541), por Gennaro Varriale (Universidad de Alcalá). El siglo XVI será una edad de oro para el espionaje hispánico. El incremento de la confrontación bélica en el Viejo Continente, las innovaciones tecnológicas en todos los campos del saber, el debate intelectual del Renacimiento y el descubrimiento del Nuevo Mundo patrocinarán el perfeccionamiento de una actividad vital para la guerra. Además, el avance arrollador del Imperio otomano hacia Poniente impone un desarrollo en la acumulación de información sobre un enemigo que parece invencible, tanto por tierra como por mar.
- Las guarniciones africanas durante el siglo XVII, por Antonio J. Rodríguez (UNED). Las fronteras españolas durante la Edad Moderna eran extensas, y en ellas se encontraban vecinos peligrosos, beligerantes y nada fiables, como los estados musulmanes de las costas norteafricanas. Enemigos religiosos que en pocas ocasiones mantuvieron largos períodos de paz o tregua y que, en general, tuvieron como uno de sus principales ingresos la piratería y el tráfico de esclavos. Las fortificaciones hispanas en el norte de África posibilitaron la permanencia de las armas españolas en esta zona, pero terminaron por crear a su alrededor una serie de asentamientos y formas de vida de frontera únicos.
- La vida del soldado en los presidios africanos de la Monarquía Hispánica, por Luis Fé Cantó (Universidad de Limoges). La estancia española en el norte de África dio lugar al surgimiento de una sociedad fronteriza muy particular, expresión del medio hostil en el que se hallaba inserta. Compuestas por una mayoría de varones, muchos de ellos militares, y sometidas con frecuencia a todo tipo de carestías y a un aislamiento geográfico total, resulta llamativa la resistencia de los españoles a las penurias, y la escasez de deserciones en estas plazas, prefiriendo los soldados participar en el saqueo de las tierras cercanas que pasarse a las filas de los infieles.