Montgomery, Alan Moorehead

“Es un general loco. Tienen que recurrir a la camisa de fuerza para sujetarlo”

Esta es una biografía escrita claramente “en caliente” ya que apareció publicada, originalmente en 1946. Debido a la cercanía del autor al biografiado, en muchos momentos nos parece adivinar la mano del propio Montgomery guiando la pluma del autor. De ningún otro modo se pueden comprender la precisión de los datos sobre su vida personal, ni tampoco las flagrantes omisiones que encabeza la ausente batalla de Arhem.

Lo primero que merece la pena señalar es que a pesar de que el grueso del libro corresponde, como no podía ser menos, a la segunda guerra mundial, no hay un estudio detallado de ninguna operación. El libro es minucioso al relatar como Montgomery organizaba su rutina, su modo de relacionarse con sus subordinados, y su afán en aumentar la moral de sus tropas. Pero es parco, lacónico, en lo que a las maniobras militares se refiere. Naturalmente, siempre ronda el afán de justificar cualquier error, o sombra de error: Montgomery se opuso al desembarco en Sicilia, Montgomery se opuso a la campaña de Italia, aquí le faltaba gasolina, allí hizo mal tiempo…aquí tenía razón, y si tenía razón, tenía que obtener lo que le habían prometido…Montgomery nunca se equivocaba.

Especialmente interesante resulta el origen del hombre. Montgomery fue gravemente herido casi nada más entrar en combate en la PGM, por lo que tuvo que pasar el resto del conflicto como oficial de Estado Mayor. No era un hombre surgido de la nada. Tuvo un permanente interés en el estudio de las tácticas de infantería, y aunque su experiencia previa con acorazados era nula, se preocupó mucho por estudiar la cuestión durante y después de la SGM. Era un oficial intelectual, dedicado al estudio y a la enseñanza, por lo que su base teórica, al comenzar el conflicto, era impecable. Pero, como ya he comentado y creo que hay que remarcar, carecía de toda experiencia, práctica o teórica, con las unidades acorazadas.

El autor no elude esta evidencia. No pretende dotar a Montgomery del halo de la genialidad, solo del trabajo constante y responsable, de la planificación cuidadosa, y del sentido común. Bastante trabajo tiene con tratar de evitar todas las acusaciones de megalómano, exhibicionista, ambicioso y ególatra, intentando dibujar la imagen de un hombre sencillo, profesional, y de costumbres casi espartanas, que choca debido a su sencillez con los sofisticados, e ignorantes, políticos y civiles con los que se encuentra.
En resumen, una obra interesante para conocer el origen de Montgomery del Alamein, pero con un valor meramente anecdótico en lo que a la Segunda Guerra Mundial se refiere.

DATOS DEL LIBRO

  • 16.0×24.0cm.
  • Nº de páginas: 362 págs.
  • Editorial: INEDITA
  • Lengua: CASTELLANO
  • Encuadernación: Tapa dura
  • ISBN: 9788492400232
  • Año edicón: 2008
  • Plaza de edición: BARCELONA

33 comentarios en “Montgomery, Alan Moorehead

  1. – ¿Es en la reprende al autor por no haber tratado El Alamein ? Es por no bajar al trastero con una pala a buscarlo. Monty, siempre tan estirao.

  2. Debe tener el valor de la cercanía de un periodista inglés empotrado en el VIII Ejército inglés pero, por lo mismo, debe de ser un libro hagiográfico de líder militar inglés de la SGM. Y mas si se publicó en 1946.

  3. A mí el libro me defraudó profundamente; lo encontré insulso.
    Me sorprendió negativamente en el afamado autor de Trilogía Africana.
    Saludos.

  4. No, el Alamein si que lo trata. Es la única batalla que, por comparación, tiene cierto protagonismo.

    Yo estoy con Ignacio. Precisamente de su cercanía al biografiado se podía esperar mucho más.

  5. Es una alegoría a la figura de Monty, vamos por no decir que el autor es un «pelota» total del Mariscal y lo idolatra hasta la náusea. Un libro para tener en la estantería pero para tener claro por quién y de quién está escrito.

  6. Bufff, pues si este trabajo «tufa» no os quiero contar las propias memoras de Montgomery editadas por Tempus. Que un periodista diga que Monty era perfecto hasta se puede entender, pero que lo diga el propio Monty de si mismo es ya la egolatría llevada al extremo. Se me quedó marcado especialmente el capítulo dedicado a Market-Garden donde hacía una lista de «culpables» del desastre, donde él por supuesto como responsable militar no aparecía. Lo que más me chocó es que llegó incluso en culpar a los pilotos de los Dakota. Desde luego es digno de leer.

  7. Gracias por tan clarificadora reseña Urogallo. Un libro descartar. Desde luego que Montgomery ha pasado a la historia – amén de por su mitificada victoria sobre la DAK de El Alamein – por la fama de «megalómano y ególatra». Recuerda la figura de otro general de renombre en la II Guerra Mundial y lider de las fuerzas de Naciones Unidas en la Guerra de Corea, Douglas MacArthur, el «Virrey de Japón», un ser aún más megalómano y ególatra que el británico, magníficamente retratado en la imprescindible «La Guerra Olvidada» de David Halberstam.

    Saludos

  8. ¡ Glorioso libro !

    La autobiografía de Mc Arthur es el libro más dementemente ególatra que he podido leer jamás: Se limita a acumular cartas donde se le ensalza, o discursos laudatorios hacia su persona…Apabullante.

  9. Montgomery fue muy idolatrado en su época. Los británicos necesitaban algun general que ejerciera de símbolo. Ahora todo el mundo se mete con él, pero tenía sus virtudes.
    Es curioso que el otro general icónico aliado, el también ególatra Patton, sigue siendo una vaca sagrada. Personalmente me caen igual de mal los dos.

  10. Qué duda cabe que Monty tenía sus defectos: era un hombre seguro de sus cualidades y seguro también de que todos los demás no las poseían en igual grado. Cabreó a los americanos por tratarlos como paletos o más como tenderos que como soldados. La propaganda, como se ha dicho ya en el foro, le ensalzó. Sin embargo, tenía muchas cualidades. Era un gran entrenador de hombres y un comandante operacional excelente. Se recuerda su pifia de Arnhem, aunque él quedó convencido de que sus proyectos se habían cumplido en un 90 por 100. Después de todo, los alemanes no podían hacer nada a estas alturas; los aliados se podían permitir fallar, los alemanes, no.
    Normalmente se recuerda solo su victoria sobre Rommel (o deberíamos decir san Rommel, ya que la mitología que rodea a este general, un «maestro de la autopromoción», como le llama Karl Frieser, es tan o más equívoca que la de Monty); sin embargo se olvida que Monty luchó en la retirada de Dunkerque, salvando a buena parte de su división en medio del desastre. Y que fue el artífice de la batalla terrestre de Overlord, es decir, el autor de la derrota de san Rommel. La batalla, pese al increible empecinamiento defensivo de los alemanes -favorecido por el terreno más que por la capacidad de combate de la Wehrmacht- fue exactamente como la planeó Monty, ni más ni menos (con retrasos comprensibles, claro). Luego cerró la bolsa de Falaise, junto con su subordinado, Patton, en una de ls victorias más aplastantes de la historia militar. Y su actuación en el flanco norte de las Árdenas también fue significativo.
    Era un personaje ególatra y malencarado, pero nunca fue la mitad de mentiroso que Manstein, cuyas memorias se te caen de las manos al comprobar que se ha olvidado de sus responsabilidades en las matanzas en Polonia y la URSS.

  11. Bueno,parece un libro a descartar. El año de su publicación y el enfoque que del personaje hace el autor, Alan Moorehead, desde luego no invitan mucho a su lectura.

    Tengo las memorias,publicadas por Tempus todavía por leer,y éste sí que es un libro que tengo muchas ganas de hincarle el diente a pesar de algún que otro comentario que he leído anteriormente.

    Un saludo.

  12. Un mentiroso es un mentiroso, diga una o veinte mentiras. Para mi es igual de mentiroso Monty que Manstein, no los diferencio por la cantidad o calidad de sus mentiras, que además, interiorizan y acaban creyéndose a la perfección. Ya le valía a Monty aplastar a Rommel (para mi no es santo de nada), con las fuerzas de las que disponía, tanto en EL Alamein como en Normandía. Aun así, en la Operación Goodwood le dieron para el pelo, otra de sus ingeniosas operaciones.

  13. EMonty no participó en el exterminio deliverado de inocentes para servir a propósitos criminales, cosa que hicieron Manstein y otros muchos como Manstein. Esa es la diferencia entre unas y otras mentiras. Y reprochar a Monty o a cualquier otro comandante que utilize todas sus fuerzas para derrotar al enemigo, es absurdo. ¿Es que acaso san Rommel no hizo lo mismo cuando tuvo ocasión? Goodwood solo fue una derrota a medias: los aliados perdieron calendario en su avance, pero los alemanes quedaron exhaustos. Sigo sosteniendo que la batalla, a nivel operacional, se desarrolló exactamente como Monty la pensó. Además, Goodwood no es un desastre comparable a la bolsa de Falaise.

  14. Manstein olvida…¿ Yo estuve allí de verdad?. Más que mentir, elude…construye su leyenda desde la elipsis.

    El libro, estrictamente hablándo, no deja de mencionar los puntos fuertes de Montgomery ( Entrenamiento exhaustivo, gran interés por la profesionalización del soldado, interés en tácticas modernas, adaptadas…)pero pierde todo interés al tratar de divinizarlo, inventándole incluso genealogía nobiliaria.

    No fue un inútil total, no tuvo una gran derrota, solo parones, pero no fue un genio, ni un comandante a la altura de su cometido. Ahora bien, ¿ Tenía Inglaterra otro hombre mejor?. Solo Slim, que estuvo a punto de ocupar su puesto. Comparado con el resto de comandantes ingleses, como Alexander de Túnez, se le puede apreciar mejor.

    Pero el libro no es serio, es una pieza fundamental en una divinización en vida.

  15. Nada, a Leiva, le parecen mal todos los mandos militares alemanes porque el régimen de Hitler organizó el Holocausto. Guderian, von Manteuffel, Heinrici, Rommel, von Rundstedt y todos los demás son bestias sanguinarias sin ningún matiz. Mientras que Rossokovski, Koniev y Zhukov son brillantes tácticos defensores de la democracia popular contra la bestia fascista. Y Montgomery, el mejor militar inglés desde los tiempos de Wellington.

  16. También están mal escritos san Rommel o Emonty sino Rommel o Montgomery y no te reprocho esas menudencias en público. Si descalificas a toda la élite militar alemana por cómplices de un genocida deberías hablar de Zhukov como violador o de Koniev como asesino de prisioneros y dejar de lado lo brillantes que eran como militares, al igual que Rokossovski.

  17. También están mal escritos san Rommel o Emonty que deberían escribirse correctamente como Rommel o Montgomery y no te reprocho esas menudencias en público a falta de otros argumentos (esta redacción corrige la anterior que estaba mal expresada, ¡oh, mea culpa!).

  18. Interesante, voy a ver si me meto en líos.

    Personalmente y por lo que llevo leído concuerdo con Leiva en lo que dice sobre Montgomery, fue un general bastante eficaz a nivel operativo, y sobre todo, creo que su mayor virtud era que nunca se dejaba llevar por los nervios ni por las prisas, por muy delicada que fuera la situación.
    Por otro lado, ciertamente, era un ególatra, y sus memorias son una sistemática destrucción de la labor de quienes le precedieron, hasta llegar a decir que antes de él todo habían sido derrotas en África, lo que no es cierto, a poco que uno recuerde logros tan espectaculares como «Compass» o tan trabajados como «Crusader».
    Por lo demás no consiguió todo lo que se propuso, indudablemente fracasó en Arnhem, aunque siempre he pensado que la idea de partida de aquella operación era genial (una pincelada); e indudablemente sus ofensivas sufrieron retrasos, como en Normandía o en Falaise, donde la bolsa no llegó a cerrarse porque no tuvo la suficiente presencia de espíritu como para desplazar el límite entre ejércitos un poco hacia el norte.
    De todos modos creo que no se puede hablar bien de Montgomery sin hablar de las muchas limitaciones con las que tuvo que lidiar, tanto políticas como militares.

    Por otro lado, el hecho de que Manstein, y muchos otros militares alemanes, apoyaran el nazismo, y fuera cómplices, aunque algunos sólo indirectamente, de las animaladas cometidas por los nazis y por la Wehrmacht (impresionante el libro de Wette al respecto por su claridad), no les quita un ápice de su capacidad militar. Igual que el tildarlos de «culpables» en mayor o menor grado, no cambia para nada la culpabilidad de los militares de otras naciones.
    Volviendo a las memorias de Manstein, como decía Urogallo, es indudable que «olvida», cuando no miente, sobre algunos aspectos. En parte por salvar, supongo, su propio prestigio personal; y en parte porque se estaba convirtiendo en uno de los eslabones del mito de la «Wehrmacht limpia» y de la futura «Bundeswehr». Sin embargo a mi la parte que mas me chirrió de sus memorias, y que desde mi punto de vista más afecta a la idea que tengo de su capacidad como militar, es su constante reclamación de más recursos, y su argumento de que hubiera podido “solucionar” el frente ruso si se le hubieran adjudicado todos los medios. Denota una total carencia de visión estratégica.

    Finalmente, “el” Rommel tampoco es santo de mi devoción. Tan egocéntrico como Montgomery, aunque por otras vías, excelente táctico pero nefasto a niveles superiores, y empeñado en que los suministros llegan en mayor abundancia si uno insiste con mayor vehemencia, su campaña del desierto es un inmenso sinsentido. A fin de cuentas ¿Llegó a darse cuenta en algún momento de que sin el control del mar cada soldado alemán que era enviado a África era un soldado perdido? Quiero pensar que no, porque en caso contrario sus ofensivas son puro narcisismo con bajas.

    En fin, creo que ya he empantanado esto bastante, así que, opino.

    Y saludos.

  19. ¡Que manía la de decirme lo que he de escribir o no escribir! Basta que uno se salga de la línea oficial de “uy, si los alemanes eran en realidad los representantes legítimos de la civilización occidental” para que salten todas las alarmas.
    Quisiera aclarar un par de cosas: no descalifico a toda la «élite militar alemana». Soy capaz de reconocer sus talentos como militares (talentos que, por otra parte, tampoco me parecen demasiado interesantes; matar gente a gran escala lo hace cualquiera). Y también estoy enterado de las barbaridades que cometieron los rusos, Stalin, la Cheka y todo lo demás.
    Se ha citado a Manteuffel, Heinrici, etcétera. No tengo ni idea de lo que hicieron mal o bien; en todo caso, me es indiferente: no son más que personajes secundarios. Pero hubo muchos altos jefes alemanes que dirigieron la guerra junto a Hitler, como Halder, Brauchitsch o Manstein, que aprobaron, secundaron e intensificaron las órdenes para el exterminio de seres humanos en Polonia, Rusia, Grecia y los Balcanes. Eso sin olvidar que no se opusieron a los planes de Hitler de iniciar la guerra sin que mediara agresión alguna por parte de otra nación. Este punto se olvida a menudo.
    Estos señores ganaron mucho dinero y propiedades gracias a la guerra. Manstein se embolsó una buena suma de dinero con las expropiaciones de tierras en Polonia, como prueba Benoit Lemay en su biografía. En 1946, cuando declaró en Nuremberg, dijo que desconocía cualquier noticia sobre la matanza de comisarios políticos soviéticos y judíos en la retaguardia del XI Ejército, formación que mandaba en 1942. Sin embargo, el encargado del Einsatzgruppe que llevó a cabo los asesinatos en la zona, Otto Ohlendorf, no opinaba lo mismo: sin la ayuda activa de la Wehrmacht sus hombres no habrían podido llevar a cabo los actos de salvajismo que se produjeron. Es más, existen fotos (están en el libro de la Osprey sobre Manstein) en las que se ve a soldados de la Feldgendamerie adscritos al HQ de Manstein en Tarnopol llevando a su destino a prisioneros rusos (entre los cuales, por cierto, hay muchos civiles). Supongo que ese día Manstein no se encontraba en su cuartel general (habría ido a ver a su tía Gertrudis a Berlín) y los policías militares aprovecharon para fusilar a unos cuantos cientos de rusos. Ya ves: el criminal más infame de las SS tenía más redaños que el gran mariscal von Manstein cuando llegó el momento de decir la verdad. Supongo que no le tenían reservado ningún cargo honorífico para representar a la Alemania Federal.

    Saludos

  20. Volviéndo sobre el Vizconde Montgomery de El Alemein…¿ Bastante eficaz a nivel operativo K ? ¿ Como definimos eso? Cualquier general que no haya perdido una batalla en medio de una masacre podría ser acreedor de ese título…

  21. Sí, efectivamente, Manstein era un gran comandante operacional. Davout era un soldado eminente en el nivel táctico, no en el operacional, que junto con el estratégico componen la triada del «arte» d ela guerra. Desconozco todo de la carrera de Heinrici hasta el final, en el Oder, así que no puedo opinar.

  22. Por favor, recordemos que el tema es Montgomery…

    Una preguntilla: que significa «nivel operacional»?

    Yo siempre que se habla de Montgomery o Patton me viene la cabeza su campaña de Sicilia. Donde hicieron conjuntamente un grave error: dejar escapar un ejército alemán bastante entero. Tengo entendido que a ello se debe que la campaña italiana se prolongara tanto.

  23. Buf, pues no hay tara 🙂

    Nivel operacional, Roger, dicho «a grosso modo», es la gestión de tropas más o menos entre el Cuerpo de Ejército y la División. Es decir, no tiene el componente político de la estrategia, ni el de pequeñas unidades que corresponde al nivel táctico. (Insisto, «grosso modo», hay definiciones mucho más precisas).

    Dicho esto, la fuga de las tropas alemanas de Sicilia, fue solo responsabilidad de Montgomery, no de Patton, en parte. Esto se debe a que el plan definitivo de desembarcar a en Siracusa y Gela, en vez de en Palermo y Gela como se había previsto en un principio, fue suyo. El resultado fue que su ejército quedó empantanado en el difícil terreno de la costa este de la isla, entre el Etna y el mar, y los alemanes escaparon. Claro que, el terreno montañoso entre Palermo y Messina tampoco era un campo de rosas, véase Troina.
    Si tenemos que buscar un responsable último de que los alemanes escaparan, debemos buscarlo en un estrato superior: Alexander, entonces comandante en jefe del sector mediterráneo y con capacidad para orientar tanto a las fuerzas aéreas como a las navales para cerrar el estrecho de Messina. En ralidad, una de las características de la evacuación alemana, e italiana, de la isla, fue la casi total ausencia de intervención de las fuerzas navales y aéreas aliadas en el sector.

    Con respecto a la habilidad Operativa de Montgomery, mi estimad Urogallo, se puede opinar mucho.
    Creo que era un buen planificador, lo que no significa que sus planes fueran un dechado de arrojo, ni de imaginación, pero si que estaban meticulosamente elaborados, incluso con poco tiempo.
    Igualmente era buena en la cuestión logística. Independientemente de que los aliados tuvieran de todo, que no siempre, nunca le faltó suministro a media operación.
    Además era un tipo bastante tranquilo en lo que a la ejecución de las operaciones se refiere, comparesé con Cunningham, que a punto estuvo de cancelar Crusader justo antes de obtener la victoria; y a la vez sabía dar la importancia justa a los hechos relevantes, a diferencia de Ritchie, que en plena debacle de Gazala estaba pensando en avanzar hacia Trípoli porque consideraba que estaba ganando.
    Otra de sus virtudes fue su capacidad para dar moral a sus hombres, y para hacerles sentir parte de un todo. Era lo suficientemente populista como para resultarles simpático, lo que siempre es una buena baza cuando vas a lanzarlos a la batalla; y por otro lado conseguía que olvidaran el miedo que tenían al adversario, por ejemplo cuando se negó, en África, a que se siguiera hablando de Rommel, Rommel por aquí, Rommel por allá.
    Por supuesto son apuntes, sobre los que se puede profundizar si el momento lo merece.

    Y, Opino.

    Saludos.

  24. La película Patton protagonizada por George C. Scott y rodada en España describe la campaña de Sicilia como un «tour de force» egocéntrico entre Patton y Montgomery. El que los alemanes escaparan de Sicilia por el itsmo de Messina se debe mas a su astucia que a negligencia de los aliados, creo yo. El libro de Atkinson es muy bueno para describir la campaña de Sicilia y de Italia (El día de la batalla: la guerra en Sicilia y en Italia. Edit. Crítica).
    Koenig ¿me podrías detallar generales españoles arquetípicos del genio estratégico, operacional y táctico?

  25. Buenas noches Vicente.
    Indudablemente los alemanes tuvieron su propio mérito, igual que los italianos, no olvidemos, cuya operación paralela salvó a casi todas las fuerzas móviles italianas en la isla. 52.000 alemanes y de 70.000 a 75.000 italianos abandonan la isla.
    De todos modos, si recuerdo bien el libro de Atkinson, no tan bueno como el referido a Torch y la campaña de Túnez, no se centra mucho en esta Op. Lehrgang.

    Con respecto a los generales españoles, lo cierto es que no soy muy ducho en ellos, principalmente porque no participaron en las guerras que conozco mejor.
    Ahora, por la habilidad que tuvo para desplazar medios y recursos, forjar alianzas y enfrentarse a multitud de problemas, probablemente nuestro Felipe II no fue mal estratega, sobre todo teniendo en cuenta las multitudes a las que tuvo que enfrentarse.
    En el aspecto operativo, aunque no propiamente dicho pues no se había inventado tal nivel militar, un Gonzalo Fernández de Córdoba o el Duque de Feria pueden destacar por su habilidad a la hora de desplazar sus ejércitos.
    En el aspecto táctico estoy más pez, lo reconozco.

    Saludos.

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