Memorias de Godoy, Enrique Rúspoli

He leído atentamente las Memorias de Godoy y debo de decir en honor a la verdad que he cambiado mi actitud ante este histórico personaje. A mí, solo me había llegado la versión crítica del mismo: Inculto y zascandil, que escaló los mas altos puestos del Gobierno de la Nación, gracias a su amistad intima con la reina Maria Teresa- llegan a atribuirle la paternidad de la futura Isabel II y del príncipe Francisco de Paula- con el consentimiento de su esposo Carlos IV. Y debo de decir que no es la primera vez que leía este análisis y es más, hace algunos días volví a oírlo y de persona que se reputa como conocedor de la Historia de España. Que entregó España a Napoleón y que convenció a los reyes para que partieran con su familia a Francia. Amén de que, por otro lado, había realizado una amortización de los bienes comunales y eclesiásticos y se había lucrado con los mismos. Y que amasó una gran fortuna, por caminos diversos, poniendo gran parte de ella a salvo en el extranjero.A lo largo de esta lectura, he podido analizar todos estos asertos, constatando que en su mayor parte solo eran afirmaciones intencionadas propaladas por sus enemigos políticos y en muchos casos para exculparse de muchas de estas acusaciones hechas por ellos mismos. Y no es solo por las afirmaciones que Godoy hace, sino aquellos que en su tiempo y una vez leídas sus Memorias opinan sobre ellas y la actuación de su autor.

El retraso en la publicación de sus Memorias, lo que para la inmensa mayoría de los españoles se debía a un sentimiento de culpabilidad, afirma es debido a la fidelidad a la palabra empeñada con el rey Carlos IV, para que no las publicara  hasta después del fallecimiento de Fernando VII. Muerto éste y liberado de su promesa, es cuando decide la publicación de las mismas. A través de su lectura, vemos que refuta una a una las acusaciones que le habían venido haciendo la camarilla de Fernando VII, entre los que se encontraban: el ministro Izquierdo, Ceballos, el duque del Infantado, el canónigo Escoiquiz y el conde de Toreno.

Ante las acusaciones que le hacían, de que apenas sabía leer y escribir, cita los maestros que tuvo hasta los diecisiete años, en que parte para la corte. En cuanto a su amistad con Carlos IV, esta se mantuvo hasta la muerte de este. Le llamaba en muchas ocasiones de palabra y por escrito “mi amigo intimo” y “mi único amigo”. Y para librarle de las asechanzas de sus enemigos, le prepara una boda de estado con la condesa de Chinchón, hija de su tío Luis, infante y grande de España, emparentándole por ello con la Familia Real.

Una de las críticas que siempre se le hicieron es su alianza con Francia. El expone que la causa principal fue el constante hostigamiento de Inglaterra y los continuos ataques a nuestras naves haciendo peligrar el comercio con las Indias, sin guerra declarada y desde 1796.

Al contrario de muchos de los consejeros de de Carlos IV que le decían cediese a las propuesta de Napoleón para evitar males mayores, se opuse a ello, por varias razones: que no era honroso que renunciase el rey, cincunvenido por un principe extranjero y que era imposible que coronando Bonaparte al principe de Asturias, no le cobrase su estipendio y peor que eso todavía, que no hiciese de el y de España un feudo de su Imperio, comenzando por agregar al imperio francés las provincias de Epaña contenidas entre el Ebro y los Pirineos.

Denuncia el doble juego de Fernando VII, de acuerdo con Napoleón para hacer ceder el trono a Carlos IV. Se presenta a la vez que un hombre ilustrado y protector de los mismos, como un católico interesado en proteger al Papa y los intereses de la Iglesia. Muy interesantes y aclaratorias son las conclusiones y los documentos citados al final de las Memorias, que demuestran el rigor con que estas fueron escritas.

Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788497347112
Nº Edición:1ª
Año de edición:2008
Plaza edición: MADRID

4 comentarios en “Memorias de Godoy, Enrique Rúspoli

  1. Estaba esperando algún comentario sobre este libro. Hace tiempo que estoy interesado sobre esta figura, la percepción que yo tengo es como la tuya, bastante negativa. Habrá que echarle un ojo, a lo mejor no es tan malo como lo pintan, sobre todo por lo que cuentas en la reseña. Me lo apunto. Gracias por la información.

  2. A la que pueda, cae en mis garras. Es un libro que tengo ganas de leer, ya que Godoy me parece un personaje interesantísimo. En cualquier caso, creo que debemos ser prudentes a la hora de juzgarlo, ya que las escribió bien entrado el siglo XIX y, claro, por lo que podía juzgarlo todo con la perspectiva del tiempo y encajarse a él mismo en aquel aquel periodo de ignominia.
    Saludos,

  3. Es una figura interesante que le tocó vivir en un mal momento para España. Cualquiera de las opciones a elegir era mala, por un lado las presiones de Napoleón, por otro los derechos y reclamaciones al trono, la reciente Revolución Francesa, la caída de los absolutismos, la guerra contínua tanto oficial como extraoficial contra Inglaterra y el acoso a las Amércias. Como en todo, hay historiadores que son bastante duros con él y otros que lo defienden, como es el caso del libro que nos ocupa. De todas formas, creo que él no está exento de culpa de lo que le pasó, más que nada por que seguía siendo una época en que los dirigentes estaban muy distanciados del pueblo llano y eso en una épcoa convulsa es peligroso para cualquiera que ostentase el poder.

  4. El libro es fantástico. Se puede complementar su lectura con el libro de Emilio La Parra sobre Godoy, que está en Tusquets, que para mi gusto es mejor. Godoy es uno de los personajes menos comprendidos de la historia española, pasto de reaccionarios, curas y escritorzuelos cutres. Con todos sus errores, tuvo que bregar con la familia real más incapaz y miserable de Europa (sin contar la de Nápoles, que también tenía origen español). Creo que fue Mesonero-Romanos quién le visitó en su mísero apartamento de París, en el exilio, y dejó constancia de sus últimos años, olvidado y empeñado el pobre en restituir su honor.

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