Los primeros y los últimos, Adolf Galland

Adolf Galland está considerado como uno de los más grandes ases de la aviación militar durante la Segunda Guerra Mundial, su figura va asociada al derribo de más de cien aviones enemigos alcanzando a los treinta años el grado de general, estamos pues ante uno de los mejores pilotos de la Luftwaffe alemana. Su trayectoria fue desde luego impresionante, su dominio del pilotaje y su pasión por el arma aérea condujeron inalienablemente hacia una carrera de éxitos, como así sucedió, independientemente de que al final la guerra la perdiese la Alemania de Hitler.

Las memorias que yo he podido leer son las publicadas allá por los primeros años 50 por la mítica editorial AHR, una de esas editoriales que contienen verdaderos tesoros escritos sobre la Segunda Guerra Mundial y sus personajes. Así pues, nos encontramos ante un trabajo memorístico que abarca desde los comienzos de Adolf Galland en aquellos vuelos sin motor, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 con la derrota final de Alemania.

Adolf Galland presenta estas memorias desde una óptica transversal, es decir, no sólo se centra en describir y narrar sus acciones de combate, también dedica numerosas páginas a relatar las peliagudas cuestiones estratégicas derivadas de su posición como Inspector General de Cazas, cargo “burocrático” que le alejó del pilotaje propiamente dicho, pero desde el que destaco igualmente por su gran capacidad de análisis y su certera visión sobre el futuro de la aviación de guerra. Galland tuvo sus primeras experiencias de combate en la Guerra Civil española, la Legión Condor supondría su bautismo de fuego y siempre sería recordada por él con suma satisfacción, España está muy presente en sus comentarios, desde luego fueron momentos que nunca olvidaría. Una vez comenzada la guerra mundial se centra ya en su destreza como piloto de combate, la invasión de Polonia vería su participación y el comienzo de su brillante carrera, Francia y, sobre todo la Batalla de Inglaterra centran casi un tercio de la obra. Esta última batalla condujo a Galland a extraer una serie de valiosas enseñanzas que marcarían su devenir durante el resto de la contienda. Para Galland, la Batalla de Inglaterra supuso la lucha por la superioridad aérea independiente de las operaciones terrestres, además de poner en práctica el bombardeo estratégico diurno con escolta de cazas y el nocturno, a esto podríamos añadirle el empleo de la aviación de caza en tareas de caza-bombardeo y la guerra aérea contra las comunicaciones marítimas. ¿Se consiguió el éxito? Para nuestro protagonista estaba claro que no, o al menos no de una manera completa. La falta de una logística adecuada, la inexperiencia y una inadecuada planificación tecnológica hicieron el resto. A partir de entonces, el realismo de Galland hace acto de presencia, como él mismo comentaba las exigencias germanas debían satisfacer otras exigencias abrumados por la disminución de recursos que imposibilitaban proteger el techo de su propia casa. En estas declaraciones noto cierto pesimismo en Galland, creo que se dio perfecta cuenta de que Alemania necesitaría replantearse su concepción estratégica aérea, la defensa debería imponerse al ataque sin sentido, en cierta manera él está convencido de que los británicos actuaron formidablemente en el ámbito operacional donde la defensa de su territorio alcanzó su máximo exponencial derrotando a los germanos, defender no es siempre señal de debilidad.

Una vez que entra ya de lleno en su labor como gestor, los encontronazos con Goering y con el propio Hitler son una constante, su visión operacional estaba en las antípodas con las del dictador alemán, este último, con una equivocada óptica de lo que significaba la nueva concepción de la guerra aérea, apostaba por la producción en masa de bombarderos que contribuyesen a mantener el acoso aéreo a los Aliados; Galland, por su parte, creía totalmente disparatada esa idea y luchó por intentar hacer entrar en razón a Hitler sobre la conveniencia de oponerse a las incursiones aliadas con una adecuada producción de cazas. Su apuesta estaba claramente dirigida al entonces innovador caza a reacción Me-262, su primera experiencia a los mandos de uno de estos nuevos cazas no dejan lugar a dudas sobre la proyección que este nuevo tipo de aparato hubiese significado para el devenir de la guerra. Hitler se negó y nada se pudo para hacer avanzar con éxito este nuevo prototipo de avión. Es desde luego descorazonador leer la tremenda batalla que tuvo que presentar Galland para convencer a Hitler de la nueva orientación táctica que debería seguir la Luftwaffe, su intento sólo puede definirse como un fracaso total.

En definitiva, unas memorias que ofrecen una variedad interesantísima sobre todos los aspectos del arma aérea alemana durante la Segunda Guerra Mundial, aquella que se logra mostrar desde el pilotaje y el consiguiente combate, y otra menos espectacular tal vez, pero no por ello menos importante, la de las decisiones desde los despachos. Desde abajo se decía la suerte de los de arriba……curiosa paradoja.

3 comentarios en “Los primeros y los últimos, Adolf Galland

  1. Yo tengo la edición que salió de Altaya. No soy de libros autobiográficos pero estas memorias, a diferencia de la gran mayoria, son bastante entretenidas… y es que Galland tenia una vena bastante irónica. Lo al menos las difruté bastante

  2. Son muy entretenidas, a la vez que ofrecen una visión muy amplia del arma aérea alemana, desde ópticas diferentes, como piloto y posteriormente como gestor.

  3. Un auténtico clásico dentro de las biografías de la SGM y de la temática de la Luftwaffe. Como remata la excelente reseña, una visión de la guerra aérea en todos los aspectos, desde la perspectiva de la cabina de un caza … asi como desde el prisma de la política y los despachos. Hay ediciones modernas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *