Los buenos soldados, David Finkel

Muerte, Miseria y Decepción en la Guerra de Irak

«Fue tan repentino que en un primer momento fue una serie de preguntas, ninguna de las cuales tenían sentido. ¿Qué ha sido ese fogonazo? ¿Por qué todo está en blanco y no veo nada? ¿Qué es ese temblor que me recorre todo el cuerpo? ¿Qué es ese ruido? ¿Por qué hay un eco dentro de mí? ¿Por qué todo está gris y no veo nada? ¿Por qué está todo marrón y no veo nada?, y entonces la respuesta:

-Joder, dijo Kauzlarich
-Joder, dijo el artillero
-Joder, dijo el conductor
-Joder dijo Showman

El humo se despejó. La tierra temrinó de caer. Los pensamientos se ralentizaron. La respiración regresó. Los temblores comenzaron. Las miradas se concentraron en los brazos: estaban ahí. Las manos: estaban ahí. Las piernas: estaban ahí. Los pies: estaban ahí».

Como todo en esta vida, cuando uno se propone algo lo hace convencido de poder llevarlo a cabo. El protagonista de la historia es Ralph Kauzlarich, teniente coronel del ejército de los Estaods Unidos que había entrado en Badgad al mando de unos ochocientos soldados formando parte de la oleada de tropas ordenada por Geroge W. Bush. Llegó a Irak convencido de poder establecer al menos un perímetro seguro, reconducir el estado de anarquía, crear servicios mínimos para la población como una red de alcantarillado o de agua potable, su lema, aun en los peores días: «todo va bien».

La tarea diaria de un batallón de combate de los EEUU en Irak consiste en patrullar una ciudad fantasma, barrios llenos de charcos, de escombros y basura donde cada montículo o esquina puede ser lo último que veas. Donde un niño puede ir cargado de explosivos, o un burro muerto en una cuneta ocultar un IED (bombas de carretera caseras) y que hacían saltar los vehículos por los aires, como el episodio con el que abro la reseña siendo el Humvee de propio Kauzlarich el alcanzado.  Intentar establecer un «área segura» en medio del infierno, una misión más que complicada. En general, intentar poner paz en una anarquía, donde realmente no se sabe quién lucha con quién, ante un enemigo prácticamente invisible, escondido entre las ruinas de la población civil, donde no se sabe quién es amigo o enemigo ni dónde se esconde,  una tarea poco menos que imposible para la primera potencia militar del planeta.

Esta es la realidad del fracaso de Irak, un fracaso al que algunos mandos americanos como Kauzlarich  han intentado poner remedio, se han creído capaces de reverter la situación pero que al final la dura realidad los ha despertado de un bofetón. No hay solución, es una pescadilla que se muerde la cola. Los civiles están entre la espada y la pared: si colaboran con las fuerzas de ocupación la insurgencia les queman sus casas y bienes, o simplemente los matan. Si no colaboran están condenados a vivir en míseros barrios sin alcantarillado, ni luz, ni agua corriente, rodeados de basura, explisiones y muerte, en la más absoluta pobreza y sin esperanzas de salir de esa situación.

Estamos ante un libro duro. En Youtube hay infinidad de videos que muestran ataques a las tropas estadounidenses mientras patrullan, de explosiones al paso de un convoy, de secuestros, de tiroteos y emboscadas. El libro nos lleva a la primera línea de una unidad de infantería de los estados unidos, el batallón 2-16 de Kauzlarich,  que sale a patrullar, que sale con sus Humvees sabiendo que en cualquier esquina puede haber un explosivo que los haga saltar por los aires o ser alcanzados desde cualquier azotea con RPGs, morteros o fuego de fusilería.

«Todo va bien», los sueños de Kauzlarich era demostrar que él si podría con lo que anteriores mandos no pudieron, que él era un hombre que había servido y estado en multitud de conflictos y que éste llegaría a entenderlo y someterlo. Pero había llegado al mismísimo infierno, al epicentro del más absoluto caos. Poco a poco irá viendo como van cayendo algunos de sus hombres, como los primeros y felices días de llegada, de ilusión y de planificación van dando paso a la impotencia, a la rabia, a la frustración, a las primeras bajas y oficios religiosos y finalmente, a las continuas bajas y los continuos oficios religiosos. Ni alcantarillado, ni agual potable ni nada de nada, sencillamente es imposible hacer nada.

El narrador y autor del libro es un periodista que estuvo 8 meses conviviendo día a día con el Batallón 2-16 de Kauzlarich. Todo lo que cuenta son sus propias vivencias como testigo de excepción en la primera línea, o en su defecto, de testimonios directos y contrastados de los que estuvieron allí. Un libro que nos lleva al barro de Bagdag, a la metralla de un RPG estallando al paso de un convoy, a la salpicadura de sangre de un disparo de francotirador, a los vuelos de los Apache apoyando las tropas de tierra, a la guerra en su estado más puro, bruto y sucio.

Lejos de consideraciones políticas, extrictamente basado en el día a día y sufrimiento de unos hombres que luchan convencidos de que están ahí para hacer el bien, para liberar a un pueblo de  la anarquía, para dotarlos de una democracia, el autor hace un guiño contínuo a los falsos y absurdos discursos del presidente Bush, de la hipocresía y la cínica política doméstica donde se quiere vender que todo está saliendo bien e intentando minimizar lo que ocurre realmente en Irak.

Este libro se pone hoy a la venta, yo he tenido el privilegio de poder disfrutarlo unos días antes y me ha gustado mucho, he sufrido mucho y  he sentido el miedo. No me gustaría por nada del mundo ir montado en uno de esos Humvees en espera de la certera explosión, es una cuestión de lotería, será tras ese poste o será tras esa esquina, pero será. Es la cruda y sucia guerra en estado puro, eso que detestamos tanto pero que al mismo tiempo nos atrae.

Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788498921205
Nº Edición:1ª Crítica
Año de edición:2010
Plaza edición: BARCELONA

8 comentarios en “Los buenos soldados, David Finkel

  1. Y sin embargo, no parece que a peasr de su pretensión de verismo refleje la realidad de la situación: aunque a trancas y barrancas, EE.UU ha consolidado otro estado-cliente en un área decisiva…

  2. Yo creo que el libro si refleja la realidad del fracaso estadounidense en el avispero irakí y más con lo ocurrido en las últimas semanas y la salida «oficial» de las tropas de operaciones, cada día hay más y nuevos atentados. Irak está muy lejos de apaciguarse y muy lejos de ser un Estado, creo yo.

  3. Tambien en Argelia llevan arrastrando atentados desde la década de los 90 ( despues del pico de 1994-95 en el que se llegó a la lucha abierta en algunas regiones, para despues decaer ) y el régimen goza de buena salud. La tendencia de Irak va por el mismo camino. En esos paises, una vez que controlas la financiación petrolera puedes «comprar» a una parte de los terroristas o rebeldes o arrinconar a los que no quieran su parte del pastel. Pero es solo una opinión, me temo que en la cuestión de Irak aparecen tesis preconcebidas y propaganda ( de todo signo ), que a fin de cuentas no deja de ser un arma, y de las más efectivas.

  4. Lo tenía apuntado, tiene muy buena pinta, gracias por la precisa reseña jefe.

    Es muy difícil establecer orden y teorías sobre lo que ocurre en Irak, a la vista está, después de unos cuantos años desde la invasión americana todo parece indicar que hay muy poco control, pero es complicado por que la información que nos llega es muy limitada y muy sesgada, solo sobre atentados y poco más.

  5. Bueno, el libro SI refleja la realidad, pero hay que diferenciar lo que es la experiencia directa de la unidad ( verismo absoluto) frente al juicio que podemos extraer de la experiencia limitada de la unidad ( donde ya podemos discutir más).

    El problema es que la unidad se pone a patrullar continuamente «provocando» a los terroristas en lugar de actuar directamente contra ellos, Saddam Style. Cuanto más patrullaban, tratando de traer seguridad, más evidentes aparecían como blancos, y más atraían los ataques enemigos. Posiblemente ahora, sin luz y taquifrafos, las «soluciones» para la «insurgencia» se parezcan mucho más a lo que comenta Von Scheer, y permitan salvar la cara al satelite americano.

  6. Tengo entendido que RBA prepara lanzar una nueva serie de traducciones de Osprey dedicada a conflictos de la Guerra Fría y nuestro siglo XXI…pero imagino que habrá gente en Novilis más enterada sobre la cuestión de marras.

  7. Hay que reconocer que este Obama es payo-gitano, con su Premio Nobel por no haber hecho nada. En Irak, los nortemericanos se montaron su guerrita ilegal contra gente que no podía defenderse; luego lían a medio mundo para que les paguen la reconstrucción; llevan a tropas de la OTAN para que luchen en Afganistán como escolta de los traficantes de opio y de los mismos talibanes que ellos y sus compañías petrolíferas habían protegido antes del 2001. Y ahora, se retiran y santas pascuas, y encima hay que tragarse que se retiran las tropas de combate y sólo quedan 50.000 soldados norteamericanos. ¿De mantenimiento?¿Los que trabajan en los MacDonalds? ¿Se incluye en esta cfra los mercenarios y paramilitares que, en teoría -pero sólo en teoría- operan bajo las órdenes del gobierno iraquí? Pero a diferencia de los soviéticos en 1979 en Afganistán, ellos salen por la puerta grande, como queriendo decir que aún hay que agradecerles que la animalada que han hecho con Iraq (bloqueo, sanciones, bombardeos y, finalmente, invasión, entre 1991-2004) era necesaria para la salvaguarda de la civilización occidental. Y mira que yo dudo que señores como Obama sepan lo que es la civilziación occidental.

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