LA TORRE DEL ORGULLO 1890-1914
Una semblanza del mundo antes de la Primera Guerra Mundial.
¿Quién sería el que bautizó al periodo 1890-1914 como belle-epoque? Los años felices, que los llama Zweig el genio. Más bien sería porque él tenía dinero y era joven.
Tuchman bucea en estos años, analizando ocho escenarios que arrojan luz ( al fin y al cabo eso dice más o menos el subtítulo) sobre los orígenes de la Primera Guerra Mundial. Como es normal en la mayoría de los trabajos, las ocho escenas están centradas en países potentes a la sazón ( y hoy): Francia, Inglaterra, EEUU y Alemania. Digamos que cuatro islas, atravesadas transversalmente por las nuevas ideas políticas y filosóficas de la época, por los adelantos científicos y por el imperialismo rampante.
Voy a resumir brevemente cada uno de los capítulos, ya que se pueden ver como libros individuales: El primero, Los patricios. Inglaterra:1895-1902 cuenta, con parsimonia, todo sea dicho, el modo de vivir de la alta sociedad inglesa, una plutocracia instalada en el bienestar y sin empatía alguna por la clase trabajadora. La nación se encuentra casi en su clímax de poder e influencia mundial, lo que hace de sus dirigentes personas orgullosas, arrogantes y confiadas. El segundo capítulo, Los anarquistas:1890-1914 es uno de los que me pareció más interesantes. En contra de lo que yo pensaba, el movimiento anarquista contribuye en esta época más que notablemente a moldear el mundo. Merece la pena transcribir esta síntesis de Tuchmann: “ Por muy limitado que estuviera en sus acciones, el Anarquismo había impulsado dramáticamente la guerra entre las dos facciones de la sociedad: el mundo del privilegio y el de la protesta. En uno despertó una conciencia social, y en el otro, su energía pasó al sindicalismo aportando sus características de violencia y extremismo…”
El tercer capítulo, El fin de un sueño. Los Estados Unidos de América: 1890-1902, es otro de los que merece muy mucho la pena leer. Se trata de un resumen de la vida política en los EEUU en ese periodo, centrado en la figura del speaker de la Cámara de Representantes Thomas B. Reed. El capítulo viene a resumir el giro hacia el imperialismo en la política exterior americana. Ahí está Mahan, con su “La influencia del poder naval en la historia”, título que el Kaiser hizo que hubiera una copia en cada barco alemán, o la guerra de Cuba, Filipinas…
El cuarto capítulo se centra en la vida política finisecular de Francia, centrándose en el caso Dreyfus. Cuidado, no es un análisis al estilo revista de prensa. Son 60 páginas, por momentos agotadoras (demasiados nombres de diputados y representantes), pero esclarecedoras. Toda una monografía.
El quinto , La Haya:1899-1907, analiza los esfuerzos de los países para poner freno a la carrera armamentística, los problemas diplomáticos que la conferencia trae consigo, las oportunidades perdidas.
Al sexto capítulo es Romaind Rolland el que le pone el nombre: “ La Alemania todopoderosa no podrá mantenerse a flote por mucho tiempo. Nietzsche, Strauss, el Kaiser, el vértigo se apodera de su cerebro. ¡Un heroísmo brutal flota en el aire! “Aquí Tuchmann analiza la situación de Alemania a través de su música, principalmente, argumentando sobre la impregnación ultranacionalista con que el artista alemán, en general, dota a sus creaciones.
Transferencia de poderes Inglaterra: 1902-1911 y La muerte de Jaurès: Los socialistas 1890-1914 son los dos últimos capítulos. Las élites dirigentes se van dando cuenta, a la fuerza, de que el pueblo quiere tomar parte en el gobierno; pero no es un camino de rosas. El título “transferencia de poderes” es sugestivo, pero , al fin y al cabo, poca transferencia hubo; quizás, eso sí, una entrada en liza de la voz del trabajador. El último capítulo, es una historia resumida del socialismo en la belle-epoque, y centrado en la figura de Jaurès.
Todo este collage no es ni mucho menos un manual del estudiante. Yo diría que es un libro para explicar que las cosas no son tan fáciles, y que el crisol de corrientes políticas, filosóficas, sociales, avances tecnológicos, orgullos, nacionalismos y desigualdades en que se convirtió Europa proporcionó un caldo de cultivo letal.
El estilo de Tuchman es muy periodístico, salpicado de muchas anécdotas, muy anotado (aunque al final, y eso no me gusta), del mismo estilo que Los Cañones de Agosto. En su momento lo dije en el blog: el estilo de Rick Atckinson es muy parecido al de Tuchman.
Como punto negativo, sólo decir que a veces las intrigas políticas iban más allá de lo que o quería leer, llegando a ser pesadas ( muchos nombres de políticos antes nunca escuchados, para mí) .
Acaba el libro como la obra maestra Der Zauberberg, La Montaña Mágica: Hans coge su fusil y contento e ilusionado canta mientras acude a filas.
Nº páginas: 560 pags
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788483077825
Colección: ATALAYA
Nº Edición:1ª , Península
Año de edición:2007
Plaza edición: BARCELONA
Vaya Isidoro, de nuevo por aquí, me alegra leerte. El libro es fantástico, a mi me encantó. Esta Señora que ya conocemos por su afamado premio Plituzer es una escritora que combina perfectamente la narrativa con el estilo periodístico y eso enfocado en una época convulsa y revolucionaría le aporta mucha cancha.
Gracias por la reseña Isidoro. Un muy buen libro, muy recomendable.
Hola Isidoro;
En su capítulo sobre los anarquistas, ¿habla algo de las Trade Unions?.
Saludos.
Felicidades,gran reseña Isidoro.
Gran libro y excelente reseña. Yo tampoco sé quién bautizó como belle-epoque a la época. Si te interesa el tema, te aconsejo Años de vértigo, de Philip Blom, que incluso es superior a este de Barbara Tuchman.
Hola amigos,
Pues la verdad es que el libro llevaba en mis entanterías 4 años, desde que se publicó, y siempre con ganas de leerlo. No decepciona. ¿No pensáis que hay poco escrito sobre esta época en español? Es mi sensación.
Rodrigo, a mí me ha gustado este más que Los cañones de Agosto. Por ahí tengo el del telegrama Zimmerman. Veremos.
Ignacio, no recuerdo cuánto toca de las Trade Unions. Tocarlas las toca, pero no es el centro del capítulo ni mucho menos. Poca cosa, creo recordar. No tengo el libro conmigo (¡¡¡Dios!!! qué harto de mudanzas y transportes), pero no esperes encontrar gran cosa, cuatro pinceladas.
Leiva, ya tengo visto de el de Blom. A ver si saliera en bolsillo, porque anda por 30 euros, lo mismo que este de Tuchman, y Anagrama ya ha sacado cosas de Blom en bolsillo (Encyclopedie).
Saludos.
Lo de Belle Epoque es por contraste a lo que vino después: la PGM. Después de las trincheras, las máquinas infernales, la caída de los imperios y las revoluciones comunistas la época que precedió a estos turbulentos hechos debieron parecer a sus contemporáneos una época arcádica. Edith Wharton traza una narrativa muy interesante sobre la Francia de la época de Dreyfuss y los Lumiére, la novela «la casa de la alegría» es inmensa y tiene unas magníficas crónicas periodísticas de la PGM bajo el título «la Francia combatiente».
Pues no conocía a Edith Wharton, Vicent, pero, después de navegar un poco por la red y leer comentarios, la verdad es que parece más que interesante.
El de la Francia combatiente tiene la virtud de ser una testigo directa de las trincheras francesas de 1915, casi al principio de la PGM y lo cuenta todo sin alharacas y sin demasiada sensiblería nacionalista.
Edith Warthon es la autora de La edad de la inocencia, que Scorcese llevó al cine.
No creo que este término de Bélle-époque fuera acuñado precisamente por Stefan Zweig. Era de familia acomodada, nadie lo discute pero creo que ese período no se le puede atribuir a una sola persona y menos a Zweig, repito. La Bélle-époque fueron unos años en los que las personas eran ambiciosas y optimistas de naturaleza y todo por los cambios que se estaban dando en la sociedad, pues se fomentaba la fe en la ciencia y el progreso cuyas transformaciones económicas influían en la burguesía y el proletariado. Era un mundo de bullicio, de alegría, y eso se podía ver en la proliferación de cafés, cabarets, salones de concierto. Empezaron a aparecer trabajos que requerían cierta especialización entre el proletariado y eso hizo que, al agruparse los asalariados en oficios, fuesen naciendo las asociaciones sindicales. Aumentaba la participación de los trabajadores en la alfabetización y crece el número de publicaciones de consumo popular. La cultura estaba más al alcance de todos. Pero esos falsos años felices se verían truncados por el estallido de la PGM.
Galaico, en la reseña no se dice que Zweig acuñara el término.
No se dice que acuñara ese término pero habla de «Los años felices, que los llama Zweig el genio. Más bien sería porque él tenía dinero y era joven.» Zweig es cierto que era joven y procedía de familia acaudalada, con lo que se pudo permitir lujos que otros no pudieron tenerlos pero hay que reconocer que fue un gran escritor y los dejó un gran legado literario. Por lo menos, es de mis preferidos. Escribí una reseña de su novela Veinticuatro horas en la vida de una mujer para el blog El Placer de la Lectura. Es un escritor creo que muy intersante y recomendables sus libros. Saludos.
Zweig es uno de mis escritores favoritos, Galaico. Las 4 o 5 cosas que he leido suyas me han encantado.
Bienvenido al club de las buenas reseñas y debates. Te has estrenado bien. Chapeau. Nos escribiremos más veces por estos lares. Saludos.
A mí me aburrió un poco su Fouché; en cambio me gustó mucho El mundo de ayer, aunque es una obra que me apena leerla, por la melancolía que destila. Y eso que Zweig antes de matarse no conocía ni la mitad de las barbaridades que se habían perpetrado. Y supongo que queréis decir que era joven antes de 1914, claro, porque luego, como todo el mundo, no lo fue y lo perdió todo por culpa de los fanáticos hijos de mala madre que acabaron con su mundo.
Perdonad que insista en el libro de Philip Blom, pero vale la pena leerlo.
Pues yo no he leido Fouché, aunque sí El Mundo de Ayer: maravilloso.
A Blom le llegará el turno, pero a ver si Anagrama se anima a sacarlo en bolsillo…
Completa y clara reseña, Isidoro, gracias.
Me imagino que «Belle-epoque» surgiría entre la intelectualidad desencantada y angustiada de la posguerra por los motivos que bien indica Vicent en su primera intervención.
A ver, ya sé que el término se acuñó en contraste con los horrores de la PGM, es de cajón. Lo que yo preguntaba es QUIÉN LO INVENTÓ, porque alguien debió ser. A lo máximo que he llegado es a saber que la «Época Dorada», que es más o menos como se llamó en Estados Unidos a los mismos años, fue inventada por Mark Twain y otro autor en un relato.
Estoy dudando entre comprarme por Sant Jordi este libro y el de Margaret McMillan sobre el inicio de la primera guerra mundial. Cual me recomendáis más?
Yo, Roger, no te recomiendo ninguno de los dos, sino el de Christopher Clark, «Sonámbulos». Es magnífico y además es mucho más moderno y mejor escrito que los otros dos.