“Alguien en Kabul me contó que un escocés loco había caminado desde Herat a Kabul justo después de la caída de los talibanes… Pensé que se trataba de una leyenda urbana. Estaba equivocado. El escocés loco se llamaba Rory Stewart y el libro que escribió sobre su andanza es sabio, divertido y maravillosamente humano”.
Esto escribio el periodista y experto en política internaciona Michael Ignatieff sobre La huella de Babur, y no puedo estar más de acuerdo con él. A comienzos de 2002, Stewart acababa de pasarse dieciseis meses caminando a razón de 30 o 40 km diarios por Irán, Pakistán, India y Nepal. Entre Irán y Pakistán, naturalmente, estaba el Afganistán de los talibanes, antes de los atentados del 11 de septiembre. Sospechando que era un espía inglés, el gobierno iraní le retiró el visado para cruzar la frontera. Luego los talibanes le negaron la entrada en el país y los pakistáníes en Beluchistán, de manera que Stewart tuvo que hacer un paréntesis en su periplo.
Justo antes de la Navidad de 2001, Stewart se encontraba en Nepal cuando se enteró de que los talibanes habían caído. Entonces decidió volver en vehículo a Afganistán y caminar desde Herat a Kabul. En vez de tomar la ruta más fácil Kandahar-Kabul, que en algunos tramos seguía en poder del Talibán, Stewart escogió la ruta de las montañas centrales, que de hecho son las estribaciones del imponente Hindu Kush. Los lugareños le advirtieron que en algunas etapas encontraría el camino cerrado por la nieve. Se quedaron cortos. Pero el escocés loco no se apartó de su idea y durante cinco semanas y media caminó hacia el Este por una de las zonas más olvidadas y peligrosas del mundo. Stewart tenía 28 años.
“El país –escribe Stewart- había estado en guerra durante veinticinco años; el nuevo gobierno sólo llevaba en el poder dos semanas; no había elecricidad entre Herat y Kabul, ni televisión, ni camisetas. En los pueblos había una mezcla de costumbres medievales y nuevas ideologías políticas. En muchas casas la única pieza de tecnología foránea era un kalashnikov; y la única marca global era el islam. Todo lo que había hecho a Afganistán parecer atrasado, periférico e irrelevante ahora lo convertía en centro de atención del mundo”.
Para alguien al que le gusta caminar, el libro supone toda una serie de hallazgos y meditaciones sobre el acto de utilizar los pies para algo más que apretar el acelerador o bailar claqué nada engoladas, sin la típica mística sobre la comunión con la naturaleza y cosas así. Aquí hay ampollas en los pies, las mochilas pesan una barbaridad y el paisaje está observado con cariño y gran meticulosidad, pero sin olvidar que después de todo el viajero ha ido a encontrarse con sus semejantes y a intentar comprenderlos. Al fin y al cabo, la naturaleza te puede mandar al otro barrio con un alud, un paso en falso o la noche que se te viene encima sin encontrar refugio. Precisamente esta es otra de las grandes virtudes del libro: Stewart habla varias lenguas de la región a través de la que viajó, entre ellos el dari y el persa, y puede comunicarse con los habitantes con fluidez. Como ha hecho el propósito de alojarse en las aldeas por las que pasa y sustentarse con lo que los habitantes le ofrecen, tiene que comer, dormir y hablar con ellos. El “viajero de Inglistán” o “Su Excelencia Rory” nos da así un retrato de Afganistán nada sentimental, certero y comedido, sin las típicas histerias de los periodistas o de los funcionarios imperiales. El libro es también un antídoto sobre las ideas preconcebidas y las guerritas televisadas.
El resultado es un montón de episodios extraordinarios, algunos de ellos inquietantes por su violencia y su crueldad, y de tipos humanos increibles, entre los que se cuentan aldeanos terriblemente pobre, señores de la guerra, talibanes reciclados, bandidos, comandos del SAS que le dicen que tiene más cojones que ellos, guías de los servicios de seguridad que tienen un historial de derechos humanos más que dudoso y el segundo protagonista del viaje, un perro afgano grande y cachazudo que le regalan a Stewart en una de las aldeas por las que pasa. Le acompañará hasta Kabul: como Stewart está siguiendo “las huellas de Babur”, el emperador mongol que conquistó la India a comienzos del siglo XVI, así es como bautiza al perro, Babur. Los perros son considerados animales impuros para el Islam, pero Stewart se las arreglará para que los aldeanos le den comida para Babur en todas y cada una de las ocasiones en las que pernocta en los pueblos de los hazaras, tayikos y pashtunes, las etnias del país.
Un libro de viajes extraordinario, escrito por un hombre cabal y valiente sobre un país en ruinas. El heredero de Chatwin y de Burton. Dan ganas de salir caminando hacia no se sabe dónde.
Saludos y buenas lecturas.
- 13.0×21.0cm.
- Nº de páginas: 389 págs.
- Editorial: FORMACION ALCALA
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788496806344
- Año edicón: 2008
- Plaza de edición: ALCALA LA REAL
Bonita reseña, Leiva. También vengo observando que tienes un gran background en literatura de viajes. Qué envidia. Es el típico libro que leería con placer, pero que se que no voy a leer porque hay otras cosas antes que, a lo mejor, ni si quiera son tan interesantes.
Como siempre, ENHORABUENA y GRACIAS Leiva por iluminarlos con lecturas tan apasionantes.
Desgracidamente, me sumo al comentario anterior:seguramente no voy a leerlo por la pila de libros pendientes de lectura probablemente mucho meno interesante.
Me has recordado a una pareja que conocí en un viaje a Japón en el 2008: su viaje de novios – entonces eran hippies, muy jóvenes y maravillosamente «locos» – consistió en tomarse un «año sabático», alquilar una furgoneta, cargarla de comida y viajar desde Barcelona al Irán «pre-Jomeini». Una de las cosas que más me llamó la atención de su relato es que en Afganistán la gente era extremadamente amable y hospitalaria. También que en Samarkanda los únicos occidentales eran ellos y un equipo del «National Geographic» que rodaba un documental. Sin duda, eran otros tiempos.
El «escocés loco» también me ha recordado alguno de los «hombres de fronter» que se relatan en el extraordinario libro «Torneo de Sombras: El Gran Juego y la pugna por la hegemonía de Asia Central» de Karl E. Meyer. De imprescindible lectura.
Saludos
Gracias por los comentarios. Me gusta viajar y hacer senderismo. Este verano tengo pensado hacer un circuito en el condado de Kerry, en Irlanda. Diez días caminando por parajes muy bonitos. Y no es nada caro.
Gracias por la recomendación sobre el libro de la pugna de potencias en Asia Central.
En cuanto al libro de Rory Stewart, la verdad es que hay situaciones en el libro que acojonan. Lástima que no hayn publicado el otro libro de Stewart, El príncipe de las marismas, que trata de su experiencia como funcionario de la Autoridad de la Coalición en Iraq. Fue nombrado gobernador de una provincia en la que hay muchos pantanos (de ahí el nombre del libro) e incluso una milicia pro-Saddam le asedió en su puesto de mando. Otra aventura. Lo que atrae de este hombre es la gran ecuanimidad con la que trata estos temas y sus conocimientos sobre la región.
Saludos
TENGO UNA TREINTENA O MAS DE LIBROS SOBRE AFGANISTAN Y NO HE LEIDO AUN ESTE.aGRADECERIA QUE ME DEN BIBLIOGRAFIA SOBRE ESTA TEMATICA Y ME DIGAN TAMBIEN DONDE COMPRARLO.