La Fragata Lealtad, Luís Delgado Bañón

Del Caribe al Cantábrico

Muy marinero este nuevo volumen, que ya asciende al número 23 de la Saga. Huele a mar por los cuatro costados. Así como en algunas obras de la Saga los protagonistas han de pasar gran parte de la narración en la Corte, yendo de Madrid a Cádiz o a Cartagena, en esta ocasión embarcamos pronto ―junto al protagonista y narrador, Francisco de Leñanza― y pasamos casi toda la novela embarcados, navegando durante cinco años por aguas caribeñas, con base en La Habana, para después, en la parte final, seguir la acción en un mar más cercano, el Cantábrico.

La acción abarcará desde 1825 a 1834. Son principalmente dos hechos históricos a los que Luis Delgado dirige la mirada en este volumen: el segundo (hubo un anterior y frustrado intento dirigido por el Coronel Arizábalo, en La Guaira) intento de reconquistar el virreinato de Nueva España, la conocida como Operación Barradas, en Cabo Rojo; los últimos años del reinado de Fernando VII y los primeros balbuceos de las guerras Carlistas, con la última acción del Lealtad en aguas del Cantábrico, donde su misión era vigilar y evitar los avituallamientos a las tropas carlistas de Vascongadas.

En la Península asistimos al lento pero inexorable surgir de la facción “apostólica” en apoyo al infante Don Carlos, que opta al trono ante la ausencia de descendiente real, que no se resolverá  hasta que el rey tome nueva esposa: Mª Cristina, que finalmente alumbrará a la futura Isabel II. Y  con las eternas tensiones entre las facciones liberales y las absolutistas, tenemos servida la puchera, como suele decir el autor.

Traza Luis Delgado a grandes rasgos los conflictos generales que en esos días vive la Real Armada y el propio país, así como la situación de los buques y la navegación en la época en la que tratamos. Estamos entrando en una transición importante: de los veleros a los vapores. La navegación a vapor empieza a expandirse, si bien la Real Armada aún no la contempla como viable y hay opiniones encontradas al respecto. Francisco Leñanza es un ferviente admirador y defensor de esta nueva forma de navegar.

Por otra parte, la situación en América es bastante desastrosa: perdida la Lousiana, perdido México tras el fallido intento de llegar a un acuerdo con del Plan de la Iguala; perdido el virreinato del Perú tras la batalla de Ayacucho; quedan Cuba y Puerto Rico, que ya empiezan a ser objeto de mirada interesada por parte del coloso americano del Norte. No sólo suponen una enorme carencia de recursos económicos para la hacienda española, sino que además, declaran  la guerra a la metrópoli e instigan a las aún posesiones españolas en el Caribe, en connivencia con la marina norteamericana.

Francisco es el cuarto Leñanza de la Saga, recién desembarcado de su aventura mexicana, donde consigue encontrar y traer de vuelta la Cruz de la Conquista por expreso deseo de su Majestad; mientras, su padre Santiago sigue en el forzoso exilio portugués a que se ha visto obligado por su apoyo al general Valdés, y la consiguiente condena a muerte de Fernando VII, y su tío Beto sigue embarcado por los mares del Sur. Francisco es muy joven, aunque ya está casado con Rosario, tienen su primer hijo, y el segundo queda encargado antes de embarcar. Arde en deseos de volver a la mar…y lo consigue, tras formar parte de la dotación de una gacela marinera, la fragata Lealtad, de reciente flete (1824) y de porte más que importante: 50 cañones.

El joven Leñanza embarca, pues, emocionado y feliz, en la flamante fragata Lealtad, rumbo a La Habana, para ponerse bajo las órdenes del brigadier Ángel Laborde, con quien ya compartió hazañas a bordo de la Ligera, y dispuesto a entrar en acción en la zona. Nuevos compañeros, nuevos mandos, nuevo barco…todo ello levanta el ánimo de nuestro héroe, que bebe los vientos lleno de ansias por volver a tierras americanas…y sobre todo, a la mar.

Paralelamente a la campaña del Ejército, con el general Barradas al mando, que intenta reconquistar las tierras mexicanas para España, la Armada, al mando del general Laborde transporta las tropas hasta México y  desde allí ve impotente cómo las cosas se van torciendo. Nuestro protagonista tiene también una serie de sobresaltos y situaciones inquietantes en torno a su persona. Una intriga se teje alrededor suyo, intriga que le traerá quebrantos importantes. Tras cinco años en aguas caribeñas, retornará a su hogar, en el que un segundo  retoño, una niña, crece sin haber  conocido al padre ausente. Pero las cosas se presentan mal y Francisco ha de pasar por gravísimos problemas, que gracias a los cuidados de su fiel Pepillo, y al tiempo, que todo lo cura, resurgirá como ave fénix, como siempre, ansioso de volver al mar.

Y volverá de nuevo a su querida fragata Lealtad, esta vez para la campaña en el Cantábrico, para formar parte de la llamada Escuadra de Observación, fondeada cerca de Vigo, que supondrá el fin del espléndido buque, contra el que se unen viento y mar, Eolo y Neptuno. Y no solo ha de vencer a los elementos de la naturaleza sino la maldad humana. Afortunadamente recibirá finalmente noticias jubilosas de su familia, que  le elevarán el decaído ánimo.

Una espléndida lección de Historia en la que conocemos detalles oscuros de la campaña americana, y de la mano del autor vamos comprendiendo muchas de las razones por las cuales España fue perdiendo su imperio de ultramar. Hay batallas, como la de Mariel, hay tormentas, verdaderos vendavales, y diques secos. Acción y reflexión. Una lectura amena y altamente ilustrativa.

Ariodante
Mayo 2013

Editorial Noray
440 págs. 160 x 240 mm.
Cartoné
ISBN: 978-84-7486-253-9
Nº Ilustraciones 3
NOVEDAD

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