La epopeya Kamikaze, Bernard Millot

«Todo comenzó el 25 de Octubre de 1944,….,el mundo entero conoció aquel día que aviones japoneses se habían lanzado deliberadamente sobre buques americanos.»

El libro explica la filosofía y el estilo de vida japonés, desvinculándose del punto de vista occidental que siempre ha denigrado esta forma de actuar, pensando que los japoneses estaban locamente imbuidos de un fanatismo exarcerbado que los hacía actuar de esa forma deshonrosa. Todo lo contrario, los japoneses defendían su casta militar, su código de actuación desde tiempos inmemoriables de esta forma, para ellos la más honrosa posible pasando de la improvisación a la premeditación.

Cuando un aviador ya no tenía posibilidad de volver por los daños recibidos o veía que la situación era insostenible y que iba a ser abatido era cuando finalmente se dirigían a hacer el mayor daño posible en contra de su enemigo.

La moral del suicido, todo un ritual para el guerrero japonés desde tiempos remotos es desarrollados y conocido mundialmente durante la campaña del Pacífico.
Posiblemente los primeros suicidas actuaron el primer día de la guerra, el famoso 7 de Diciembre de 1941 en Pearl Harbor; los minisubmarinos que entraron en el puerto ya sabían antes de comenzar el ataque que una vez dentro difícilmente iban a poder salir de la rada del mismo. El carácter sucidada de esta operación fue inmegable y los 10 hombres escogidos para ello asumieron entusiastamente el riesgo que aportaba esta operación que por otro lado supuso un fracaso ya que no consiguieron sus objetivos.

En las islas las batallas eran brutales y feroces, luchando encarnizadamente hasta el final. Los japoneses cuando ya veian que no podían hacer más daño se suicidaban; Guadalcanal, Saipan y tantos otros enclaves, los americanos intentaban detener la horrible carnicería de ver a civiles, niños, mujeres y ancianos asi como a soldados suicidarse unos detrás de otros, de todas las formas posible, inculos tirándose de precicpios.

Al principio estos actos eran casi espontáneos, pero poco a poco se fue extendiendo y aunque al principio incluso eran hechos desconocidos hasta para los mandos, posteriormente ya se fue «institucionalizando».

El Ohka, una avión diseñado para usarse como kamikaze, es la máxima expresión del desarrollo de una idea que fue evolucionando hasta convertirse en una forma estandarizada en el ejército japonés aunque al final se acabó utilizando todo tipo de aviones. Los americanos tuvieron que incrementar considerablemente la cobertura aérea y las defensas antiaéreas para intentar detener estos ataques, incrementando exponencialmente la implantación de todo tipo de calibres y armas. Por otro lado la pérdida de los aviadores profesionales y la entrada de reemplazos “forzosos” ya denotaban la perdida de entusiasmo y de efectividad en los ataques suicidas.

Los kamikazes del mar, otro aspecto de la guerra. Viendo el uso y el éxito de los hombres rana en Alejandría por parte italiana, los japoneses desarrollaron esta idea con los minisubmarinos. Ya hemos comentado su uso en Pearl Harbor y posteriormente fueron usados en otras operaciones como en el ataque al puerto Diego Suarez donde hundieron un petrolero y tocado un acorazado inglés. Los resultados no eran los esperados a corto plazo, al final dejaron de usar estos submarinos de bolsillo. Quizás si hubieran seguido, si hubieran conseguido acumular más daño del que que hicieron en estas acciones puntules a la larga podrían haber acumulado mayor número de daños que compensanse las pérdidas. La lanchas explosivas, torpedos humanos (kaiten) fueron otras armas de este tipo usadas y aunque parezca exagerado, se usaron incluso acorazados como el Yamato, el mayor del mundo y enviado en Abril de 1945 en la operación Ten-Go junto a otros 9 barcos directamente contra la flota americana que estaba en la batalla de Okinawa.
Las fuerzas japonesas fueron interceptadas y destruidas casi en su totalidad por la supremacía aérea estadounidense desde sus portaaviones. El Yamato y otros cinco barcos japoneses fueron hundidos.

Esto da una idea por un lado de la desesperación de los mandos nipones por alejar a la flota estadounidense del suelo japonés y por otro el desarrollo de éste tipo de lucha final, de lucha contra el enemigo en que se entrega la vida y en la que nada importa salvo el honor de morir en acción y haciendo el máximo daño posible. Este tipo de entrega nunca ha sido entendido desde el punto de vista occidental, para los aliados esto era un acto indigno, lleno de cobardía y en el que no representa en ningún momento el honor del guerrero, prácticamente los tachaban de locos.

Es un libro que habla no solo desde la parte de los datos y las estadísticas sino que abarca el «concepto», el desarrollo de una forma de actuar, desde su parte filosófica o antropológica de una sociedad ancestral de guerreros que en su forma de vida nunca estuvo la posibilidad de claudicar o rendirse hasta la parte más pragmática de los mandos por alentar la creación de este tipo de unidades. Un libro viejo, de esos con solera, de los editados por Brugera y que por desgracia se encuentra actualmente descatalogado.

10 comentarios en “La epopeya Kamikaze, Bernard Millot

  1. Era necesario un libro que aportase la esencia y el fondo del fenómeno Kamikaze. Tanto en las películas como en los libros siempre aparecen como eso, como los locos que se estrellan contra la cubierta del Yorktown y creo que eso no es todo lo que envuelve esta forma de actuar. El libro en cuestión es una pena que esté descatalogado ahora que tan de moda está todo lo referente a la Segunda Guerra Mundial y concretamente sobre la campaña del Pacífico donde siguen apareciendo cada vez más y mejores títulos.

  2. Es curioso cómo algunas ideas calan tan hondo en el pensamiento colectivo de una sociedad. En la occidental siempre se ha dicho: «el suicidio es una acción cobarde». Y casi todo el mundo, sin reflexionar demasiado sobre ello, lo repite sin cesar.

    Yo pienso más bien lo contrario. Los japoneses que participaron en misiones suicidas tenían más valor que la mayoría de los occidentalitos modernos, sedentarios y hedonistas que explican, con gran seriedad, la gran cobardía que hay en dejar este mundo voluntariamente.

  3. Pienso igual que tu Piros. Sobre todo con las películas americanas, se repite una y otra vez las mismas escenas y los mismos mensajes, al final todo queda como que es así y ya está, el eterno binomio «los buenos y los malos». Efectivamente es necesario un libro que hable de todo el fenómeno desde sus profundas raíces.

  4. ¡Qué coincidencia! precisamente lo estoy leyendo ahora, y pensaba… «qué maravilla de libro, cuando lo termine haré una reseña para Novilis». Bueno, Shangri-la me ha ahorrado el trabajo pero lo importante es que quienes no lo conozcáis intentéis haceros con él porque es interesantísimo. Saludos.

  5. Vaya Teiter te has librado por esta vez, Shangri_La se te ha adelantado, pero la próxima no te libras…..
    Un saludo y como siempre encantado de verte por aquí.

  6. El mejor libro sobre los pilotos Kamikazes es «El viento divino» de Rikihei Inoguchi, Tadashi Nakajima y Roger Pineau. Lo editó Javier Vergara en 1979 (desconozco si hubo reediciones en esa u otra editorial). Sobrecoge y deja a quien lo lee con la piel de gallina.

  7. Lo leí (prestado) hace más de 30 años y aún recuerdo la impresión que me causó. Todavía en Occidente hay muchos que no entienden esa forma de pensar y hacer la guerra que tuvieron los japoneses; de haberlo entendido, no hubiesen llamado kamikazes a los pilotos argentinos que atacaban a la flota británica durante la guerra de Malvinas, pues como estos mismos aviadores lo admitían iban a la batalla a cumplir con su deber, con miedo pero con la esperanza de regresar junto a los suyos, pese a lo arriesgado de las misiones. Saludos desde Trelew, Patagonia Argentina.

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