La Empresa de Inglaterra, José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano

LA EMPRESA DE INGLATERRA. (La Armada Invencible: fabulación y realidad), José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano.

Las publicaciones, libros, obras, que nos hablan de Felipe II y en particular de la «Gran Armada» nos han mostrado o nos han dicho muchas cosas y se siguen diciendo cosas, tanto buenas como malas, verdaderas como falsas, según la nacionalidad de sus autores (sobre todo británicos) incluidos españoles. Los tópicos y los prejuicios están ahí, y continúan citándose no sólo en libros, incluso en conversaciones. Bien, pues, el libro que os traigo está en eBook (también se encuentra en edición de papel) cuyo título es «La Empresa de Inglaterra.(La Armada Invencible: fabulación y realidad)», nos muestra los aspectos más importantes de la operación militar, además de apuntar de manera concisa: falsedades, exageraciones y realidades de ésa Empresa que fue, la Gran Armada de 1588. La razón que nos da el autor del libro José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano, es a petición, de que se pronunciase acerca de la versión tendenciosa prevaleciente incluso en España sobre el episodio histórico Su libro, el que ahora os estoy reseñando, es el resultado de un ciclo de conferencias pronunciadas los días 27, 28 y 29 de abril de 2004.

Desde un inicio el autor deja claro lo siguiente, indicando que viene muy a cuento en el tema a considerar o tratar «La Empresa de Inglaterra»:

«[…] La historia relato interpretativa, hija de los horizontes metodológicos e intelectuales de cada época, siempre, inevitable, en algún grado subjetiva, está expuesta al peligro de ser intervenida por criterios o intereses ideológicos, lo que ha ocurrido y ocurre con demasiada frecuencia, transformándose entonces la narración histórica en discurso persuasivo, en acientífica propaganda, inclusive en un peligroso derrotero de envenenamiento de las relaciones humanas e internacionales […] Y no me refiero a mera lucubraciones: así es como la todopoderosa Europa de los siglos XVI al XIX ha declinado en el XX, víctima de sus propias guerras intestinas o ‘civiles’. Habría que gritar, ¡políticos, ideólogos, fanáticos, apartad vuestras sucias manos de la historia, que es trabajo de reflexión y sutileza, y no envenenéis las almas ni arméis los brazos, que no se hicieron para odio ni para derramamiento de sangre! […] -página 15, 16-«.

Sí, el autor nos muestra en 94 páginas un enfoque u óptica de análisis e investigación de lo que fue y supuso la Gran Armada. Ya de entrada, para ir entrando en materia nos dice:

» la mal llamada ‘Armada Invencible » por la historiografía internacional, vulgar, inexacto, propagandístico e irónico apelativo «Invencible»; se convirtió en una categoría histórica, entrañando la autentificación historiográfica de: exageraciones, errores y disparates, admitidos para la gloria de los británicos y menoscabo de los españoles.

En la historia se tiende a imponer la versión o versiones de los vencedores, o de los pueblos y lenguas dominantes, quienes poseen mayores mercados y auditorios.

El Sr. José Alcalá-Zamora, miembro Numerario de la Real Academia de la Historia quiere con su conferencia conseguir lo siguiente:

«Aclarar, para beneficio de todos, la verdad de los sucesos, desterrar las fábulas, combatir la ignorancia y la malicia y difundir el conocimiento -página 17-«.

El conferenciante explicaba a su auditorio (culto e interesado, pero no especialista la gran mayoría) que el primer día, se hablaría de la Europa y de la España precedentes a lo largo del tercio del siglo anterior a la contienda; el segundo día, de antecedentes inmediatos, organización, viaje de la Armada y consecuencias; el tercero y último día, del impacto del fracaso sobre el poder naval español, sobre la política europea y ultramarina de la Monarquía hispana y como no, de la trascendencia histórica de los hechos.

El poeta León Felipe decía:

» La cuna del hombre la mecen con cuentos, que huesos del hombre los entierran con cuentos, que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos»

Por ello nos dice el autor que el historiador ha de ponerse en guardia contra los cuentos, la verdad suele ser muchas veces: poco o nada gratificante y menos satisfactoria, sin embargo los cuentos, engañan, persuaden, exaltan y seducen.

«La versión británica y más difundida del desembarco en Inglaterra proyectado por Felipe II para el verano de 1588 constituye un claro ejemplo de fabulación y mitificación historiográfica, consolidada en el futuro distante por el poder imperial de Gran Bretaña y por el alcance de su lengua […] -página 20-«.

Alcalá-Zamora y Queipo de Llano nos indica (indicaba en la conferencia) que hay más asertos peregrinos anglólatras que se han dicho y continúan diciéndose…pero con nueve que apunta le sobra:

1º) La errónea idea de una operación militar de conquista o anexión de Inglaterra: tal idea no encaja en la idea filipina…

2º) El protagonismo casi exclusivo asignado a la Marina inglesa en su lucha contra las fuerzas españolas…

3º) De ningún modo se puede hablar de una victoria británica…

4º) La afirmación de que el poder naval español y su capacidad oceánica resultaron aniquilados tras 1588 es absolutamente incierta y absurda…

5º) Carece de fundamento alguno ligar la descendencia de España como potencia imperial al fracaso de la expedición contra la reina Isabel…

6º) Hablar de «salvación» de Inglaterra, satanizando la empresa española, es incurrir en mesianismo ideológico…

7º) Los ingleses después de 1588 no alcanzaron ninguna hegemonía naval…

8º) El mayor beneficiario del desastre de la expedición filipina, fueron los Países Bajos…

9)º Inglaterra no ocupó un puesto de gran potencia en el concierto europeo como resultado del frustado desembarco…

La obra consta de tres apartados principales o capítulos con un total de 15 subcapítulos en 94 páginas.

El primer apartado es: «La guerra septentrional de la Monarquía Hispánica»; el segundo, «1588. La Gran Armada»; y el tercero, «Del auge al colapso (1639) del poder naval español». Del primer capítulo, personalmente, me ha gustado mucho lo que dice el autor en el subcapítulo: «La historia fabulosa y la mitificación de la Gran Armada; del segundo, «Valoración y alcance del fracaso»; y del último, «Reanudación de la guerra» y «1625: apogeo del poder español».

Bien, por todos estos datos que apunto en mi reseña, creo que es imprescindible (no tiene desperdicio) que tengamos la publicación en casa (si tenemos otras, comparemos, alguno es posible que se lleve una sorpresa…), pues, desmiente y rompe muchas patrañas y prejuicios de autores y obras anglosajonas (por desgracia son las que más abundan). Además ‘pone en su sitio’ a historiadores británicos y quita complejos (incluidos españoles) que puedan tener hacia Felipe II, el Imperio español, y en particular a su ‘pistoletazo de salida’: «La Empresa de Inglaterra» la Gran Armada, cuyo tema principal de la publicación es el que os estoy reseñando.

El autor, sin tener la verdad absoluta (no lo excuso), nadie la tiene, además se puede discrepar de sus obras, como de las de cualquier otro autor; si que demuestra y destapa o pone a la luz con sus conclusiones las mentiras de la historiografía inglesa o mejor dicho británica sobre la Gran Armada de Felipe II. Al análisis de I.A.A. Thompson le indica claramente que es discutible, al Sr. Geoffey Parker, historiador británico le dice que no se entusiasme demasiado. Si eran tan buenos los ingleses: ¿por qué se replegaron? ¿por qué no destruyeron la Gran Armada…?. El catedrático de historia Alcalá-Zamora indica, que no son pocas las monografías y trabajos ingleses que se titulan: «La Invencible» o «La derrota de la Armada» como colección de documentos de John Knox Laughton de 1895, reeditado en 1987. De la Contra-Armada «Invencible» que envió la reina Isabel el 13 de abril de 1589, con 150 barcos y más de 20000 hombres al mando de Norris y Drake contra España, cuyo fracaso inglés se saldó con 10000 muertos (6000 según los ingleses), ¿no dicen nada los ingleses…?. Las campañas de 1588/89 en cierto modo van ligadas, y los efectos y resultados son similares (la Gran Armada que envió Felipe II, se componía de 141 barcos, 7000 marineros y unos 20000 soldados. El autor se basa en la tabla mas fiable de: Casado Soto). Además a Inglaterra en el año 1625, en su ansia de ‘revancha’ contra España (el Imperio español) le saldría el ‘tiro por la culata’, pues, España le propinaría otra sonora derrota con unas perdidas de unos 10000 hombres ¿no dicen nada los ingleses de todos estos hechos…?, me temo que no. Todavía hoy, después de tantos años, nos comenta el autor, continúan dando la tabarra (esta expresión la emplea un servidor) con la Gran Armada… Ahora (hace ya unos años) incluyen hasta un vídeo de 1988 (cuarto centenario) que pulula por ahí. Y un servidor se pregunta (creo que otros es posible que también se lo pregunten): serán tan ‘esplendidos’ los ingleses, al igual que hacen en el vídeo y crearán otro vídeo (actualmente con las nuevas tecnologías nos lo harán en: HD DVD, Blu-ray, u otros formatos) donde se vea su ‘valerosa acción’ de la Contra-Armada enseñándonos su desastre naval de 1589 o el también desastre inglés de 1625 en Cádiz, ambos a manos de los españoles… ¿será mucho pedir?. El humor que falte.

Como nos indica Alcalá-Zamora y Queipo de Llano en las páginas 60 y 61 que a continuación os apunto:

«…Un sentimiento todavía vigente y extendido entre la población inglesa, que el fracaso de la Armada significó la derrota de la Inquisición, la salvación del espíritu inglés, el triunfo de la moral puritana, de la ética laboral, del libre comercio y de la democracia, impidiendo que el idioma actual del mundo fuera el español y no el omnipresente inglés…»

¡Patético!. No es algo que sea del siglo XVIII o XIX, sino que es actual, está presente por desgracia en la sociedad británica (no quiero generalizar, pues, habrá británicos que no piensen así, aunque sean los menos). En cuanto a los autores y editoriales anglosajonas (sin querer generalizar, aunque pocos y pocas se escapan), sobre todo, son las que ‘pecan’ de contar su ‘historia’ sobre la Gran Armada de Felipe II.

Sí, la dominante historiografía inglesa que tanto exageró y mintió en las consecuencias de 1588 (el Imperio español se le atragantó), se ha cuidado muy y mucho de silenciar sus «vergüenzas» desastres de 1589 y 1625, por no -decir otros- (hay unos cuantos) que no vienen a cuento en esta historia, pero que no esta mal de recordárselos a los ingleses. Ejemplo: La Guerra del Asiento o de la Oreja de Jenkins, en Cartagena de Indias, s. XVIII.

Como he dicho antes es una obra ¡imprescindible!. Es una obra que creo que tenemos que tener si nos gusta la historia en general, si nos gusta la verdad histórica ¿a quién no le gusta…?. Todo lo demás cae por su peso, los hechos están ahí. Sin caer en descalificativos, pero sin ser bobalicones, la historia es la Historia. La historiografía inglesa (como puede ser otra, pero en el caso presente es la inglesa) no puede quedar impune, ‘salir de rositas’, o silenciar lo que le interesa… Aunque nos ‘bombardeen’ las editoriales y los autores anglosajones con su ‘verdades’ ( ejemplo: el tema reseñado), pues, lo anglosajón en este periodo de la historia (me refiero al actual) puede dominar o domina, y de hecho muchos le siguen en diversos ámbitos de la cultura, sociedad, política, etc., pero en lo que nunca jamás tendrá dominio absoluto (como cualquier otro) por mucho que se empeñen en ‘manipular la historia’, es en la propia Historia.

¡Qué disfrutéis de su lectura!

Serie: Estudios.

Tomo: 17.

ISBN: eBook: 8495983370.

Páginas: 94.

Año: 2004.

Editorial: Real Academia de la Historia.

Autor: José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano.

27 comentarios en “La Empresa de Inglaterra, José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano

  1. esto es muy raro, no me deja iniciar mi sesión…

    Bueno, el caso es que todo el rollo este que se marcan los «historiadores» británicos de la victoria inglesa sobre la Gran Armada, se habría evitado si la reina Isabel no hubiera prohibido terminantemente que salieran a la luz su número de barcos perdidos y de marineros muertos durante el combate de Gravelinas.
    Estoy seguro que esos datos aclararían muchas cosas y callarían muchas bocas.

  2. Interesante libro. Lo he leído a veces por encima en digital. No quiero entrar en la ya clásica polémica sobre la Pérfida Albión atacando el honor de España, etcétera.Pero hay una afirmación que me ha sorprendido y es la de que la Armada no quería invadir Inglaterra, que eso no coincidía con la estrategia de Felipe II. Entonces, ¿qué querían, participar en la carrera de yates de Southampton, crear una nueva linea de ferrys, saludar a Drake o era un cursillo de almirante para Medina-Sidonia? Porque en el libro La estrategía de Felipe II, de Geoffrey Parker (historiador sin comillas, británico) hay una meticulosa revisión de la correspondencia de Felipe II y ahí dice con todas las letras que hay que invadir Inglaterra. Otra cosa, claro está, es que Felipe tuviera o no razón para invadirla a causa de la guerra a ultranza inglesa, eso ya no lo discuto. Reprocharle a un rey de España del siglo XVI lo que hizo o dejó de hacer es ridículo. Pero los ingleses temían la Armada y se defendieron porque a nadie le gusta que le vengan a ocupar o siquiera a decirle cómo debe gobernarse. En cuanto a los desastres navales ingleses de 1589 y 1625, hay estudios británicos al respecto, competentes y neutrales, por eso no hay que preocuparse. Pero si se espera lo mismo de la literatura de autobombo de la época victoriana, pues no se encontrará nada, claro, porque es de una mezquindad patriótica que espanta. Es la misma época (y las mismas garantías de veracidad) de esas infumables obras de autobombo de la España eterna y del macizo de la raza de la Restauración. Hay un paseito de Cánovas del Castillo por Italia que habla de Pavía que es para partirse. La verdad es que ejemplifica a la perfección aquella frase de Disraeli: «Háblale a un hombre de sí mismo y escuchará durante horas».

  3. La intención era invadir, vaya si lo era, como lo demuestran las 30 y pico veces que desembarcaron los españoles tras la Incencible en Irlanda para ayudar en su causa contra los ingleses.

  4. Ya indico en la misma reseña que no excuso al autor, se puede discrepar, faltaría más. Un servidor os recomienda que leáis el libro primeramente -de la primera página hasta la última-. Despues se pueden sacar conclusiones más jugosas. Si tenemos a mano obras de autores ingleses comparemos…

    Un saludo.

  5. Entre las Novedades de mayo del 2010 apareció el siguiente libro:

    La colina de las piedras blancas, de José Luis Gil Soto

    En el verano de 1588 España se viste de luto. Cuando la Armada Invencible regresa a casa tras su derrota ante la flota inglesa, violentas tempestades arrojan los barcos contra los acantilados de Irlanda provocando la muerte de miles de soldados…

    Claro que es una novela, no es historia, pero está escrita por un español y usa las palabras «invencible» y «»derrota ante la flota inglesa», ¿qué señales envía?, el común de la gente lee más novela que historia, por lo que las ideas esparcidas por los ingleses siguen siendo sembradas aún por los mismos españoles, ¿creen ustedes que será fácil entonces cambiar la imagen de la Empresa en cuestión?

  6. En «La colina de las piedras blancas» (que yo he leído) el autor deja claro que el sobrenombre de Invencible no es el adecuado y además deja claro también que la Gran Armada no sufrió una derrota como tal, pero que se descompuso en Gravelinas y eso provocó su desesperado regreso a casa. Desesperado y catastrófico.
    Lo que pasa es que Ulises solo se refiere a la sinopsis, donde la Editorial habla de Invencible y de derrota, supongo que para dejar claro al lector de qué va la novela.

  7. Correcto, eso es lo que quiero destacar, que las señales que se envian son incorrectas, porque es mucha la gente que no lee los libros, entonces forma sus ideas no leyendo los periódicos sino los titulares, no leyendo los libros sino las reseñas.
    Entiéndase que no pretendo polemizar, solo destacar que las señales equívocas no siempre vienen de afuera, sino muchas veces desde adentro.
    ¿Quiénes son los que escriben las reseñas en las Editoriales?. ¿quiénes las solapas?, quiénes diseñan las portadas?, los lectores saben a que me refiero, porque muchas veces habrán visto lo desacertados que son…
    El problema es entonces que como la gran mayoria de la gente no leerá este libro, la gran mayoría de la gente seguirá teniendo en la cabeza las ideas de «invencible» y «derrota»…

  8. Eso que se comenta es así, por eso ya lo indico en la propia reseña, el autor nos dice en su libro lo que quiere: que se sepa la verdad y entre esa verdad las expresiones: «invencible» y «derrota» procede de la historiografía británica y es además una simple y llana patraña.

    Ya lo dijo Joseph Goebbels:
    «Una mentira, repetida mil veces, se convierte en verdad».

  9. Podríamos también comentar…

    «No actúes nunca sólo según el principio de que lo que es un fin para cada uno tiene también valor de ley práctica universal. Actúa de tal modo que trates siempre a la humanidad, sea en tu persona, sea en la persona ajena, como un fin, y jamás te sirvas de ellos como un medio.»

    Emmanuel Kant

    ¡Saludos!

  10. Detallada reseña de una joya historiográfica, JF, gracias. Me lo apunto.
    Según tengo entendido, la expedición de la «Gran Armada» se enmarca en la guerra anglo-española comprendida entre los años 1587 y 1604. Felipe II exigía a Inglaterra, tras numerosas provocaciones, lo siguiente:
    > suspender el apoyo a los holandeses,
    > respetar el monopolio comercial español con las Américas,
    > cesar el contrabando y el corso,
    > reimplantar el catolicismo e imponer un rey favorable a España.
    (resumen extraído de A. Rodríguez Glez.)
    En la paz de 1604 entre Felipe III y Jacobo I Estuardo, Inglaterra acepta las tres primeras y también respetar a los católicos…

    Entonces ¿Quién ganó la guerra? – La corona española aunque costosamente.

    Lo de la Gran Armada, a lo sumo, podría considerarse una «derrota» o desorganización táctica parcial.La Naturaleza provocó el desastre, no la Navy.

    Sobre lo de la invasión; ¿necesitaba Felipe II más territorios u otro Flandes?
    Yo creo que más bien se trataría de una expedición de castigo para forzar la paz con las condiciones filipinas; no tendría mucho sentido ocupar Inglaterra. Sería costosísimo.
    Y por supuesto que muchas veces los mismos españoles mantienen la distorsionada visión de los hechos inglesa, como afirma Ulises.
    Saludos

  11. Gracias a ti Tasos. Cuando descubrí el libro (y más al saber que era de una serie de conferencias) «flipaba», me dije: ¡Por fin un historiador español que pone los puntos sobre las íes!: Magnifico.
    Efectivamente, fue España quién gano la guerra en el periodo. Las conclusiones a las que llegas, Tasos, son las que enarbola el autor: la idea filipina no era la invasión . Lo de los mismos españoles con visión distorsionada lo deja claro el autor en su obra.
    Bueno, tenemos una obra interesante (todos aquellos que apreciemos y nos guste la Verdad en la Historia de España debemos de estar de enhorabuena) que a los ingleses «les hace pupa», pero que se han creído que la Historia es suya: a su imagen y semejanza: ¡NO!

    Saludos.

  12. Sobre los desembarcos subsiguientes en las islas británicas, que llegan incluso hasta el siglo XVIII, pues pienso otro tanto de lo mismo; eran expediciones punitivas para distraer y debilitar en lo posible a los ingleses.
    Las riquezas naturales y la fertilidad de las islas no invitan precisamente a conquistarla para ocuparla y explotarla, digo yo. Por eso los ingleses tratarán de convertirse en una tasalocracia comercial; los modernos fenicios o rodios, salvando las distancias. Pero eso no sucederá hasta la caída de Napoleón.
    Saludos y buenas lecturas.

  13. Pues la verdad es que a mí me sigue sin convencer el argumento de que la Armada (Invencible o no) no estuviera destinada a invadir Inglaterra. Desde luego, no creo que Felipe II pretendiera colocar una guarnición española permanente (es decir, convertirla en una especie de Milán del Norte) ni nada parecido. Creo que quería favorecer a los católicos, deponer a Isabel I, acabar con la piratería y debilitar a los holandeses rebeldes (rebeldes según se mire, porque después de todo, los Países Bajos no eran españoles, ya que entonces, Sevilla podía pertenecer, en justa medida, al duque de Borgoña). Tanto la Liga Católica como el Papa, que acuñó una moneda para celebrar la matanza de San Bartolomé, cuyos asesinos estaban alegremente financiados por Felipe II, ardían en deseos de ajustarle las cuentas a Inglaterra. Por otra parte, es sorprendente que el autor del libro reseñado haya titulado el segundo epígrafe de su libro «Preparativos para la invasión de Inglaterra». ¿En qué quedamos entonces? Las instrucciones del rey a Santa Cruz primero y luego a Medina-Sidonia y a Farnesio hablan de ataque e invasión, y digo yo que Felipe II estaría informado de sus propias ideas y no es sospechoso de fomentar la Leyenda Negra o de estar contaminado por la tergiversadora propaganda inglesa. Por otra parte, hay que reconocer que Inglaterra tiene su mitología nacional y uno de sus puntales es la derrota de la Armada en una batalla como la de Gravelinas, que es un combate confuso, extraño, en el que la armada española demostró una pericia impresionante cuando debía combatir en desventaja y que en honor a la verdad ni el farruco de Drake -al que lord Howard, almirante, despreciaba- ganó. Ni Medina-Sidonia ni el mismísimo Nelson podrían haber triunfado en esas condiciones. Me remito al libro de Mattingly que reseñé hace tiempo y que creo que es ecuánime, amén de estar inmejorablemente bien escrito. Pero en cuanto a mitologías, ¿qué país no las tiene?

  14. Efectivamente, Tasos, el asunto es así, el que no quiera verlo es su problema. La dominante y ‘patética’ historiografía inglesa es la culpable. El máximo poder español llegó hasta 1639, después empezaría a ir declinando poco a poco. La Rochela y la acción devastadora del corso dunquerqués alejaron a Inglaterra de la sangría europea, lo que le permitió (se aprovechó) ir alcanzando un primer plano europeo después de 1650. En época de Felipe IV fue cuando España perdió su rango como potencia naval, pero no su poderío, al «inglés» aún le haría «pupa». Aprovecho para poner lo que nos dice el propio autor en la página 94, a modo de conclusión:

    «Pero aunque España perdiese su poderío naval y declinara después de la Paz de los Pirineos en su rango de gran potencía, la lucha heroica y desesperada que sostuvo durante esos veinte años posteriores a Las Dunas la preservó del desquiciamiento «balcánico» deseado para ella por otras naciones y aseguró, con fuerte vertebración y vigorosos rasgos, la supervivencia de su cultura y de su lengua más allá del Oceano, si bien hubo de resignarse al triunfo de los septentrionales como protagonistas de la gran historia, que se ha prolongado por sus herederos hasta nuestros días, y a la paulatina pauperización «provincial» o » pronvinciana», en la periferia europea, de sus propias creaciones culturales, influjos recíprocos y horizontes»

    Bueno, menos mal que hay un buen número de personas que nos resistimos y luchamos a la «cultura anglosajona, británica sobre todo» (en España y fuera de ella) que se impone sin más, sin pedir permiso, como si fuese la «panacea» (libros, autores, música, cine, cultura, imposición del inglés [idioma], etc., etc.); y en cuanto a Historia no les dejamos pasar ni una, sobre todo, al ver patrañas como el caso presente.

    Saludos.

  15. Ya, Leiva, creo entenderte. Pero invadir el sur de Inglaterra hubiera sido más que suficiente; e invadir no significa ocupar permanentemente, como si aquello fuese a ser una provincia o un reino más de la Corona española. Se trataría, en todo caso de una medida de fuerza para lograr los objetivos ya apuntados; y una vez alcanzados, y neutralizados los ingleses, a otros asuntos como holandeses ansiosos de libertad, turcos expansionistas, consolidación transoceánica, etc, etc…

    Je, je, donde digo «tasalocracia» quería decir talasocracia.

    ¡Ah! y si queréis oír auténticos desatres navales en el s. XVII,que acabaron con el poderío naval español, hasta que este se recupera durante el s. XVIII, ahí están Las Dunas 1639 -contra holandeses- y Agosta y Palermo 1676 -contra franceses-. Gravelinas no fue gran cosa.
    Salutaciones

  16. A ver si nos entendemos de una vez. Comienzo con lo que dice Tasos. Efectivamente, creo que no querían ocupar Inglaterra. Felipe II era un rey juicioso (no lo digo yo, lo dice Parker, uno de esos mañditos hispanistas que se empeñan en conocer el Archivo de Simancas) y los consejos que ya le dio su no menos juicioso padre, el Emperador Carlos V, le indicaban que no se metira en camisa de once varas y que no se fiara, por ejemplo, del duque de Alva, al que Carlos V no tenia demasiado aprecio. Así que, Felipe II no quería anexionarse Inglaterra. De hecho, aunque hubiera restituido allí la fe católica -cosa harto improbable-, no hubiera significado nada: Francia era católica y seguía siendo un peligroso rival porque era una potencia europea con pretensiones. Los españoles hicieron lo que pudieron para j…r a los ingleses y viceversa. Y así es la política.
    En cuanto a lo que apunta el amigo JF, yo no he dicho que la Armada supusiera el final del poder naval español. Incluso la derrota de Las Dunas en 1639 no supuso más que un parón en la actividad báltica de la armada española, pero esta siguió siendo muy poderosa en el Mediterráneo, en el Atlántico y en África. Si acaso, la Armada demostró que España debía disponer de bases más seguras en el Atlántico Norte, y Olivares se esforzó denodadamente en conseguirlas, con el apoyo -un lastre, en verdad- de la parte austriaca de los Habsburgo. la carrera de rearme naval española emprendida entre 1600 y 1630 fue una realidad (y eso no lo digo yo, sino, ¡ay!, John H. Eliott, otro maldito inglés que se empeña en escribir historia de España). Por otra parte, no hay que olvidar que la Armada española era muy potente en el siglo xviii. En cuanto a la «balcanización» y lo provinciano a lo que se refiere el autor, me parecen términos un tanto anacrónicos, cuando no sensacionalistas, un poco resabiados, demasiado ideológicos. Se mezclan ahí demasiadas churras con merinas.

  17. Bien, por lo que veo estamos más de acuerdo de lo que parece, Leiva. Jacobo I Estuardo también parecía bastante práctico y cabal.
    Sí, a mí también me escamaron vocablos como «balcanización o provincial».
    Y hombre, Parker y Elliot son autores serios y muy reconocidos aunque sean británicos…, algún «defecto» tenían que tener.

  18. Leiva, no se trata de «otro maldito inglés» aunque lo digas con sarcasmo, de lo que se trata es que la historia de España, sobre todo, en diversas épocas y cuando les interesa «les pone mucho» a estos hijos de la Gran Bretaña ¿por qué será?… Estamos esperando…, qué es lo que tienen que decir «estos iluminados de la Historia» en periodos ‘tan atrayentes para ellos’ como «La Guerra de la Oreja de Jenkins» por ejemplo,y que se traduzcan al castellano para que todos los que no entienda el idioma impuesto de estos ‘chicos’ ver las conclusiones de los iluminados historiadores ingleses.
    Bueno, volviendo a la historia presente, me quedo con los comentarios de un autor anglosajón, Richard Holmes:
    «La campaña de 1588 fue una gran victoria propagandística inglesa, pero en cuanto a lo estratégico no resultó decisiva en NADA ESENCIAl».
    Y por otro lado, me quedo con historiadores españoles como Alcala-Zamora y Queipo de Llano que tratan a la historia de España de modo correctísimo y excelente, sin entrar en ‘patriotismos excelsos’ como hace los autores británicos, sobre todo, cuando la historia es mirando a otros, pero con intereses británicos en la historia…

    Saludos.

  19. Me parece bien que te quedes con Alcalá-Zamora y Queipo de Llano,cuyos apellidos ya son en sí mismos un buen testimonio de la historia de España, por cierto. No creo que su manera de abordar los hechos esté exenta de patriotismo excelso (una contradicción entre sus dos términos, como el pensamiento alemán, ya que lo contrario sería patriotismo ínfimo). En fin, ya ves que siempre estoy de broma. No conozco muy bien la famosa Guerra de la Oreja de Jenkins, de manera que no puedo opinar. La imposición del inglés actual no dista mucho de la que España aplicó en su momento a los pueblos conquistados, ya fuera en cuestiones religiosas, políticas o económicas. Es algo esencial en los imperios, ya sean los ingleses, los españoles o los de Torrelobatón: imponer su voluntad a los otros, mal que les pese. Se tiene la tendencia, muy dañina en mi opinión, de minimizar las brutalidades de la Inquisición española, aludiendo a la idea de que en todos lados cuecen habas. Sin embargo, para 1620, la situación de denuncias, de paranoia, de limpieza de sangre y otras barbaridades había llegado a tal grado, que el mismo Inquisidor General advirtió sobre los peligros de ese estado de cosas policial en que cualquier persona podía ver su existencia o su carrera arruinadas por la inquina y la mala fe de sus vecinos. Eso, más que los sanbenitos o las piras de la Leyenda Negra, causó la ruina de los proyectos políticos que se idearon en España. Nosotros mismos nos jodimos con alegría y buen oficio.Los historiadores británicos -y los hay bien malos, por cierto- no tienen la culpa de lo que se traduce o no al castellano, ya que eso es tarea de las editoriales españolas. Puedo asegurarte que Elliott o Parker son grandes conocedores de la historia de España; el mismo Elliott siempre ha declarado su infinita deuda con Vicens Vives, por ejemplo.

  20. Efectivamente, en todas partes cuecen habas como dice el dicho castizo, y mira que cuecen en la Isla… A mi los apellidos o los «cognoms» no me dicen nada, ni juzgo a nadie (por qué si empezamos así…)independiente de si sus antecedentes o familiares han sido comunistas, fascistas, nazis, anarquistas, naZionalistas o de perico de los palotes, hablando en castizo o en plata como dirían otros. Lo que me importa es la Historia y como la presenten, analicen o la juzguen los diferentes autores. Claro que no tiene la culpa los autores, pero algunas veces si que influyen en las editoriales (eso lo saben hasta los de «parvulos» como se decia en nuestra época). Hay autores malos, malísimos con la historia de España, uno de ellos (con nombre y apellidos) Henry Kamen, un hijo de la Gran Bretaña, nacido en Rangún (Birmania). Con respecto a historiadores que tratan la historia de España, me quedo con los españoles, sólo se salva un verdadero hispanista anglosajón (ya lo he comentado alguna vez, no sé si aquí o en otro lugar, no recuerdo) me estoy refiriendo a J. H. Elliott, la obra «El mundo Hispánico» (editorial Crítica, Barcelona, 1991) es un ejemplo.

    Un saludo.

  21. ¿Tan malo es Kamen? Leí hace años «Imperio» y no me disgustó ni me apasionó. Hombre yo no soy un especialista, pero no vi errores de bulto; no sé, ya me diréis por qué es tan malo.
    Saludos

  22. Bueno, en ese mismo libro que indicas: » El Imperio», que no te desagradó, a un servidor le hizo ascos.

    El libro indica (con dos frases basta):

    «Los historiadores españoles del siglo XVI engaña, adornan y falsean»
    «Fuera de Castilla, todo el mundo sabe que España no existe»

    De que le sirve al autor cierto prestigio, Kamen, escribe con datos, casi todos conocidos, lo malo que interpreta de modo agresivo, retorciendo los argumentos y machacando en los tópicos antiespañoles y llevando la verdad a la mentira. la obra «El Imperio», en si el título es una porquería, pues en los siglos XVI y XVII nunca tuvo carácter imperial. Y en el mismo subtitulo de la obra, Kamen se contradice «la forja de España como potencia mundial». ¿No quedabamos que España no existía? Como muy bien nos dice el autor del libro: «El Imperio y la Leyenda negra», de Vaca de Osma, que le hace una buena critica a este hijo de la Gran Bretaña. O también me quedo con lo que nos dice nuestro historiador y crítico, Ricardo García Cárcel, sobre Kamen: lo único que le interesa a el autor es el mercado y por eso ha escrito su obra con voluntad polémica.
    Bueno, es bastante y paso de polemizar, pero los autores ingleses (británicos en particular y algún que otro estadounidense o de la periferia anglosajona son una -patata con la historia de España-, en particular con el periodo de Felipe II y el Imperio español), para mí sólo se escapa el eminente hispanista Elliott, que es un tio como se dice en el argot: cojonudo para la historia de España, de los pocos que hay, lo comparo salvando las distancias con el estadounidense Charles F. Lummis, otro gran hispanista e hispanófilo. Son pocos, pero son personas que tratan la Historia de España como se merece, todo los demás… pamplinas maqueadas, peo bien malos que son. Hasta que no se me demuestre lo contrario, pues tendré defectos como el que más, pero intento ser razonable, no como otros que se cren o piensan que estan exentos o se creen que lo saben todo independientemente de los puntos de vista que podamos tener en un asunto o tema.

  23. Disculpa, JF, pero no he podido responderte hasta ahora.

    No recuerdo el contexto exacto ni mucho menos, pero el primer enunciado es una falacia, un falso argumento, pues hace una generalización, que como tal es siempre injusta e inverosímil.
    Y en el 2º enunciado está jugando con la definición de España, que incluso aunque se refiera al periodo del que está hablando, se trataría de una simplificación tan burda que falta al mínimo de rigor. Podría referirse a que Castilla no es España, de acuerdo, y a que en aquella época la Corona española estaba formada por numerosos reinos, condados, ducados… y que Castilla era el de más peso específico, etc.; pero si no, me reafirmo; es una simplificación que induce a la polémica y al error.
    Leí el libro en 2003, y lo que me dejó en la memoria es que el Imperio español fue levantado y sostenido, para lo bueno y para lo malo, por un conjunto multinacional, cohesionado y conducido por la Corona española que delegó de manera significativa el peso y la responsabilidad económica y militar, en el reino de Castilla, entendido en el sentido geográfico más amplio -Galicia, antiguo Reino asturleonés, Vascongadas, Extremadura, Andalucía, Canarias y como no, ambas Castillas.
    Aunque a lo mejor buscaba Kamen únicamente mercado, como afirma Gª. Cárcel.
    Saludos estivales.

  24. Tasos no te preocupes, estás perdonado.
    Apunta bien lo que comentas; pero comentarios de un Sr. que se diga: «un conocedor de la historia de España» deja mucho que desear, su interes ha sido -el llevar la verdad a la mentira-. Un servidor está (me reafirmo) con los comentarios de nuestro historiador García Cárcel: lo que buscaba Kamen: la polémica y el mercado (el vil metal).

    Un saludo.

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