La caída de Cataluña es el último libro de la serie de ensayos sobre las principales batallas de la Guerra Civil Española obra del cada vez más reconocido periodista e historiador Jorge M. Reverte.

Tras la batalla del Ebro, libro que ya reseñé en su momento, a Franco y sus generales se le planteaban dos alternativas, ocupar Cataluña o atacar Valencia y retomar la ofensiva contra Madrid para intentar terminar cuanto antes la guerra. Finalmente se decantaron por Cataluña, lo vieron más factible, y de la batalla que a continuación se produjo (incluyendo consecuencias políticas y humanas) es de lo que trata esta obra.

El ejército republicano en Cataluña estaba en malas condiciones, sus principales tropas, el ejército de maniobra del Ebro, el preferido del general Rojo, estaba muy cascado tras una larga y sangrienta batalla. Las demás tropas eran básicamente de la quinta del biberón y hombres de cuarenta años; no olvidemos que cuarenta años en los años treinta no se llevaban como hoy en día. Los nacionales en cambio se encontraban en buen estado, con menos desgaste, la moral alta y más y mejor armamento. Los republicanos conocían las intenciones de sus enemigos y se enfrascaron en la construcción de un sistema de líneas fortificadas que ayudaran a la defensa de Cataluña, pero lo cierto es que sólo una de las líneas serviría a sus propósitos, Franco no quiso dar tiempo a Rojo y apenas un mes después de dar por terminada la batalla del Ebro se lanzó a la ofensiva dejando el peso de la misma a sus mejores tropas, los africanos, las divisiones navarras y el CTV italiano hacia el corazón de Cataluña atravesando el río Segre.

El ejército rojo aguantó una semana, a partir de ahí demasiadas unidades empezaron a ceder, y se agotaron las reservas con las que tapar los huecos. La defensa se convirtió en una retirada, que a su vez unos días más tarde terminó siendo una desbandada en plan “sálvese quien pueda”.

El libro está escrito en el ya habitual en Reverte formato de diario. La narración puramente militar abarca principalmente la primera parte, limitándose a partir de ahí a contar episodios y anécdotas sueltas. Es entonces cuando aumenta el contenido político y las desventuras de personas de a pie (tanto civiles como militares de ambos bandos) que vivieron aquellos terribles días. En lo político destaca sobre todo las desavenencias entre gobierno de la República y gobierno de la Generalitat; los fracasos de Companys y los suyos por apartar a Cataluña de la guerra, bien firmando un armisticio por su cuenta con Franco, o planteándose incluso la posibilidad de incorporarse a Francia como provincia; así como los desencuentros y tensiones entre Negrín y Azaña. Todo ello queda verdaderamente bien expuesto con algunas anécdotas curiosas e interesantes.

Muy interesantes también los relatos de los refugiados que huían a Francia porque no se creían (y hacían bien) el mensaje pacificador de Franco. El hambre, el frío, los Fiat y Messersmichdt ametrallando las carreteras… Los soldados huyendo, vagando por el campo (el propio Miguel Hernández), buscando comida y huyendo tanto de tropas amigas como de las enemigas. Después la penuria de cruzar la frontera, la incertidumbre ¿nos llevarán a Levante para seguir combatiendo? Su final ingreso en campos de concentración, más hambre y más frio. Y claro, también están los relatos de los otros muchos que se alegraron y festejaron la llegada de los nacionales, aquellos que pudieron asistir por fin a una misa y que recuperaron sus propiedades. O los que se quedaron confiando en un “perdón” que no siempre se producía. En el libro hay relatos para todos los gustos, muy humanos, duros, algunos finales felices, algunos tristes, pero todos te tocan algo dentro. Y el autor no se corta a la hora de contar los crímenes, fusilamientos, de ambos bandos. Eso sí, se le nota un tono de sarcástico amargor a la hora de escribir sobre las tropelías de los nacionales que no se le aprecia con los republicanos, pero no lo bastante como para considerar la obra como parcial ni mucho menos.