La batalla de Lepanto, Manuel Rivero Rodríguez

 

La batalla de Lepanto: cruzada, guerra santa e identidad confesional

Sílex es una editorial de Madrid que publica algunos de los títulosa académicos más interesantes de la actualidad; son títulos sobre historia, arte, guías culturales y filosofía. De Manuel Rivero Rodríguez, profesor de la UAM, ha publicado dos títulos, Gattinara, el sueño del Imperio, sobre el canciller de Carlos V, Mercurino Arborio de Gattinara, el ideólogo, por decirlo así, de la Monarchia Universalis –es decir, del Imperio español como idea política, porque alguien tiene que inventarse tales cosas, al fin y al cabo-, y éste libro que nos ocupa, La batalla de Lepanto, que lleva el sugestivo subtítulo de Cruzada, guerra santa e identidad confesional.

En primer lugar, el que busque un libro sobre la guerra de galeras o sobre los tercios que se olvide. El combate está despachado en unas treinta páginas, aunque narrado con maestría y todo detalle. Así, veremos a las dos inmensas flotas acercándose una a la otra durante cerca de siete horas (“fuimos caminando despacio, despacio, reconciliándonos en el camino con Dios”, escribía el confesor de Andrea Doria); oiremos el terrible ulular de los jenízaros de las galeras de Alí Pachá –cuya cabeza sería mostrada clavada en una pica al final de la batalla-, los rezos de los cristianos y, para animar a las tropas, veremos a Juan de Austria bailando unos pasos de la gallarda en el puente de La Real, la galera cuya réplica se encuentra en las Drassanes de Barcelona. Pero más que contarnos la batalla en sí, y eso es lo que creo que le da mucho valor al libro, lo que interesa al autor es sobre todo ponernos en antecedentes y en seguir contándonos la historia tras la victoria cristiana. ¿Por qué Lepanto? ¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a Felipe II a apoyar la empresa que Pío V había pensado como una Cruzada contra el Turco? ¿Cuál fue el papel que jugaron en esta empresa los venecianos, que sufrieron nada menos que el 50 por 100 de las cerca de 13.000 bajas de la armada cristiana? ¿Qué papel tuvieron los jesuitas, en especial su hábil general Francisco de Borja, en la formación de la Liga? ¿Qué pensaba el duque de Alba de todo aquello, y el príncipe de Éboli, el otro hombre fuerte de la Corte del Rey Prudente?.

No menos importante es el día después: ¿Para qué sirvió Lepanto? ¿Se aprovechó la victoria, o mejor dicho, podía aprovecharse de alguna forma? ¿Creyeron los turcos que habían sido vencidos? ¿Porqué se disolvió la Liga Santa? ¿Qué pensaron Isabel de Inglaterra o los otros enemigos protestantes de Felipe II? Recordemos que no hace ni tres años que ha estallado la rebelión en los Países Bajos y Alba ha hecho ejecutar a Egmont y Hoorne en la plaza del mercado de Bruselas. Recordemos que los moriscos se han levantado en las Alpujarras, y que serán vencidos y caerá sobre ellos la represión más cruel como “enemigos de la fe”. Allí hará sus armas Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II, ambicioso, valiente y soñador, cruzado hermético que morirá a los 31 años, sin haber consumado su sueño. ¿Heredar la corona de España? Otro enigma…

De Lepanto, gigantesca batalla de galeras, una de las mayores matanzas de la historia (40.000 muertos), degollina al cuerpo a cuerpo despiadada, sólo quedó después el mito y el antimito de la España imperial, la vindicación de la guerra contra el Islam, el triunfo de la cristiandad, y la fiesta de la Virgen del Rosario, que Clemente XIII estableció poco después para conmemorar “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”, como escribiría después uno de los soldados españoles que participó a sus veinticuatro años, en el combate, a bordo de la galera Marquesa, Miguel de Cervantes.

Lo dicho: altamente recomendable, bien escrito, profusión de fuentes para ampliar la lectura, esquemas de la batalla (aunque no es, repito, un libro de historia militar ni de guerra naval, sino de política) y un autor que sabe de lo que habla. Banda sonora: Todos los buenos soldados, de Mateo Flecha El Viejo, por Hesperion XX.

Saludos y buenas lecturas.

Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788477371953
Colección:
Nº Edición:1ª , Sílex
Año de edición:2008
Plaza edición: MADRID

27 comentarios en “La batalla de Lepanto, Manuel Rivero Rodríguez

  1. Me parece muy interesante el libro porque estamos algo acostumbrados a leer acerca de las grandes batallas fuera del contexto general, como si se produjeran espontaneamente y no tuviesen otro final que los muertos tendidos sobre el campo.
    Me gustan las preguntas planteadas en la reseña y me gustaría mucho acercarme a las posibles respuestas, ¿por qué Lepanto? y las que siguen. Muy interesante debe ser también lo relativo a como se formó la Liga, porque unir en una empresa a naciones con intereses tan dispares como los que formaron la Liga… , además de los intereses de otras poderosas instituciones, como la Compañía de Jesús, para muchos efectos un Estado dentro del Estado, tiene que haber sido una titánica empresa diplomática..
    También es interesante conocer el después, liberado de la muchas veces exagerada propaganda, ya que si bien la flota turca fue destruída en Lepanto, no resultó, como se hizo creer, en una destrucción completa de todo el poderío naval turco, ya que vemos tan solo un año después a Uluj Alí, muy capaz almirante y que no fue vencido en la batalla de lepanto, ejercer bastante presión en el Mediterráneo occidental y dos años después consiguiendo claras victorias.
    Muy buena reseña de un interesante libro…

  2. Pues si, parece que de Lepanto siempre nos quedamos con la gran victoria que supuso contra el turco que ya estaba a las puertas de Europa pero sin embargo no se suele profundizar mucho más, no son tan conocidas las consecuencias políticas de esta batalla, de si realmente sirvió para algo más que para un parón momentáneo de la expansión turca. Son pocas las batallas de esta embergadura, pero una vez más y en contra de lo que parece no fue tan determinante.

  3. Hola a todos. Lepanto es una batalla de «explotación» polémica. Precisamente, como ya apunté en la reseña, es una de las tesis del libro: la disparidad de opiniones sobre el éxito o el fracaso de la Liga (no de la batalla, que fue un triunfo claro d ela armada cristiana). Incluso un estudioso como Lucio Serrano, especialista en la correspondencia diplomática de la Santa Sede con España en la época, pensaba que la Liga había sido un rotundo fracaso por no haber podido aprovechar la victoria. Como apunta Urogallo, ya el proceso de creación, con el avispero político montado, fue de una tremenda lentitud y de maniobras diplomáticas difíciles. La verdad es que al primero que hubo que convencer fue a Felipe II, que no quería ayudar a los venecianos a recuperar Chipre, pero tampoco quería perder los beneficios económicos de la bula de cruzada y los evidentes réditos de prestigio que la lucha contra el Turco suponía en la corona española. Todo esto está muy bien narrado en el libro, así que vale la pena comprarlo, porque además es un estudio moderno que abre muchas puertas para la investigación. Si alguien se anima, le recomiendo la gigantesca obra de Braudel, El Mediterráneo en la época de Felipe II, que ya he comentado en alguna que otra reseña y que es un auténtico monumento.

  4. Interesante planteamiento, leiva. Pero me surge la duda de elección entre este libro o el de Agustín Rodríguez González, «Lepanto; la batalla que salvó a Europa» ¿Puedes darnos una pista u opinión?

    ¿Se puede pensar en la Liga Santa como una alianza de emergencia para la ocasión y nada más? Saludos

  5. El libro que te compres va en función de lo que esperas de él, Tasos. No conozco el libro de Rodríguez González. De este autor leí el que escribió sobre Trafalgar que estaba profundamente documentado y como es un escritor especializado en la literatura naval, supongo que abordará la cuestión desde un punto de vista más militar. Ya digo en la reseña que en cambio Rivero Rodríguez trata sobre todo la alianza política. La batalla ocupa sólo unas 30 páginas, aunque está narrada muy bien. Sólo puedo decirte esto. También puedes comprarte los dos y luego comentas el de Rodríguez González (¡vaya morro!, dirás). Si buscas en Google books con el término Lepanto (vista completa) encontrarás para descargar cosas muy interesantes en español y en italiano. También hay una biografía de Juan de Austria de Bartolomé Benassar muy asequible. Y menos asequible, pero absolutamente magistral, el libro de Braudel que comento antes, que son dos volúmenes, una fabulosa aventura histórica sobre el Mediterráneo en el siglo xvi que trata de TODO, TODO, TODO… Yo creo que Braudel es un autor que hay que leer mucho, detenidamente, porque es un gran historiador.
    En cuanto al carácter de la Santa Liga, la mayor parte de las alianzas de este siglo (y de todos, creo) fueron de circunstancias, con los peligros de tener a Fulano como amigo ayer y como enemigo hoy. A pesar de sus aspectos confsionales, Felipe II no era partidario de derrochar demasiados esfuerzos en operaciones en el Mediterráneo Oriental contra los turcos, teniendo la guerra de los moriscos y el corso argelino a las puertas. Una de las virtudes de la obra de Braudel es que es capaz de comunicarnos todo el ambiente de la guerra mundial del Mediterráneo con una gran amplitud de miras. Pero si de los dos autores me pides que te diga cuál de los dos está más cerca de Braudel, te diré que desde luego el de la reseña. Ya no me lío más. Saludos.

  6. Respecto del libro de Rodríguez González dice en Libreríadenautica:
    «Lo que ofrece este libro es una visión completa y razonada de toda la cuestión, enmarcando la batalla dentro de los acontecimientos de su época y de forma algo más sintética y amena que en las obras clásicas.
    . . . .
    la batalla que marcó el inicio de la decadencia de tal imperio, al impedir su expansión ultramarina y su entrada en los grandes circuitos del comercio trasatlántico, es hoy de gran interés y actualidad. »
    Habría que ver si lo de «la batalla que salvó a Europa» es del autor o es uno de esos subtítulos que ponen los editores, ya que aunque Lepanto hubiese sido una derrota completa, lo que habría hecho que las cosas se pusieran algo complicadas en el Mediterráneo, ¿por que razones habría que dudar de la capacidad de recuperación de Europa?

  7. Sí, lo de la batalla que salvó a Europa (suponiendo que los turcos no fueran Europa, y creo que ahí está el quid de la cuestión del subtitulo) es un poco tomado por los pelos. Al parecer Turquía es buena para ser de la OTAN y no para ser de la UE;pero esa es otra cuestión. La Liga fue organziada para socorrer Chipre, que los venecianos le habían quitado a los Lusignan, si no recuerdo mal, a comienzos del siglo XVI. Chipre cayó en manos turcas, como lo había hecho Rodas, aunque Malta resistió, gracias al empeño de Carlos V primero y luego de Felipe II. La situaciones cambiaban sorprendentemente. Se pueden encontrar buenas explicaciones al respecto en La Europa dividida, de Elliott, y en el de Braudel (el del TODO, TODO, TODO al que antes me he referido).
    Por lo que respecta a «la batalla que marcó el inicio de la decadencia de tal imperio», ¿se refieren al turco? No creo que tuvieran demasiado interés en comerciar en el Atlántico, a pesar de que había corsarios musulmanes en Canarias, etcétera.

  8. Desde luego el subtítulo de Rodríguez Glez. no es de lo más esmerado, suena un tanto comercial. Y sí, «Trafalgar y el conflicto naval anglo-español del s. XVIII» es un ameno, serio y elaborado trabajo que, ciertamente, está muy documentado.
    En el de «Lepanto» creo recordar que si menciona a Braudel en la bibliografía, lo prologa Hugo O´Donnel y habla de antecedentes desde tiempos de Carlos I, comenta el durante e incluso el después, pero no sé dar más detalles. Quizá empiece por Rodríguez, ya veremos. Gracias de todos modos.

  9. En primer lugar, dado que es mi primera intervención en el blog, felicitaciones a todos cuantos escriben en el mismo y los reseñadores por las magnificas reseñas que he podido leer. Respecto a la reseña presente, coincido con el Leiva, a quien feclito por la misma, en que una batalla no se puede comprender fuera de su contexto político y social. Mucho más interesante que la descripción misma del hecho bélico, pese al carácter épico e incluso romántico que pueda tener, me parece fijar los antecedentes y las consecuencias del mismismo, que es lo que lo explica y nos proporciona su importancia histórica. Un buen libro de historia militar no será redondo sino se ocupa, aunque sea mínimamente, del contexto histórico. Dicho esto, respecto a la batalla de Lepanto, siempre me he preguntado si en cierto modo no es una batalla que se ha mitificado y sobrevalorado. Lo digo porque sin ser especialmente conocedor de la época me da la impresión que ni los turcos consituíajnh una amanza grave para la Europa cristiana, ni la victoria suposo un golpe importante para el poderío otomano, que sólo declinaría a partir del segundo tercio del siglo XVII. Otro aspecto interesante, que no se si aborda el libro, es la alianza entre la Monarquia francesa y la Sublime Puerta. En todo caso es un libro que parece interesante, si bien tengo pendiente el libro sobre Felipe II y el Mediterráneo, que recientemente he adquirido.

  10. Hola, J. Ignacio. En primer lugar, si tienes el de Braudel, me imagino que los dos megatochos de FCE, deja lo que estés haciendo y sumérgete en la lectura de ese maestro de la Historia. El segundo volumen está más relacionado con lo que tratamos aquí, pero el primero no tiene tampoco desperdicio.
    En lo que respecta a la relación de Francisco I con la Sublime Puerta, Braudel habla un poco (ya que eso ocurrió en la época de Carlos V y no en la de Felipe II, o no especialmente). Es un tema de realpolitik muy interesante; también hay que tener en cuenta que, aunque no declaradamente, Braudel también habla de «treguas» entre la Monarquía española y los otomanos, así que todos de alguna forma trataron con los turcos cuando les convenía. Efectivamente los turcos no entraron en decadencia hasta la fecha en que tú dices, aunque después de la década de 1580 prestaron más atención a Persia y se replegaron algo del Mediterráneo occidental, y hay historiadores -incluyendo a Braudel- que dicen que esto es una consecuencia de Lepanto, pero que es prácticamente la única. En esa época, las guerras raramente alcanzaban resultados decisivos en una sola batalla. Piensa, por ejemplo, que la guerra entre Carlos V y Francisco I duró cerca de cuarenta años, a pesar de Pavía (1525) y que Francia renunció a sus apetencias italianas porque había comenzado la guerra civil religiosa en su suelo. es un tema apasionante y de mútiples enfoques, pero a mí sobre todo me interesa el político, mucho más que el meramente militar. Saludos.

  11. Aunque las bajas en barcos podían ser reemplazadas con relativa facilidad por los otomanos, creó que incluso un visir dijo que era simplemente como si les cortaran la barba, las pérdidas en personal fueron muy significativas.
    Habían muerto marineros expertos y había sido exterminado el cuerpo de los eficientes arqueros navales que necesitaban años de entrenamiente (no hay que olvidar que la precisión del arco compuesto sería aún durante un par de siglos superior a las armas de fuego).

  12. Dice Guilmartin que: «En la historia de los conflictos armados en el mar, no hay batalla más conocido y menos comprendida que la de Lepanto. En nombre de Lepanto ha quedado establecido virtualmente en cada Historia General como el punto de separación entre el declinante mundo Mediterráneo y el naciente Noratléntico. Ha sido enarbolado por generaciones de historiadores como el comienzo de la decadencia del Imperio Otomano; ha sido descrito hasta las náuseas por los estudiantes del arte militar como «la última batalla entre galeras»; y es del conocimiento básico de los estudiantes de literatura com fuente de la inspiración de Cervantes».
    Pero en realidad hay pocos que se atrevan a emprender el estudio de la batalla desde el punto de vista social, económico y político.
    En principio, por ejemplo, podemos casi decir que la batalla fue veneciana, por su causa inmediata y por la composición de la flota, después de todo la mitad de las galeras pertenecían a Venecia.
    Venecia se jugaba la vida en esta batalla, eran sus líneas comerciales las amenazadas por los turcos y era su imperio comercial en las costas dálmatas las amenazadas. Además, el empeño veneciano de tener una guerra corta y lograr una paz rápida, mirado como casi una traición por los círculos españoles, se debía principalmente a que la flota veneciana era tripulada por hombre libres, es decir que mientras sus pescadores, campesinos y comerciantes luchaban, el comercio estaba casi detenido, y Venecia vivía del comercio.
    Génova por otro lado, rival eterno de Venecia, tenía otros intereses, vemos como solo aportó con unas escasas 11 galeras, caras además, puesto que se las arrendó a España por un precio oneroso (no es vano el verso de Quevedo respecto del oro: «es en Génova enterrado»). No es poco razonable entonces la sospecha veneciana sobre la extraña actuación de Doria, que permitió que Uluj Alí irrumpiera en la línea primero y se retirara ordenadamente después.
    Así, la batalla está llena de detalles dignos de mayor atención, yendo un poco más allá que el simple estudio de las maniobras tácticas.

  13. Hola, Ulisses, hay cosas interesantes en lo que tú indicas. 106 de las 208 galeras de la Armada de la Liga eran de Venecia, además de las 6 grandes galeras muy artilladas que constituyeron una sorpresa para los turcos por su gran poder de fuego. Posteriormente, los turcos fabricaron 200 galeazas, pero los venecianos las desecharon por poco maniobrables.
    La mayor parte del dinero de la Armada fue costeado por el Papa, a través de dos sistemas de financiación: la concesión de bulas y los asientos con Génova. Las de Gian Andrea Doria fueron efectivamente arrendadas a Felipe II, ya que Doria, al igual que su tío, Andrea, eran los dos mejores condotieros de galeras del Mediterráneo. Tanto Doria como Uluch Alí, que comandaba el ala izquierda turca, desarrollaban un tipo de combate menos basado en el choque directo y más en la añagaza, la maniobra. Eso explica que Alí quisiera envolver el ala derecha cristiana y que Doria, advirtiéndolo se abriera más hacia el sur. El desprecio que los venecianos sentían hacia Doria (en general, las relaciones entre los almirantes no fueron una balsa de aceite, y Juan de Austria tuvo que cesar a Venier, uno de los almirantes venecianos) contribuyó al mito de que Doria había huido, etcétera. Los relatos de la batalla, y esto es un aspecto en el que el autor incide especialmente, son todos forzosamente incompletos. Casi todos los que se escribieron inmediatamente después del combate, a partir del 8 de octubre, sólo presentan la visión personal del que lo escribe -uno de los mejores, al parecer, es el del fraile capuchino que era el confesor de Doria-; fue posteriormente cuando el relato se «mitologizó» y oficializó cuando surgió la visión de conjunto, con detalles tan famosos como que el combate cesó cuando los turcos vieron la cabeza del bajá en una pica, algo literalemte imposible en medio del más espantoso caos, el humo y la distancia, etcétera; que las balas de los arcabuces turcos se detenían en los ábitos de los sacerdotes católicos o la más famosa, el Cristo de Lepanto, que se inclinó para no recibir un disparo de falconete. La victoria fue tan sonada que creo su propia leyenda, pero es algo absolutamente normal y para los que, como yo, creemos que no hay ningún hecho histórico que no le de la razón a Pierre Michon, cuando dice que la Historia es una forma sofisticada de la leyenda, y sentimos especial interés por el relato que se construye después del hecho, más que por el hecho mismo, que se pierde en el mismo momento en que ocurre (espero que no me esté liando), Lepanto es un ejemplo muy bueno de estudio.
    En la batalla y en la empresa de la Liga Santa destacan dos personajes: Pío V, cuya muerte acabó con un proyecto de seguir con la Liga, y que contaba con la admiración de Felipe II, y Juan de Austria, cuya prudencia y magnetismo consiguió conducir a un conjunto heterogéneo de intereses a la batalla por lo menos en 1571. Otra cosa fue reeditar la Liga al año siguiente.

  14. Bueno, acusar a Doria de huir de la batalla es irse demasiado a los extremos, pero la impresión que quedó, y los genoveses no podían esperar benevolencia de los venecianos, es que el comportamiento de Doria fue extraño, ambiguo, con más ganas de proteger sus galeras que jugarse el pellejo, descontado que Uluj Alí era bastante habil, como lo demostró su maniobra. La otra parte es de que manera fue establecido el contrato de arriendo de las galeras de Doria, fue demasiado comercial y resultó muy caro para los resultados obtenidos. Los genoveses además, en un mundo de muy enmarañadas relaciones polìticas y comerciales, tenían las manos menos limpias, muchos de los cañones turcos habían sido fundidos con bronce suministrado por los genoveses…
    Además, Giovanni Andrea Doria solo era la sombra de su tío abuelo, su actuación en la batalla de Djerba no fue nada brillante…
    De todos modos me parece a mi que más que la Batalla en sí, que fue una carnicería espantosa, lo interesante son todos esos entretelones preliminares y los confusos resultados finales, que hacen que los historiadores serios duden y no se pongan de acuerdo acerca del real significado de la batalla y de como fue que se ganó y como se perdió…

  15. Pues ese contrato tan comercial no debía resultar tan raro a ojos de Venecia, ambas repúblicas llevaban siglos haciendo cosas así.
    Ciertamente los venecianos pusieron el mayor número de embarcaciones pero tuvieron que recibir tropas que estaban al servicio de España quien aportó el mayor número de soldados (bien españoles, de los territorios españoles en Italia o alemanes pero en todo caso a su servicio).

  16. Eectivamente, los venecianos iban cortos de soldados (sus efectivos no podían compararse con los españoles) y tuvieron que ser reforzados por soldados de los Tercios, alemanes e italianos, también porque habían empeñado gran pare de sus efectivos en la defensa de Chipre.

  17. Hay que atender a las proporciones, es verdad que las galeras venecianas tenían dotaciones menores, pero se debe considerar que todos los puestos, marineros, soldados y remeros eran cubiertos por ciudadanos. Los venecianos pudieron tal vez presentar la mitad de las naves con dotaciones completas, pero si don Juan disponía de sus varios miles de soldados ¿por qué no utilizarlos?. Todos sabemos que don Juan de Austria es el vencedor de la batalla de Lepanto, pero tal vez esa sea la victoria que menos esfuerzo le costó, más dificil le fue mantener unida la Santa Liga, con tantos intereses dispares, con tanto egoismo y odios nacionales e intereses individuales como los había. Los venecianos, que al final tuvieron que pactar la paz con los turcos, deben haber concluido, y con bastante razón, que la Liga era insostenible e irrepetible.

  18. El problema es señalar ¿a cuanto ascendía la población veneciana? ¿se incluye la población de Terraferma alejada del mar?
    Las galeras venecianas eran más pequeñas por lo que necesitaban menos tripulaciones y galeotes.
    De lo que si estaban escasos de soldados por lo que se intentó rellenar con los de otras naciones, creó que Veniero puso pegas a que fueran españoles pero se enviaron mayormente italianos al servicio de España o del Papa.

  19. Complicadísima pregunta la de la población, habría que investigarlo (pero la Venecia misma creo que tenía en ese tiempo no más de 250 mil habitantes), pero lo que tengo entendido es que Venecia reclutaba muchos de sus remeros (libres, pagados, no eran galeotes en el sentido de forzados) en sus posesiones de Chipre, Creta y las islas del Egeo, soldados podía conseguirlos en las costas Dálmatas. El avance turco limitó mucho esas fuentes de reclutamiento.
    Frente a esa situación, los venecianos optaron por construir sus galeras privilegiando la velocidad sobre la potencia de fuego, puesto que más cañones agregaban más peso y por ende se necesitaría más personal. Galeras más livianas serían capaces de atacar más velozmente y con la misma velocidad rehusar el combate frente a fuerzas superiores. Las galeras españolas eran más pesadas, llevaban el doble de artillería, las genovesas seguían la misma línea.
    En ese sentido, la filosofía naval de los venecianos estaba más cerca de la de los turcos.
    Es lo que tengo entendido, tal vez alguien con más conocimientos podría aportar algo más a este tema.
    También está el problema que nosotros miramos las cosas desde nuestra perspectiva actual, pero en ese tiempo no era tan simple. Ya vemos que los españoles eran de España, pero para los efectos prácticos, por el Imperio Español peleaban alemanes o italianos. Pero italianos en el sentido que pertenecían a la península, puesto que que en verdad eran napolitanos, pisanos, toscanos etc. Además del verdadero lío de amistades y enemistades, que podían cambiar de un día para otro, ya vemos como Francia, europea, cristiana, occidental y todas las etiquetas que queramos ponerle lo más bien que estaba aliada con los turcos, sin importarle la famosa «cristiandad», debido a su actitud anti-española…

  20. Bueno yo por lo que he leido Venecia tendría unos 175.000 habitantes (entre 150 y 200.000) antes de la epidemia de peste de 1576 que mataría a un tercio de la población que ascendería a 125-130.000 la década siguiente.
    Pero los territorios adicionales podían abarcar más de 1,5 millones (no olvidemos que gran parte del norte italiano era suyo).
    Aunque Venecia siempre estuvo escasa de soldados, años después habrá un problema por el envió de un ejército suizo al servicio de Francia por la Valterina.

    Respecto a las galeras los venecianos usaban galeras ordinarias o sutiles con 3 cañones, como los turcos, mientras los españoles enviaron galeras bastardas y gruesas de 5 cañones con mayor número de bancos.

  21. Yo me he aproximado al tema de Lepanto a través de las diversas biografías de Cervantes, la del recientemente fallecido Manuel Fernández Alvarez «Cervantes visto por un historiador» es magnífica, y por un libro editado por Ariel titulado «la batalla de Lepanto» escrito por Hugh Bichieno. De esta batalla siempre me han llamado la atención la elección de Juan de Austria como comandante general de la alianza por encima de Almirantes de la talla de Veniero, Doria, el Marqués de Santa Cruz o Requesens; Juan de Austria tuvo mucho mérito para armonizar una alianza «ad hoc» hecha por el Papa y Venecia contra el empuje turco por la costa dálmata. El enfoque político y geoestratégico que domina el libro, según la recensión que hace Leiva, hace una lectura imprescindible.
    Estoy de acuerdo absolutamente con Leiva con la lectura del libro de Braudel a pesar de su antigüedad; a partir de éste se pueden leer los demás sobre el tema.

  22. Acerca de Juan de Austria dice el autor de este libro:

    «Ruy Gómez, a su vez, trabajó para que el rey se inclinara por el nombramiento de Juan de Austria, grato a la Curia y que parecía idóneo, pese a su extrema juventud, por su carisma y prestigio militar adquirido en la guerra de Alpujarras. Juan, además, se identificaba con la espiritualidad ignaciana siendo devoto seguidor de la enseñanza de la Compañía de Jesús. Para el rey este nombramiento era interesante: quizás sirviese para alejar a su hermano de la tentación del poder, pues en el ambiente cortesano su figura despertaba expectativas y recelos.»

    Los argumentos se ven sólidos. Por otra parte, los turcos habrían estado dispuestos a pagar lo que fuese porque nombraran a Veniero o a Doria, que habrían desarmado la Flota con sus rencillas. Álvaro de Bazán, por su parte, aunque muy capaz profesionalmente, no podría imponerse a los italianos solo por sus virtudes militares. Hacía falta bastante «Curia» como la que tenía don Juan.

  23. Vicent; precisamente el de Bicheno no es un dechado de virtudes históricas, está lleno de tópicos propios de la leyenda negra, de imprecisiones, de inexactitudes, incluso de falsedades. No, no es la mejor fuente de información, parece mentira para Ariel… Saludos

  24. Me acaba de llegar el libro «La batalla de Lepanto según cartas inéditas de Felipe II, don Juan de Austria y Juan Andrea Doria e informes de embajadores y espías» de Rafael Vargas-Hidalgo, espero que su lectura me aporte nuevos e interesantes detalles acerca de los entretelones de este acontecimiento histórico.

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