Imán, Ramón J. Sender

En Tiempo de guerra, obra que ya comenté en este foro, Paul Fussell cuenta que la oleada de novelas pacifistas surgidas después de la matanza de 1914-1918 contribuyó en gran medida a crear en la población un sentimiento de distancia y rechazo hacia la guerra que la propaganda tuvo verdaderas dificultades en romper.Tan sólo se consiguió de dos maneras: en los países del Eje asesinando o deportando a los pacifistas; en los países aliados, llamando a una cruzada contra el fascismo. Algunas de estas novelas, como Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, o Adiós a todo eso, de Robert Graves, o la más nihilista y terrible de Evelyn Waugh, Hombres en armas (en ésta, posterior, la retirada de Creta es descrita con una ferocidad y una mala leche inigualables), se cuentan entre las mejores obras de la literatura mundial.

España como es sabido no participó en la Primera Guerra Mundial, pero sí tuvo que bregar con un conflicto igual de absurdo y estéril en Marruecos; conflicto que costó la vida a miles de soldados españoles, incontables muertes entre los marroquíes, una carga insoportable para la débil economía del país y el enriquecimiento de unos pocos apellidos ilustres de la banca, la nobleza y el Ejército, que sobre un montón de cadáveres de sus propios compatriotas hicieron sus fortunas: mientras en Burgos, Alfonso XIII celebraba no se qué fiesta relacionada con el Cid Campeador, en los blocaos de Annual, Silvestre era aniquilado junto con su ejército en uno de los más tristes episodios de la Historia de España. Todavía no se han puesto de acuerdo los historiadores sobre la verdadera responsabilidad del Rey en el desastre (“¡Olé los hombres!”, etcétera); pero pocos meses antes que el informe que el general Picasso iba a presentar sobre la catástrofe saliera a la luz, Primo de Rivera se alzó con las tropas en Barcelona y “salvó oportunamente” a Alfonso XIII de tener que bregar con aquel asunto. En abril de 1931 todavía había muchos que no habían perdonado al Monarca, y creo que uno de ellos era el autor de esta novela.

Ramón J. Sender, hijo de Huesca, anarquista, periodista, y uno de los más grandes de las letras españolas, como atestiguan obras como Réquiem por un campesino español, El bandido adolescente, Mr Witt en el Cantón, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. Entre 1922 y 1924 fue a combatir a Marruecos y vio allí la corrupción, la incompetencia, la barbarie y la ignorancia con la que España llevaba a cabo su pirueta colonial en el rincón más pobre de aquella tierra que, para bien o para mal, también es española en cierto modo. Y al volver escribió Imán, que es una de las cosas más terribles que se pueden leer. La verdad es que a su lado, Tempestades de acero parece la narración de un boy scout divirtiéndose en el campo de su abuelito (a mí Jünger no sólo no me gusta como escritor, sino que me cae gordo, con sus escarabajos, sus condecoraciones exclusivas y sus ridículos apodos para los personajes de su Diario; pero ésta es otra cuestión).

El protagonista de Imán es Viance, un soldado aragonés del pueblo llano, que es llamado a filas y, como no puede pagar para librarse del servicio como hacen los ricos, traga saliva, deja en el pueblo a su anciano padre, un hermano retrasado y una novia a la que apenas conoce, y se va en tren hacia el matadero, los piojos, los orines como única bebida para los hombres cercados y la muerte y la desolación como únicos compañeros. Toda la familia morirá de hambre mientras él sirve en Annual en el Ceriñola 42 de infantería, (“los serinolas”, como les llaman los rifeños) y su pueblo será sepultado por la obra de una presa. Y es que a Viance le llaman “Imán” por eso, porque atrae todas las desgracias, y es tan desgraciado que hasta su único motivo para seguir viviendo en el infierno de las posiciones, de las emboscadas y de los “pacos”, que es matar a un sargento al que odia, se le esfuma al ahorrarle los marroquíes el trabajo con una bala en una batida.

No voy a contar nada sobre los aspectos literarios de la novela. Tan sólo recalcar el gran poder de la voz interior, implacable, digna de un aguafuerte de Goya, que va narrando descarnada los diferentes episodios del desastre de Annual: la caída de la posición R (el nombre de la posición de Igueriben en la novela); la huída de los oficiales antes que todo el dispositivo se derrumbe; las fantasmales cargas de los pocos jinetes del regimiento de Alcántara; la marcha en medio de los cadáveres, las moscas y los hombre enloquecidos; las mujeres y niños rifeños que asesinan a los soldados españoles clavándoles cartuchos en el cráneo, y la apatía que reina en Melilla, a donde Viance llegará después de diez días de andar desesperado y donde parece que nada ha pasado.

Imán fue publicada en 1930. Tuvo alguna reseña favorable, pero la cosa no pasó de ahí. Mejor recepción tuvo en el extranjero: en la década de 1930 se tradujo al alemán, al inglés, al ruso, al portugués y hasta al yiddish. Luego Sender partió al exilio y sus obras fueron prohibidas en España, por razones que no cuesta imaginar. En la pequeña nota introductoria que escribió, dice: “La imaginación ha tenido bien poco –nada, en verdad- que hacer. Cualquiera de los doscientos mil soldados que desde 1920 a 1925 desfilaron por allá puede firmarlas (…), El libro (…) trata de contar la tragedia de Marruecos como pudo verla un soldado cualquiera de los que conmigo compartieron la campaña. A ellos dedico estas notas, escritas también entonces con la voz del paisaje africano en los oídos”.

Saludos y buenas lecturas

Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
ISBN: 9788423340781
Colección: BOOKET
Nº Edición:1ª , Crítica
Año de edición:2008
Plaza edición: BARCELONA

 

7 comentarios en “Imán, Ramón J. Sender

  1. Leiva, no sabes lo bien que me lo paso leyendo tus reseñas. De este episodio tan traumático solo he leído obras más o menos generalistas y ningún testimonio, aunque sea novelado, emergido del barro y la lucha. Qué poco sabemos de nuestra historia más reciente!!.

  2. Yo lo leí hace muchos años y me dejó asolado, es tipo Vercel o Barbusse, muy interiorista y que te hace reflexionar sobre lo absurdo de algunassituaciones y como uno puede verse metido de lleno en ellas, lo típico de «y yo qué pinto aquí?, ¿cómo he venido a parar a este sitio?.

  3. Gracias por los comentarios. Yo no sugerí ninguna edición a Javi de esta novela, porque las hay muchas y muy económicas, pero ha puesto la que sin duda es la mejor y la más reciente, si no me equivoco, de Crítica (Clasicos españoles). Tiene una introducción muy completa, que incluye información sobre el contexto político, recursos literarios y el lugar de la novela en la producción de la literatra antibélica del periodo de entreguerras, y fotos de la guerra de Marruecos y de las posiciones de Annual.

  4. Pingback: Imán « la vida es una tómbola

  5. Yo leí hace muchos esta novela que, junto a la publicada en los Episodios Nacionales Contemporáneos de Susanna March e Isidoro de la Reguera, me impresionaron sobremanera y me acercaron a este tema y a esta época. Yo la tengo en una edición barata de editorial Destino y ésta de Crítica parece mejor por la introducción histórica que tiene.
    De la novela recuerdo una imagen del protagonista escondido dentro de la panza de un caballo muerto viendo como atrapan a un compañero español y lo castran en vivo entre varias mujeres ululantes. Otra escena que me impresionó fue la indiferencia con que reciben los compañeros destacados en Melilla a un personaje heroico que, por pobre y desgraciado, es recibido con total indiferencia por sus compañeros. Hay una crueldad añadida en esta indiferencia, una crueldad española típica de la sociedad clasista de la época.

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