Gravelinas 1558, VVAA

GRAVELINAS 1558: LOS TERCIOS DE FELIPE II CONQUISTAN LA SUPREMACIA CONTINENTAL

Autor del texto: Alberto Raúl Esteban Ribas y autor de las ilustraciones: J.D. Cabrera Peña

El 13 de julio de 1558 tuvo lugar en la costa de Flandes la batalla de Gravelinas en la que se enfrentaron tropas que el autor denomina como «hispánicas» contra tropas francesas. Las tropas hispánicas estaban al mando de Lamoral de Egmont y las tropas francesas al mando del Condestable de Termes. Esta batalla tuvo lugar con posterioridad a la de San Quintín en el contexto de la guerra que mantuvieron desde 1547 hasta 1559 los Reinos de España y Francia ya con Felipe II al mando de la Corona Española y destacado en la propia región de Flandes; fue la última victoria que tuvo en vida el Emperador Carlos.

Esta batalla ha estado tradicionalmente menos estudiada que la de San Quintín de la que se considera un episodio menor con un personaje común: el general de Caballería Lamoral de Egmont. Según el autor hay pocas fuentes directas para elaborar una narración veraz de los hechos (solo hay cartas de un protagonista directo, el Mariscal de Thermes, y de un protagonista indirecto como era el Duque de Saboya) y los testimonios indirectos no permiten trazar un desarrollo inequívoco de los hechos.

El libro tiene unos capítulos preliminares dedicados a la organización de los ejército hispano/francés así como las tácticas de las distintas armas que componían dichos ejércitos: infantería, caballería y artillería. Se hace especial hincapié en las tácticas de la infantería española de la época, los Tercios, y la caballería pesada francesa, les Gendarmes, como las mejores tropas del momento. Hay varios diagramas con los movimientos tácticos de la infantería española.

Las ilustraciones de Cabrera Peña son magníficas: hay dos dedicadas a cada uno de los ejércitos para describir el vestuario militar y civil de la época y el resto son unos excelentes mapas con el desarrollo de la campaña y los movimientos tácticos de los ejércitos.

La mayor parte del libro describe los movimientos del francés Duque de Guisa contra el general español Luis Filiberto de Saboya, vencedor de San Quintín, movimientos que culminan con la conquista francesa de la plaza inglesa de Calais. Después de esta conquista el frente se estabiliza entre las tropas francesas e hispánicas entre Flandes este, Luxemburgo y la Champaña.

El origen de la batalla de Gravelinas está en la incursión desde Calais del Mariscal de Thermes contra Dunkerke y Nieuport a las que saquea de manera inmisericorde; para que los franceses no llegaran hasta la misma Bruselas el Duque de Saboya envía al general Egmont para que detenga el avance francés pero éste desobedece al Duque de Saboya y encara a los franceses rodeándolos entre el río Aa, la fortaleza de Gravelinas y sus propias tropas. La victoria se resuelve con una brillante maniobra táctica de los españoles de Carvajal que flanquea por la derecha a los frances, toma su tren de bagajes y ataca por la retaguardia a la reserva de los mercenarios alemanes y a los gascones (élite de la infanteria francesa) que acaban siendo desorganizados y exterminados hasta el último hombre. Los pocos franceses que pueden escapar huyen a Calais y los españoles, al año siguiente, fuerzan la Paz de los Pirineos entre Francia y España que acaba con la guerra entre los dos países hasta la entrada de Francia en la Guerra de los 30 años, 80 años después.

Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788492714155
Nº Edición:1ª, Almena
Año de edición:2010
Plaza edición: NADRID

59 comentarios en “Gravelinas 1558, VVAA

  1. Bueno, haces una recensión del libro pero no dices nada de qué te parece a tí.
    Concuerdo contigo en la excelencia de las ilustraciones (Jos es un activo muy valioso).
    Los mapas creo que son de Carlos de la Rocha, si no me equivoco, ¿verdad?.
    Un saludo.

  2. Hola,

    La Paz de los Pirineos no puso fin a la guerra entre Francia y España en esta época, fue el Tratado de Cateau-Cambresis. El tratado de los Pirineos puso fin justamente al conflicto de 1652 entre las dos naciones, «80 años después».

  3. Interesante reseña para una batalla desconocida. Como pequeño apunte, incluyo aquí las cifras sobre los efectivos, que da Ferdinand Lot en Recherches sur les effectifs des armées françaises des Guerres d’Italie aux Guerres de Religion (1494-1562), págs. 175.
    Franceses: 3 compañías de chevaux-lègers escoceses, 16 enseñas de gente de a pie franceses y 18 de lansquenetes alemanes. De 5.000 a 6000 hombres para la infantería, 800 para la caballería. Otros historiadores hablan de 12.000 infantes y 2.000 caballos. Las primera cifras proceden del mariscal de Termes, en su Discours du voyage de Dunkerque. La segundas de un historiador florentino –Adriani- y de uno español –Herrera. François de Rabutin trató la batalla y el célebre capitán Blaise de Montluc también. Por cierto que las memorias de Montluc no tienen desperdicio.
    En cuanto al efectivo del ejército del conde de Egmont, formado por españoles, flamencos y alemanes, es más dificil –dice Lot- fijarlo con exactitud. Se habla de 15.000 a 16.000 infantes y de 3.000 a 4.000 jinetes, pero se trata de conjeturas.

  4. Ciertamente, AR, es un error de bulto lo de»fuerzan lo de la Paz de los Pirineos entre España y Francia». La paz a la que se llega un año después de la batalla de Gravelinas es la de Cateau-Cambresis que firman Felipe II, Enrique II e Isabel I; una paz que lleva la paz a Italia, a la guerra civil en Francia entre católicos y protestantes y a la hegemonía de España durante un siglo.

  5. Sobria reseña, Vicent. Percibo cierto recelo tuyo en que se use, por parte del autor, el adjetivo calificativo (tropas) «hispánicas» que entrecomillas ¿es así?
    Gracias y saludos.

  6. Es que me suena raro lo de «hispánicos», me suena mejor «imperiales» ya que la gran mayoría de los combatientes pertenecían a la familia imperial de los Habsburgo. La justificación de «hispánico» es que aquel año de 1558 gobernaba España el Rey Felipe Ii y el Emperador era el hermano del Emperador Carlos, Fernando, que no tomaba parte en esta guerra entre los Reinos de España y Francia. Y si no «imperial» mejor que «hispánico» me parece «español» porque la mayoría de participantes eran súbditos del rey Felipe II o mercenarios alemanes.
    Aunque parezca seca la descripción del libro no es porque no me guste sino por hacer una descripción imparcial de los contenidos. El libro es muy completo y tiene una parte introductoria para los neófitos muy útil (contexto histórico de la campaña y tácticas de los bandos enfrentados) y los mapas permiten comprender muy bien el desarrollo de la batalla, una batalla muy poco difundida y que este libro contribuye a iluminar. En este sentido también es interesante este libro.

  7. Gracias por el último comentario, Vincent. Como autor del libro celebro que te haya gustado. Sin embargo, puntualizar un par de cosas: en el libro yo no he escrito que la Paz de los Pirineos concluyese esta guerra, sino que corregía tu comentario -seguramente un lapsus, nada más-. Donde seguramente tendremos discrepancias es en el término «hispánico», algo que Tasos ya ha vislumbrado. Creo que decir «imperiales» no viene a colación, puesto que no eran súbditos del Imperio: los alemanes de ambos ejércitos eran mercenarios y no luchaban por el emperador, tío de Felipe II. Tampoco he utilizado el término «español» por que los ciudadanos flamencos no eran españoles, como tampoco lo eran los napolitanos, borgoñones, etc. del ejército de Filiberto o Egmont. Felipe II fue soberano de los Países Bajos antes que rey de España -aunque ciertamente más que rey de España era rey de las Españas: en la introducción escribo el detalle que el emperador abdicó de todos sus reinos individualmente, Castilla y Aragón por separado. Creo que el error de nuestros monarcas fue considerar que los Países Bajos eran literalmente una provincia más de España, cuando no era así: Egmont también lo entendía de manera diferente al rey, y por eso su decapitación sirvió de ejemplo.

  8. A.R, me gusta que intervengas en el Foro porque quiero preguntarte algo que no he acabado de entender en el libro. En la portada pone que las ilustraciones son de J.D. Cabrera Peña, ¿son todas? o ¿sólo las ilustraciones con las dos escenas indumentarias de los ejércitos combatientes? En los créditos de la edición solo aparece Carlos Canales como maquetador pero no aparece ningún segundo ilustrados si lo hay. Si los mapas los creó Carlos de la Rocha ¿porqué no aparece en los créditos de la portada o del pie de imprenta?

  9. Si los flamencos, borgoñones, napolitanos, milaneses no eran imperiales en 1558 (el Emperador era Fernando II de Austria), ni eran españoles porque no existía España como unidad social o geográfica ¿porqué iban a ser hispánicos que es una denominación de origen romano que abarcaba el sur de Francia y Portugal? Desde luego, decir felipistas queda hoy en día ridículo. Tal vez lo mejor sea identificarlos por su origen geográfico concreto: flamencos, borgoñones, sardos, sicilianos, aragoneses, castellanos, franco-condeños o napolitanos. Felipe II no era el rey de España era el soberano de un sumatorio de territorios dispersos a los que solo unía su fe a la Roma católica y su geneaología dinástica (Aragón+Castilla+Habsburgo: Emperador Carlos)

  10. Hola, Vicent. Efectivamente el gran Carlos de la Rocha ha participado en el proyecto, con su magnífico arte de hacer mapas. No menos espectacular ha estado Jos, al que sinceramente aprecio y creo que el futuro nos deparará importantes noticias sobre su trayectoria como ilustrador: es un valor en alza a seguir; respecto de sus ilustraciones, son las de las láminas de los ejércitos. Respecto de los créditos del libro, aparece el señor Francisco A. Martínez Canales en el apartado diseño y maquetación, pero también aparece Carlos de la Rocha en el apartado Mapas. Por cierto yo antes he tenido un error al decir que la paz de los Pirineos era de 1652; lo he tecleado mal, porque es de 1659. Gracias por la lectura del libro y espero vuestros comentarios.

  11. Sobre tu segundo comentario sobre el término «hispano»: tienes mucha razón, hay una diversidad de nacionalidades bajo el cetro de Felipe II. Cuando buscaba documentación al respecto vi que algunos historiadores, justamente para evitar catalogar como «español» a todo el conglomerado de territorios, utilizaban el término Monarquía hispánica o Monarquía católica. Me decidí por el primer adjetivo, puesto que creo que se aproxima mejor. Ciertamente tendría que ser más exacto en los términos, pero se hace dificil usar nombres actuales para contextos antiguos: Egmont no se sentiría holandés -como súbdito de la Holanda actual-, ni tampoco español -a pesar de haber visitado nuestro país varias veces-, pero si era súbdito del rey, y tampoco era «flamenco», puesto que solo se refería a los ciudadanos del condado de Flandes… Ellos se decían que eran ciudadanos de «los Estados», y su asamblea eran los «Estados generales». Ufff, espero no haberos aburrido demasiado.

  12. Ya que el autor es tan amable de dar licencia para comentar, permítanme un pequeño apunte (ejemplo).

    Lo de «imperiales» o «hispánico» no es -que suene mejor- o -no venga a colación-, es que creo que ambas son correctas y van de la mano.

    >Manuel de Montoliú, historiador catalán, lo expresa muy claro:

    «El Imperio Hispánico jamás pretendió ostentar la herencia de imperios anteriores. Surgió con ideales inéditos, con aquella noble ambición de sentido espiritualista y con aquellos ideales religiosos desinteresados y generosos que constituyen el timbre más legítimo de gloria de la nación española en el pasado. Aunque el Imperio Hispánico llegó a la cumbre de su poderío y prestigio, siguió una órbita absolutamente nueva y desligada de toda tradición romana y medieval. No en vano uno de los factores más decisivos del dinamismo propulsor en este afán español, fue el descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, que despertando las más poderosas energías y la más insaciable sed de acción de la raza, coloca a España por sí sola en los umbrales de la Edad Moderna»

    >Un verdadero historiador hispanista J. H. Elliott, se refiere al periodo o época en su Obra como: Imperial e Hispánico.

    > Felipe II heredó de un Emperador lo bueno y lo malo, Felipe solo se limitaba a defender lo que heredaba que no era poco: el Imperio Hispánico.

    Y si alguno tiene «peros» a las expresiones, me voy más atras en el tiempo.

    > Al primer rey de España (sin susceptibilidades por favor) Sancho III el Mayor, el gran rey navarro, era un verdadero «Rex Hispanicus», le llamaban «Imperator» sólo por ser el primero de los reyes y condes de la España cristiana, sin embargo él no tenía ideas imperiales.

    > O que me decís… A Alfonso VI, rey de Castilla y León (s. XI) en códices aparezca como: Imperator totius Hispanie»

    Tengo que decir, que uno de los problemas de las expresiones (como otros) son los complejos y prejuicios que se arrastran de tiempo atras en ésta nuestra España y, de lo políticamente correcto del momento.
    ¡Qué pena…!

    ¡Saludos!

  13. JF, tu disertación es de catedrático! A tus ilustrativos ejemplos no tengo nada que añadir, salvo que, cuando entre nosotros, los aficionados a la historia militar, usamos el término «imperiales» en este contexto, creo que comúnmente nos referimos de unánimemente a los súbditos del Sacro Imperio, a menos que estemos en un contexto de Carlos V, que entonces lo hacemos extensible a todos los países. De igual manera, cuando nos referimos, por ejemplo, al Imperio británico, nunca decimos las tropas imperiales -al menos yo no lo hago-, si no que decimos simplemente ingleses o británicos, a pesar que ellos tengan el Imperial War Museum…Finalmente, suscribo enteramente contigo en el apartado final: estamos sujetos, y sobretodo en España, a los complejos y prejuicios de lo políticamente correcto.

  14. Después de esta amable disputa me sigue chirriando lo de ejércitos «hispánicos» creo que aunque, en sentido lato, solo eran imperiales en 1558 los súbditos de Fernando II la idea o concepto de Imperio (no en sentido legal-político sino en sentido ideológico) cuadraba con un estado multiterritorial como era el heredado por Felipe II: un imperio católico. En este sentido las tropas de Felipe II eran imperiales y, como ejemplo, una de las cláusulas del tratado de Cateau-Cambrésis era que el Reino de Francia se comprometía a luchar contra sus propios protestantes lo que acabó llevando al Reino de Francia a la Guerra Civil y a la Matanza de San Bartolomé.
    Si nos la queremos coger con papel de fumar por no hablar de tropas «imperiales» tampoco había un Estado Alemán en la época y los mercenarios no eran alemanes sino bávaros, suabos o wurttenburgueses y siempre se habla de ellos como «mercenerios alemanes». Como dice mas arriba AR «Se hace difícil utilizar nombres actuales para contextos antiguos».
    De todas maneras, esto es accesorio lo importante sería hablar de lo que cuenta el libro, de la acción de Carvajal y de la suerte, en este momento, de Lamoral de Egmont

  15. En cuanto al asunto de cómo definir al ejército que venció en esta campaña, yo diría que es español. Al fin y al cabo, combatía para el rey de España, sus enemigos así lo consideraban y desde luego una buena parte del dinero para pagar las soldadas procedía de los fondos de la Monarquía. Porque combatir por dinero lo hacían todos, no solo los lansquenetes;, los soldados de los Tercios también, y hasta el último gendarme, reitre o gascón recibía dinero.
    Creo que en esta discusión se confunden dos espacios: el ideológico, en el que, según la inspiración de cada apologista, se denominaba al soberano con un título más o menos inflado y total y el del simple sentido común. Por ejemplo, se hablaba del César para referirse a Carlos V y de Rey Cristianísimo para hablar de Francisco I. Luego el rey de Francia seguía ostentando este título y Felipe II, igual que había hecho su padre, tenía aquella gran estela de títulos. Pero para abreviar era rey de España (o de las Españas, que para el caso era lo mismo, puesto que en singular o plural no eran naciones como las concibió la Modernidad, a partir de 1789, sino entes patrimoniales, herencias, como eran los Países Bajos, que no eran españoles, sino herencias de un señor que también era rey de España). Pero a la hora de describir al enemigo, Tavannes o Montluc hablan de españoles y cuando se refieren a los alemanes, por cierto, y para añadir más embrollo a la cuestión, también incluyen a los suizos.
    El carácter patrimonial y también internacional (palabreja actual, cuidado) de los dominios de Felipe de España puede verse en los miembros de la delegación española en Cateau-Cambrésis. E jefe de la delegación era el duque de Alba, tambien estaban presentes Ruy Gómez de la Silva, favorito portugués del rey, Antonio Perrenot, obispo de Arras, que más tarde sería el cardenal Granvela (cuya correspondencia es interesantísima) Ulrich Viglius, del Consejo de Estado de los Países Bajos y Guillermo, príncipe de Orange, el noble más importante de los Países Bajos.
    Por cierto que más que las victorias militares de la década de 1550, lo que condujo a Felipe II de España y Enrique II de Francia a la liquidación de sus diferencias fue la bancarrota de su economía, que había puesto a Europa entera en un peligroso abismo de crisis. A eso había que sumar la herejía protestante, que las victorias católicas en la década anterior no habían podido detener. La Corona española tuvo que dejar de pagar a sus banqueros en 1557.

  16. Algo interesante que tiene lugar en esta batalla es que el líder de los «imperiales», Lamoral de Egmont tenía órdenes de salir de Bruselas para atajar el avance de los franceses antes de invadieran Flandes. Egmont, que era general de caballería y creía en las cargas de caballería tipo Azincourt, fue rápido al encuentro de los franceses dejándose por el camino el tren de bagaje de la artillería por lo que presentó batalla (desafiando una orden directa de su jefe inmediato el Duque de Saboya) a los franceses sin apoyo artillero que estos si tenían. Egmont dirigió una carga de caballería contra la caballería pesada francesa que fracasó y tuvo que retirarse tras los cuadros de su propia infantería mientras que la artillería francesa masacraba a la infanteria alemana que ocupaba el centro de la vanguardia imperial. La acción se decidió por la infantería española mandada por Carvajal decidió, por su cuenta, atacar por el flanco derecho y alcanzar el tren de bagajes francés para atacar por la retaguardia a los mercenarios alemanes que cubrían la retirada del ejército francés. Esta acción y la del Almirante Carvajal, hermano del líder español, que disparó desde sus barcos situados en el río Aar, entre la retaguardia francesa y la fortaleza de Gravelines acabó por destrozar la línea de batalla francesa. Cuando digo suerte en esta ocasión para Egmont es que ganó una batalla para la que no estaba autorizado por su mando y la planteó sin artillería; si hubiera perdido la batalla los franceses hubiesen podido llegar hasta Bruselas sin impedimento de tropas imperiales ya que Luis Filiberto de Saboya estaba al en la frontera sureste de Flandes controlando las tropas del Duque de Guisa. Si esto hubiera pasado seguramente a Egmont no le hubiera cortado la cabeza el Duque de Alba sino el propio Duque de Saboya.

  17. También habría la opción de denominarlo en función de la dinástia como ejército habsbúgico o de la Casa de Austria.
    Pero creó que hispánico o español está bien, tampoco es que el ejército francés lo formaran sólo franceses.

    Sobre el tema del libro es muy interesante, ¿tienes planeado algún otro para el futuro?

    Las ilustraciones de alta calidad: http://brujulacromatica.blogspot.com/2010/10/formatos-grandes.html

    Por cierto que el ilustrador está trabajando en el de Albujarrota que saldrá más adelante.

  18. Respuesta a Leiva: El mal de España no era la falta de hombres, si no la falta de recursos. Como dices muy bien, la bancarrota era la amenaza constante -y hecha realidad varias veces- que lastraba la capacidad militar española. Las rentas de America estaban gastadas meses antes de que zarparan de las Antillas… En un futuro de un par de meses redactaré un estudio sobre la campaña de Filiberto de Saboya en Flandes y te avanzo que su problema principal no eran los ataques franceses, sino la falta de dinero.

    Respuesta a Vicent: ¿Cuántas veces los grandes generales deben sus victorias a hechos heroicos de soldados y oficiales? Seguro que todos conocemos casos, en la II GM, con Napoleón, etc. etc. Seguro que alguien puede aportar ejemplos.

    Respuesta a APV: Tengo en mente varios proyectos, pero lo que falta es tiempo: para documentarme y para escribir, sobretodo esto último, para conciliar todo lo que apunto y que pueda ser leído de manera amena pero rigurosa a la vez. No puedo comentar mucho más, porque no tengo el permiso de la editorial, pero si anticipar que trataré de nuevo el tema de Flandes, pero ya en el siglo XVII. Por otro lado. también trabajaré con Satrapa Ediciones en un libro sobre Roma. Insisto que Jos Cabrera es un gran dibujante y me enorgullece que haya ilustrado Gravelinas. Creo que en el futuro nuestros caminos volverán a encontrarse.

  19. Lo que he querido decir en mi última intervención sobre la batalla de Gravelinas es lo temerario y heterodoxo que fue Lamoral de Egmont en la misma ya que si la artillería francesa hubiera desbaratado los cuadros de su infanteria y la caballería pesada francesa hubiera explotado el desajuste de los cuadros la batalla hubiera acabado con la invasión francesa de Flandes y su capital, Bruselas. Así y todo, le salió bien la jugada al caballero Egmont gracias a los hermanos Carvajal. De todas maneras, Luis Filiberto de Saboya le echó un buen rapapolvo como se dice en el libro con palabras textuales del propio Duque de Saboya.
    APV, me imagino que la batalla que citas es Aljubarrota, no Albujarrota.

  20. Lamoral de Egmont tenía como modelo al Emperador, y estaba a caballo entre el hombre renacentista y el hombre moderno. Juan Carlos Losada en su libro San Quintin utiliza la vida de Egmont como hilo conductor; en el texto plantea la hipótesis que Egmont planificó la batalla como una carga romántica de caballería, pero creo que esto se trata de una licencia épica: Egmont había combatido en la expedición africana del emperador y en los campos de batalla de Flandes; conocía muy bien la muerte y que las batallas no son nada románticas -su hermano Carlos murió en el primer combate que tuvieron-. En la mente de todos estaba la suerte de los franceses en Pavía y que las armas de fuego portátiles eran el futuro. Creo que planteó la carga de caballería justamente para neutralizar los cañones franceses, puesto que él había abandonado los suyos. Finalmente creo que a pesar que la historiografía francesas y británica consideran que el ataque naval fue decisivo -cualquier cosa les sirve para minusvalorar nuestras tropas-, la batalla estaba ganada en el momento que los españoles flanquearon a los franceses. Sinceramente, esta época fue la de mayor gloria de nuestras armas, y si perdimos Flandes fue por la falta de dinero: los rebeldes disponían de más de 100.000 hombres por lo bajo, mientras que nosotros a duras penas algo más de 75.000 en el mejor de los casos, tropas que tenían que recorrer media Europa por la falta de dominio del mar. No solo eran los mejores soldados, si no que también sabían que lo eran, y que podían vencer cualquier obstáculo. ¿Os acordáis de la memorable frase «Somos un tercio español»? Os dejo el link http://www.youtube.com/watch?v=JtuR3R4-7nc

  21. AR, en tu libro dices que desobedeció al Duque de Saboya, que este le reprendió por ello, que intentó cercar a las tropas francesas y que éstas machacaron a cañonazos la línea de infanteria española y que su primera carga de caballería fue derrotada. Con todo lo que sabía de la campaña de Túnez o de Pavía, su naturaleza caballeresca le llevó a una batalla que ganó gracias a la acción de un subalterno que le desobedeció a él. Para mí fue un imbécil con suerte (perdón por la expresión pero tu libro me ha descabalgado a este militar del concepto que le tenía).
    Por cierto ¿puedes contarnos aquí algo de la biografía militar de los hermanos Carvajal, tan decisivos en esta batalla y tan poco conocidos en su función de militares españoles?

  22. Bona nit, Vicent.
    Hombre, decir eso del pobre Lamoral… Lo cierto es que hay que reconocer que no tuvo ninguna idea brillante desde el punto de vista táctico, pero valiente lo era y tal y como digo en el libro, una cosa es ser un general «subordinado», obedeciendo lo que te digan, y otra bien diferente tener que tomar uno mismo las decisiones: no todo el mundo tiene el espíritu y la mente claras para tomar decisiones que afectan a miles de vidas y al futuro del reino. Egmont era valiente pero no era un general en jefe; tuvo suerte, pero al final sus tropas vencieron, y él contribuyó con su ejemplo.
    Respecto de la familia Carvajal, la información que dispongo viene referida específicamente a su actuación en Flandes, pero no sobre su vida en general: al tratarse de un libro generalista y con unas páginas muy limitadas, no pude ramificar las exposiciones; además, no soy un experto en temas marinos; en su día encontré estas referencias sobre este aspecto, pero siento no poder darte más información; seguro que hay otros colaboradores que conocen la vida de estos insignes marinos:
    http://um.gipuzkoakultura.net/itsasmemoria5/guevarajose.pdf
    http://www.armada.mde.es/html/historiaarmada

  23. buenas, ahora mismo estoy leyendo este numero, y tengo una pregunta:

    Se pone el nivel del soldado español muy alto, que si eran la mejor formacion, mejores soldados, individualmente superiores a los demas. No hay un poco de chauvinismo en todo esto? Los contemporaneos pensaban realmente de esa manera?

  24. ¡Magnifico!, AR, «Somos un tercio español».
    Aprovecho para darle las gracias por los cometarios vertidos hacia un servidor, además le deseo éxito en sus proyectos y obras. Me encanta el periodo o época de la España «Donde no se ponía el sol». La historia de ésa época de la que hablo, por desgracia (sin querer generalizar) se encuentra infravalorada y en muchos casos despreciada o rechazada. Se agradecen publicaciones u obras sobre el Imperio español.

    Un saludo.

  25. Hola, dra. Siempre hay un poco de exageración y de patrioterío peliculero, por llamarlo de alguna manera, en afirmaciones de este tipo. Es un problema habitual cuando toda la acción de un imperio se contempla desde el punto de vista militar. Felipe Ii tuvo siempre mucho cuidado en complementar su actividad militar con la diplomacia, el espionaje y el activismo católico, y estos rindieron frutos espectaculares, tanto o más que los soldados españoles. Ya se ha hablado antes que este ejército estaba compuesto no solo por soldados españoles, etcétera. Yo creo sinceramente que hay una especie de «tercitis» en determinadas afirmaciones, que a veces tienden a la exageración chauvinista. Pero es un problema que afecta a todos los ejércitos con fuerzas de élite. Ahora mismo estoy leyendo cosas sobre la batalla de Mons en 1914 y parece que la Fuerza Expedicionaria Británica ganó ella sola la batalla del Marne, la Primera Guerra Mundial y los Mundiales de Futbol de Argentina porque ya eran muy viejecitos, que si no… Igual pasa con las famosas Fuerzas Especiales americanas, con libros a todo color, que no han hecho más que el ridículo en Afganistán, y que si no llega a ser por las fuerzas de la Alianza del Norte, aún están con cagarrinas por los montes. Pero tienen libros y libros de autobombo y la imagen estereotipada está ahí.
    La fuerza de la infantería española radicaba en su encuadramiento en unidades muy bien equilibradas de fuego y lanza, su nucleo de veteranos y sus capitanes, un cuerpo de oficiales muy valioso. Además, los servicios de pontoneros, los aprovisionamientos, etcetera, estaban muy bien organizados. Una cuestión muy importante es que, debido a la práctica de las milicias concejiles en el sigo xv, en España no era considerado un desdoro para la pequeña nobleza servir en la infantería, lo que proporcionó un buen número de oficiales de infantería para las guerras en Italia, Flandes, etcétera. Pero cada ejército en campaña levantado por España en esa época tenía sus características y generalizar es erróneo.
    Los contemporáneos consideraban a las tropas españolas como rivales temibles. Montluc o Brantôme, que eran soldados profesionales franceses, los situaban en primer lugar, por encima de gascones, suizos y alemanes. También eran conocidos como fanfarrones y escandalosos pendencieros. En Italia, uno de los personajes de la Commedia dell Arte, el Capitán Spavento, una especie de Miles gloriosus, era el modelo del soldado español un poco pedante, siempre seguido por la muerte con un reloj de arena. En Google hay imágenes de este personaje la mar de divertidas.

  26. AR más que un problema de dinero era un problema de disposición y distribución del dinero. España en ese momento tenía más recursos que otros pero los gestionaba muy mal, muchísimo se perdía en pagar intermediaros, banqueros y mandos. Y eso de la parte que se registraba.

  27. Las aportaciones se animan y esto me gusta. Respecto del tema del chauvinismo, pues ciertamente mi afición por la historia española hace que de alguna manera salga a relucir, je je. Pero esto no impide tener una visión crítica de los acontecimientos. Sobre el tema del dinero, ciertamente venía mucho de América, y como dice APV, el problema era la utilización del mismo… Sobre el tema de si nuestros soldados del siglo XVI-XVII eran buenos o tan solo se lo creían, bueno pues leiva ya ha puesto ejemplos; solo añadir que, por ejemplo, los soldados de Rorke Drift -donde se concedieron muchas Victoria Cross- eran del mismo regimiento que los masacrados en Isandlwana, o sea que en determinadas circunstancias, de la gloria a la muerte ignominiosa no hay más que una delgada línea. Por cierto, sería un buen trabajo de investigación revisar las añazas de Verdugo, Romero, Ayala, etc. y ver en cuántas ocasiones un puñado de españoles vencieron a fuerzas superiores. Seguro que sería un trabajo digno del mejor Pérez Reverte.

  28. Gracias a los dos por vuestras respuestas. Tambien he visto que dices que los arcabuceros españoles eran considerados los mejores del mundo. Seguro que si le digo esto a un extranjero se rie (ya me pasó).

    Hombre a mis en la serie Guerreros y Batallas, nada me gustaria mas que un numero dedicado a Juan del Aguila y sus operaciones… O tal vez un libro.

    Un saludo

  29. Dra, el que dices que se rió (no estaría muy ilustrado o tendria algún complejo hacia la Historia de España) En aquella época la elite militar se encontraba en el Imperio español. Pero culpa de ello (ignorancia y demás)no sólo ha sido del historiador extranjero, también ha sido fraguada desde la propia España el menosprecio, complejo y prejuico hacia la Historia de ese periodo, o sea el Imperio Español, por desgracia llega hasta nuestros días y lo digo sin querer generalizar.

    Un saludo.

  30. Si eso esta claro, pero no crees que, por ejemplo, intentado recuperar el tiempo perdido en leyendas negras y demas cosas, hoy en dia se quiere poner muy alto el nivel de nuestros ejercitos en el pasado?

    Porque por ejemplo como puse mas arriba, que los arcabuceros españoles eran considerados los mejores del mundo, como puede ser? Ya se que mucho es cuestion de tacticas y entrenamiento. Pero la punteria, la rapidez en la recarga, no puede pertenecer a un solo pais. No se si me explico bien.

    Un saludo

  31. No, no pertenecen a un solo país; pero si en ese país se da un entrenamiento mejor en ese aspecto prevalece.
    Por ejemplo en el S. XVIII los franceses no les gustaba entrar en combates a fuego con los ingleses porque estaban mal instruidos en ello; o los prusianos estaban tan adiestrados que disparaban 5-6 tiros por minuto mucho más que cualquier otro.

    La clave en los Tercios junto a su adiestramiento podría estar en su calidad de la recluta (era una profesión honrosa y considerada bien pagada) y en la veteranía de sus miembros al ser unidades bastante permanentes.
    Eso es un grado de ventaja frente a otros, por ejemplo las levas que los ingleses levantaron para la campaña de Cadiz en 1625 (campesinos, presos, ancianos, ciegos,…)

  32. La discusión deriva hacia derroteros que van mas allá del libro objeto de comentario. En el libro se vierten afirmaciones como que las escasas tropas de origen español presentes en la batalla y que estaban ubicadas en el flanco derecho del dispositivo de Egmont era una fuerza de élite que logró desnivelar la balanza táctica y llevar el desorden a las fuerzas francesas. También en el texto se dice que la caballería pesada francesa era la mejor caballería de la época y las tropas gasconas (ahí estaría el abuelo de D’Artagnan) eran la élite de la infantería francesa.
    Sobre estos hechos afirmados en el libro me gustaría preguntarle al autor, AR, en que se basa para hacer estas afirmaciones. ¿Porqué eran los mejores los que el dice que eran los mejores? Por otro lado siempre me he preguntado ¿contra un Tercio no bastaba una batería de artillería bien emplazada? ¿Porqué perdió esta batalla el mariscal de Termes contra una masa de infantería sin artillería y contando con tropas de élite tales como los gendarmes y la infantería gascona?

  33. Gracias APV por tu respuesta, el problema es que cuando cuentas cosa como estas en foros extranjeros por ejemplo, pues si rien y dicen que es chovinismo (ya me pasó).

    Un saludo

  34. Vicent que la caballería pesada francesa era la mejor era algo que reconocían las crónicas, los franceses habían puesto su énfasis en esa arma y para la rica aristocracia era consustancial formar parte de ella, y por ello usando el mejor equipo posible. Francia disponía de mejores caballos debido a su configuración y al esfuerzo de cría. Además era de las pocas que aún seguía manteniendo la lanza (muchas se habían pasado a las pistolas).

    Precisamente sus enemigos desarrollaron sus tácticas para neutralizar su eficacia.

    Aunque hay que matizar que en Europa había otra caballería del mismo nivel o superior: la caballería pesada polaca.

    Respecto a la infantería el problema es que Francia carecía de infantería propiamente nacional y tropas permanentes hasta las guerras de religión; su experimento de franco-arqueros fracasó y pasó a depender principalmente de suizos; destacando sólo algunas regiones con su infantería.

  35. La verdad, es una delicia leer todos los comentarios para alguien bisoño en estos temas, y la participación del autor es un lujazo; gracias a todos.
    Lo de la nomenclatura crea a veces interesantes polémicas, sin embargo, lo que está claro, es que los calificativos de tropas de aquella época no se pueden mirar con el prisma actual; hay que hacerse una composición del lugar y del momento y por supuesto rehuir complejos y timideces aunque eso sí, sin abandonar el rigor y la mayor objetividad posibles.

    La colaboración de Jos y de De la Rocha son dos magnificas «guindas» a la obra.

    Y ánimo, AR, para continuar escribiendo sobre temas tan interesantes.
    Saludos.

  36. Como se suele decir comúnmente en las entrevistas, “me alegra que me haga esa pregunta”, je je. Lo cierto es que para realizar el libro he tenido que documentarme a fondo puesto que las fuentes directas son escasas; sin embargo, y creo que todos los investigadores coincidirán conmigo, resulta apasionante adentrarse en la etapa de documentación: la Biblioteca Nacional, el archivo de Simancas, el Instituto de Historia y Cultura Militar, la biblioteca del Cuartel del Bruch, correspondencia con los centros de Historia de Bélgica, Holanda, Francia, bibliotecas de Italia y Francia, bibliotecas digitales de media Europa, etc… Como la mayoría de los humildes escritores, en nuestro domicilio disponemos de una modesta biblioteca –ni tan modesta a los ojos de nuestros amigos, pero no tan suficiente a nuestros propios ojos, je je-; por ello, para poder responder a sus consultas, no dispongo más que los libros de consulta general, mientras que el resto son de “préstamo” de otros amigos escritores, fondos de bibliotecas y archivos. Puesto que éste es un libro de divulgación, y no un ensayo científico, las citas y pies de página no son un recurso utilizado, y a la hora de extraer notas, al menos yo no apunto el lugar exacto del comentario, si no que de cada libro voy apuntando los comentarios, notas e ideas de manera general: a veces incluso el autor no dice nada explícitamente, pero el lector se da cuenta del mensaje que encierran sus palabras.
    A modo de ejemplo, en el caso de un artículo periodístico las anotaciones y notas a pie de página con citación expresa de las fuentes son frecuentes (vea el artículo referido a la batalla de Valls, en la Revista de Historia y Cultura Militar: http://www.portalcultura.mde.es/Galerias/revistas/ficheros/RHM_106.pdf); finalmente, es en el caso de un libro de investigación histórica donde las referencias exactas a las fuentes, con citación de nombres, lugares, etc. son imprescindibles (vea como ejemplo un libro de ensayo histórico sobre la batalla de Muret http://www.bubok.com/libros/16931/La-Espada-y-la-Cruz-La-batalla-de-Muret). En resumen, pues, no realizaré una retaíla escolástica de citas, recitas y contracitas.
    Dicho esto a modo de introducción, le comento que, respecto de la valía de las tropas hispanas del siglo XVI me gustaría trasladar el texto de la pág.7 del libro «America Latina: de la conquista a la independencia», de Osprey-Del Prado –colección que, si bien generalista, nos permite zambullirnos en la Historia militar mundial-, de Terence Wise: “(…) no sólo eran invencibles, sino que sabían que eran invencibles; y cada vez que se enfrentaban a miles de indios, su primera reacción, sin que les importara el número de sus enemigos, era avanzar siempre”. A partir de aquí, todos los libros consultados, desde autores nacionales a autores extranjeros –Elliott, Quatrefages, Parker-, expresan la misma idea, con otras y bellas palabras, pero profesan admiración por nuestras tropas.
    Respecto de la fama de la caballería pesada francesa, los gendarmes, la historiografía francesa se ha encargado de magnificar su papel, como herederos de la caballería nobiliaria feudal; simplemente repetir lo escrito por Charles Oman en su “History of war in the XVI Century”, página 6 “the gendarmerie of the compagines d’ordonnance wich was the pride of France-, y de igual manera se expresa Eduardo de Mesa en su libro de Almena “La batalla de San Quintin”, página 29, refiriéndose a los gendarmes, “su valentía y fama eran reconocidas en toda la Cristiandad, siendo considerados los mejores jinetes pesados de Europa”. No entraré a repasar toda la bibliografía francesa consultada, pero ya se pueden imaginar que pone por las nubes a sus jinetes. Oman, cuando habla de las batallas en las que participan los franceses, tan solo distingue a los “gascones”, quizás influenciado por Montluc, que al ser gascón, en sus memorias no hace más que alabar a sus paisanos.
    Respecto de si los arcabuceros españoles eran o no de élite, mi opinión es que no; para mi los soldados de élite son aquellos que tienen un entrenamiento y comportamiento extraordinario, y nuestros arcabuceros eran muy buenos, pero creo que no de élite, o no al menos en el sentido de los jenízaros o mamelucos: ojo, no digo que unos fueran mejores que otros en el combate, sino que unos creo que estaban entrenados para ser hombres de élite, y nuestros arcabuceros seguían el entrenamiento normal.
    Respecto de si una batería podía destrozar a un tercio, ufff esta es la pregunta del millón. Creo que justamente el plan de Egmont era evitar ser destrozado por los cañones, y por eso cargaron a toda velocidad contra la artillería. Hay que matizar que en aquella época el tiempo de recarga de las piezas eran muy lento, pero ello no obsta que sus efectos fueran temibles. Bueno, no me quiero alargar ni monopolizar todo el foro, que ya me he alargado demasiado!

  37. La verdad es que los que hemos leído el libro y hemos tenido la suerte de contar con el autor en el Foro de Novilis tenemos la suerte de haber leído dos libros: el libro en si y la trastienda metodológica del libro. Ahora solo queda que mas gente lea este libro y que el autor nos cuente sus próximos proyectos editoriales ¿porqué no la campaña de Alba en Flandes?

  38. Hola, amig@s. Lo cierto es que esta etapa de la historia militar española es apasionante; cualquier capitán que intentemos analizar llevaba en su bagaje tal historial de hazañas y hechos heroicos que daría para escribir un libro entero. Años en los que los hidalgos españoles, o sencillamente cualquier infante, usaban larga y rápidamente la espada, la pluma y la lengua, donde la honra primaba por encima de la propia vida, y donde los camaradas, la palabra de honor y el ansia de gloria lo eran todo. Sobre la pregunta de Vicent sobre las campañas de Alba, en la actualidad son varios los libros en el mercado, recientemente en el de Losada, por lo que supongo que está ahora todo un poco saturado -como cuando es la moda de romanos, cartagineses, Tudor, etc. etc.- Más viable suena hacer un trabajo específico de tan insignes capitanes, tiempo al tiempo. Bueno, lo cierto es que para escribir un libro justamente lo que hace falta es tiempo, tiempo y tiempo. Las ganas, como el valor a la infantería española, ya se presupone. Un saludo para tod@s y gracias por vuestra atención y amabilidad.

  39. Hombre pues en lo que se refiere a Juan del Aguila, pues el numero trataria de sus campañas en Flandes, Bretaña, Inglaterra y Irlanda. Algunos de estos temas muy poco tratados. Podria ser muy interesante.

    Un saludo

  40. Por cierto, supongo que muchos ya lo conocerán, pero si se consulta wikipedia en el artículo Alonso Vázquez, en las notas finales, remite a tres pdf de archive.org sobre la Historia de la guerra de Flandes en la época de Alejandro Farnesio. Se pueden descargar de archive.org dándole a la izquierda a PDF. Daros una vuelta por archive.org y veréis que mina.

  41. Aunque Gravelinas fue una gran victoria militar sin duda, a la larga estos triunfos no resultaron en nada duradero a largo plazo. Aunque se venciera a Francia, se empezó una guerra en Flandes. El gasto militar no dejaba de crecer y eso acabo arruinando Castilla. O por lo menos eso tengo entendido. Sin duda hubo más causas.

    Me estoy leyendo el libro (ya estoy cerca del final). Y me gustaría hacer una pequeña crítica: en el apartado de tácticas se describe solo las del tercio español, y creo que sería interesante explicar si los franceses usaban idénticas maniobras, o no, y si ésta era una de las causas de su derrota.

    También me hubiera gustado un poco más de explicación sobre el ejército francés y sus gascones (algun dia han de sacar un libro sobre ellos en exclusiva).

    En general pero creo que es un libro bastante bueno y muy recomendable.

  42. La guerra de Flandes fue efectivamente la sangría y cáncer de la monarquía española. Respecto de las tácticas francesas y el detalle de sus fuerzas gasconas, el objetivo del libro no era profundizar en tal o cual aspecto táctico, si no tan solo ofrecer una visión general para después centrarse en el estudio de la batalla. De la bibliografía francesa consultada se desprende que los franceses usaban tácticas y despliegues similares, pero su problema era el grado de entrenamiento que tenían -poco, en relación con el hispano-; de igual manera, los rebeldes holandeses aprendieron y usaron las táctica españolas, pero como en Gravelinas, a veces las acciones decisivas en las batallas no son las ordenadas por los generales, si no las pensadas y llevadas a cabo por oficiales, suboficiales y tropa experimentados y valientes; y en eso, los Tercios viejos tenían de sobra. Es una constante a lo largo de los siglos que si bien todos los ejércitos pueden tener armas y tácticas similares, es sin embargo el nervio y decisión individuales lo que hace decantar la balanza hacia un lado u otro. Sobre la idea de realizar un libro sobre gascones, desconozco las intenciones de la editorial, pero a mi entender, queda lejos de su línea editorial, centrada en llenar el gran vacío actual sobre nuestra historia militar.

  43. ¿cómo afectó el ataque turco de 1558 a Ciutadella de Menorca con el apoyo Francés a todo esto? (paz y ánimos de guerra)le costó 10 años a Felipe II reunir esfuerzos para contraatacar a los turcos? ¿porqué no quiso pagar rescate por los cautivos en Menorca y sí al Capitán Negrete por su triste actuación a pesar de su encausamiento en tribunales de la corona de Aragón? ¿porqué fuimos escenario de 2ª? no puedo creer que un rey tan magnífico para la gloria de España, fuera tan malo para los intereses de la España mediterránea, en concreto mi isla Menorca. ¿alguien avecina alguna teoría?

  44. Hola a todos, quería hacerle unas preguntas a AR, ya que tenemos el lujo de tenerlo aquí:

    – La infantería francesa se repartía, en proporción de arcabuceros y piqueros como la española?
    – Cree que es adecuado referirse al ejército español como «imperial»? Aunque Felipe II no era el emperador del Sacro Imperio, siempre se habla del imperio español.
    – Una pregunta de armas y armamento: el mosquete es más pesado que el arcabuz o menos? Lo dijo porque en algunas fuentes se dice que pesa más el mosquete y en otras el contrario. Sé que el mosquete requería horquilla, pero no se si era por el peso o por la longitud del cañón.

    – Las picas eran de la misma longitud en ambos ejércitos?

    – Una pregunta más colateral. ¿Sabes si Almena tiene pensado algun libro sobre la Guerra de los Segadores (Sublevación Catalana de 1640? Lo digo porque es una parte de las guerras del Siglo de Oro que normalmente se olvida al hablar de esta época.

    Buf! Como me enrrollo. SI habéis leído hasta aquí, gracias por la atención 🙂

  45. Buenos días y feliz año a todos. Disculpad el retraso en contestar, pero he estado fuera, de viaje para documentarme sobre un nuevo libro y posteruiormente estuve un período relativamente largo de convalecencia. Bueno, a lo que íbamos:

    En contestación al planteamiento de Maria Pilar sobre el ataque turco de Turgut, Pialí y sus otomanos sobre Ciutadella, a principios de julio de 1558, lamentablemente no puedo aportar mucho, puesto que no soy un experto en el tema. Por lo poco que sé, los turcos incumplieron el compromiso que tenían con los franceses de ayudarles en su ataque sobre Córcega y Niza –gracias a un supuesto soborno de los propios españoles-. El debate se centra en exigir las responsabilidades a Francia o al rey de España. La versión historiográfica tradicional española acusa a los franceses de planearlo todo, pero quizás confunden los hechos con las causas: Francia estaba interesada en machacar a España en todos los frentes, y la ayuda otomana estava prevista contra Córcega y Génova; el desvío hacia Baleares fue debido al propio afán depredador de los turcos. El nuevo revisionismo catalán considera que se trata de una maquiavélica argucia castellana contra la Corona de Aragón: lo cierto es que Felipe II estaba demasiado liado con los asuntos de Flandes e Italia para atender las cuestiones del Mediterráneo; otra cosa es la debilidad de las defensas de la costa, pero esto no era ningún interés peregrino, sino por la falta de recursos para acometer las obras: es la época en la que en Cataluña muchos pueblos emigran hacia el interior (Vilassar de Dalt, Premià de Dalt, etc) para evitar los saqueos de “Hay moros en la costa”.

    Como referencias bibliográficas para un mayor estudio del tema he encontrado las siguientes:
    Cristòfor Despuig: Els Col•loquis de la Insigne Ciutat de Tortosa[1]
    Sàpiens digital: L’any de sa desgràcia`[2]
    Joan F. López Casasnovas, s’any de sa Desgràcia. Diari de Balears, el 7 de juliol de 2006
    Miquel A Casasnovas Camps.: Història de Menorca. Ed. Moll, Palma 2005.
    Josep M. Ruiz Manent: Assaig històric dels dotze anys que seguiren al de «Sa Desgràcia» de Ciutadella. Ed. Nura Menorca 2004.
    Florenci Sastre Portella.: Aunque los de Ciutadella lo hizieron valerosamente…’. Ed. Nura Menorca 2006.

  46. Respecto de las consultas de Roger:
    La proporción de los ejércitos franceses era parecida a la española, si bien en número menor de armas de fuego; como en el caso español, y a remolque de los éxitos hispanos, la proporción fue aumentando
    Creo que el término imperial, como se trató en otra parte de este hilo temático, a mi modesto entender no es del todo adecuado. España era un imperio en cuanto a extensión por territorios, pero no en el sentido formal. Carlos I fue emperador en todos los sentidos, y en mayúsculas. La reina Victoria fue estrictamente emperatriz de la India cuando Disraeli le ofreció la corona, pero siempre hablamos del Imperio británico en su extensión. Creo que, en el caso español, pues hay que distinguir lo que coloquialmente entendemos como Imperio español del término soldados imperiales.
    El mosquete es una arma de fuego de ánima lisa más pesada que el arcabuz; el mosquete tenía su origen en la defensa de fortificaciones, y su tamaño llegó a ser inmenso –en la Armería del Palacio Real de Madrid se contemplan ejemplares que se parecen a cañones!-. Se introdujo en las tropas de infantería como arma portàtil en el ejército de Alba en Flandes (ca. 1567) y en diversos escritos aparece que grupos de arcabuceros –al principio solo 10-20- tenían que estar armados con mosquetes, cuyos impactos sobre las armaduras eran siempre letales.
    Sin embargo, con el tiempo los mosquetes se aligeraron: cuando vemos películas napoleónicas, o de la Guerra de la Independencia americana estamos viendo mosquetes, pero ya de diferente peso y morfología, mucho más estilizada. Igual pasa con el mecanismo de percusión del fuego: en Alatriste vemos que van con mecha, pero en The Patriot son de chispa.
    La longitud de las picas variaban ligeramente del país en país. En el estudio que he realizado para Gravelinas he consultado fuentes historiográficas francesas que se centraban en los aspectos bélicos, pero no en el tipo de material empleado. Si te puedo decir que las medidas de las picas españolas se encuentra descritas, por ejemplo, en la obra «Discurso sobre la forma de reducir la disciplina militar a mejor y antiguo estado», del maestre de campo Sancho de Londoño: según él debía existir dos tipos de picas, según su longitud; las largas, dede 26 palmos (más o menos 5,42 m de longitud)y luego picas de 20 palmos (más o menos 4,17 m de longitud). En su misma obra, Landoño dice que los alemanes y los suizos disponen de picas más largas –“mejor ofender que ser ofendido con armas más cortas”, dice-, pero no he encontrado nada acerca de las medidas de las picas francesas. Entendiendo que sus armas serían similares a las nuestras, y la diferencia provendría de la utilización de medidas de longitud propias. El sistema métrico internacional es un invento relativamente nuevo que permite harmonizar las diversas medidas de la mayoría de los países, je je.
    De igual manera la longitud de los mosquetes, espadas, etc. presentan medidas similares pero no idénticas entre países y entre los propios combatientes de cada país, en función de sus gustos personales.
    Y respecto de la revuelta dels Segadors, desconozco si Almena tiene previsto sacar un número al respecto. Pero sería muy interesante. Como catalán, me gustaría poder leer un libro desde el punto de vista estrictamente militar, sin componentes ideológicos.

  47. El libro ha sido una grata sorpresa y su lectura por supuesto un placer pero me han «chirriado» algunos detallitos sin mayor importancia que supongo no seran achacables al autor, como el pie de foto de «…la armadura que portó en la batalla de San Quintin» hablando de Felipe II que no estuvo en la batalla o cuando se habla del despliegue frances (1000 o 1500 metros) y se representa en las ilustraciones con menos de 600 metros posiblemente debido a un error en la escala de los croquis.A pesar de esto y aunque hubiera muchos mas de estos detalles seguiria valiendo la pena leer y comprar este libro .

  48. Hola, Alvalister.
    Celebro que el libro te haya gustado. Sobre las apreciaciones que comentas, tienes razón, a veces se cuelan gazapos, que por mil vistos y repasados, siempre aparecen donde menos te los esperas. Respecto de la armadura de Felipe II, el original se trata de una obra del pintor flamenco Anthonis Mor Van Dashorst -conocido en España como Antonio Moro- llamada «Retrato de Felipe II en el da de San Quintin», pintada en 1560 y que se encuentra en El Escorial. El error proviene en atribuirla a la batalla de San Quintin, cuando realmente se refiere a la batalla poe San Quintin, esto es, el asedio y conquista de la ciudad. Se trata de un pequeño gazapo de expresión: como dices muy bien, Felipe II no estuvo en la batalla -supuestamente muy a su pesar- y si estuvo presente en el asedio y asalto de la plaza -muy a su pesar-: utilizo este juego de palabras porque Felipe quedó muy impresionado por las escenas que vio en la villa, con asesinatos, violaciones etc. «¿De esto gustaba mi padre?» se dice que comentó al verse en medio de aquella vorágine de muertos, disparos, golpes, etc. De hecho, y a la luz de lo escrito posteriormente por Saboya en su «Diario», por el interés del joven Felipe de participar en las decisiones militares «estratégicas» creo que en Sant Quintín debió pasar algo que hizo hacer el ridículo al joven príncipe. Ojo, es solo una apreciación mía: quizás vomitó o se desmayó o algo que le dejó avergonzado, y de ahí su interés en «mandar» sobre los militares, especialmente en el período post-Gravelinas. Respecto del tema de las distancias, lo cierto es que en el libreto se tiene que acomodar el espacio «real» con la ilustración; si no quedaría demasiada separación «gráfica» entre los dos ejércitos contendientes.

  49. Salieron recientemente otros dos libros del autor:
    -Montaña Blanca en Guerreros y Batallas.

    -La Batalla de Kinsale. La expedición de Juan del Águila a Irlanda (1601-1602).

    ¿Alguién los ha leído?

  50. Hola a tod@s. Gracias, APV, por tu aportación. Espero que otros foristas se animen a dar su opinión sobre alguno de estos libros. Saludos cordiales, AR.

  51. He de decir que he leído el de Montaña Blanca y es un buen libro.

    Quizás se hecha bastante de menos un mapa de las operaciones para seguir los movimientos de los ejércitos.

  52. Hola, APV. Gracias por el comentario. Sí, tomo nota de tu sugerencia; por razones de espacio no pudo ser colocar más mapas, y ciertamente con la amplitud de los escenarios de la guerra hubiera sido quizás más recomendable hacer un esfuerzo de compresión para poder hacer más mapas.

    Montaña Blanca es un ejemplo magnífico del prestigio que tenían los tercios y naciones aliadas por toda Europa, demostrando que la hegemonía española aún estaba lejos de declinar en la segunda y tercera década del siglo XVII. Bucquoy, Tilly y otros mandos imperiales provenían de las tropas valonas de Flandes, y habían bebido de las fuentes de los maestros españoles de allí.

  53. Ciertamente los escenarios disversos podría exigir varios mapas, pero creo que uno de Bohemia y vecinos con los principales movimientos de la campaña si sería últil, mejor que usar el antiguo que viene.

    Respecto al contenido interesante y bien desarrollado, y las ilustraciones buenas también.

  54. Recientemente otro del autor: La batalla Fleurus 1622.

    Interesante libro, recoge toda la campaña previa, con Wiesloch, Wimpfen (batalla interesante frente a un ejército de moderno y de buena calidad) y Höchst; hasta el fin de la guerra palatina.

    Incluye mapas (mejora respecto al anterior, pero son de la época) y muchos grabados contemporáneos.

    ¿Cúal tienes previsto de cara al futuro?

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