UNA HISTORIA CASI UNIVERSAL
¿Libertad de comercio? No, gracias
Cuando la era Meiji estaba dando sus primeros pasos, Ulises Grant,
presidente de los Estados Unidos, visitó al emperador del Japón.
Grant le aconsejó que no cayera en la trampa de la banca británica, porque
no es por pura generosidad que a ciertas naciones les gusta mucho prestar
dinero, y lo felicitó por su política proteccionista.
Antes de las elecciones que lo hicieron presidente, Grant había sido el
general triunfante en la guerra que el norte industrial ganó contra el sur de las
grandes plantaciones, y bien sabía él que las tarifas aduaneras habían sido una
razón de guerra tan importante como la esclavitud. El sur había demorado
cuatro años y seiscientos mil muertos en enterarse de que los Estados Unidos
habían roto sus lazos de servidumbre colonial ante Inglaterra.
Ya siendo presidente, Grant había respondido así a las continuas presiones
británicas:
—Dentro de doscientos años, cuando hayamos obtenido del proteccionismo todo lo
que nos puede ofrecer, también nosotros adoptaremos la libertad de comercio.
Así pues, en el año 2075, la nación más proteccionista del mundo adoptará
la libertad de comercio. (pág.200)
Pero esto que acabamos de leer ¿qué es? ¿historia o literatura? ¿ensayo o narrativa?
Desde luego la simplona clasificación comercial anglosajona de “Ficción o No ficción” no nos sirve. Quizá recurriendo a la denominación más académica de Literatura y Ensayo se pueda explicar mejor la adscripción del texto precedente. La Literatura se estudia y organiza ya desde tiempos de Aristóteles —y sin gran variación— en géneros literarios, a saber; Narrativo, Poético y Teatral. Y por lo tanto todo lo que no encaja aquí es género didáctico-ensayístico o Ensayo, a secas y para abreviar. A su vez la Narrativa se subdivide en subgéneros, esto es; novela, cuento, leyenda, mito, fábula y microrrelato, entre otros. El más joven y moderno de todos ellos sería el microrrelato; una narración corta y condensada en la que se nos presenta un relato ficticio que suele empezar por el nudo y que en breve llega a un desenlace sorprendente, inesperado, humorístico, mágico, absurdo o incluso reflexivo.
Y ¿qué hace, entonces, Eduardo Galeano en Espejos? Pues juega, el autor uruguayo, a combinar el formato del microrrelato con hechos o personajes de la Historia.
Prisciliano
Y pasó el tiempo de las catacumbas.
En el Coliseo, los cristianos se comían a los leones. Roma se convirtió en la
capital universal de la fe y la religión católica pasó a ser la religión oficial del
imperio.
Y en el año 385, cuando la Iglesia condenó al obispo Prisciliano y a sus
seguidores, fue el emperador romano quien degolló a esos herejes.
Las cabezas rodaron por los suelos.
Los cristianos del obispo Prisciliano eran culpables:
bailaban y cantaban y celebraban la noche y el fuego,
convertían la misa en una fiesta pagana de Galicia, la sospechosa tierra
donde él había nacido,
vivían en comunidad y en la pobreza,
repudiaban la alianza de la Iglesia con los poderosos,
condenaban la esclavitud
y permitían que las mujeres predicaran, como sacerdotes. (pág. 68)
A lo largo de unas 340 páginas nos encontraremos casi seiscientos relatos históricos e intrahistóricos con contenidos, en su mayoría, de hondo calado. Corretean por estas hojas los olvidados y las olvidadas de la Historia oficial y cínicamente correcta, perdón, políticamente correcta; pululan los perdedores, los ignorados, los despreciados, los incomprendidos, los ninguneados, los silenciados de “una u otra manera”, los adelantados a su tiempo, los usurpadores, los impostores y los suplantadores de hechos, ideas o personas… y también veremos pasar a los malos y a los perversos; los abusos, las injusticias, las desigualdades, las atrocidades y… ya me callo porque no quiero ser tedioso. [Donde digo “los” entiéndase el género gramatical masculino, que incluye ambos géneros sexuales.]
Además todo ello se muestra aderezado, dentro de lo que cabe, con ironía y sarcasmo, con agudeza y soltura expresivas. Todo ello representa una invitación a reflexionar sobre nuestro pasado mediato e inmediato, y no para que ninguna impoluta mente del siglo XXI vaya a “desfacer” ningún entuerto pretérito sino más bien para que comprendamos nuestro presente y nos cuadre mejor el tantas veces irracional ahora. Eso sí, sin amarguras ni pesimismos.
La lectura es muy llevadera y muy aprovechable para esos ratos perdidos o muertos que nos surgen con frecuencia y no dan pie a ponerse a leer algo más denso y extenso, como puede ser el capítulo de una novela, por miedo a tener que interrumpirlo en cualquier instante.
Los relatos se suceden guardando cierto orden cronológico e, incluso a veces, temático, aunque esto no implica una pauta rigurosa; las narraciones son independientes a pesar de que, en ocasiones, una historia da paso a otra mediante algún tipo de vínculo como puede ser un personaje, un hecho concreto, un espacio geográfico. Un índice por títulos y otro nominal facilitan la búsqueda de cualquier relato. Nuestro reconocido autor prescinde de la bibliografía porque si no la misma ocuparía más espacio que el propio texto.
Guerras voraces
En 1975, el rey de Marruecos invadió la patria saharaui y expulsó a la
mayoría de la población.
El Sahara es, ahora, la última colonia del África.
Marruecos le niega el derecho de elegir su destino, y así confiesa que ha
robado un país y que no tiene la menor intención de devolverlo.
Los saharauis, los hijos de las nubes, los perseguidores de la lluvia, están
condenados a pena de angustia perpetua y de perpetua nostalgia. Las Naciones
Unidas les han dado la razón, mil y una veces, pero la independencia es más
esquiva que el agua en el desierto.
Mil y una veces, también, las Naciones Unidas se han pronunciado contra
la usurpación israelí de la patria palestina.
En 1948, la fundación del estado de Israel implicó la expulsión de
ochocientos mil palestinos. Los palestinos desalojados se llevaron las llaves de
sus casas, como habían hecho, siglos antes, los judíos que España echó. Los
judíos nunca pudieron volver a España. Los palestinos nunca pudieron volver a
Palestina.
Los que se quedaron fueron condenados a vivir humillados en territorios
que las continuas invasiones van encogiendo cada día.
Susan Abdallah, palestina, conoce la receta para fabricar un terrorista:
Despójelo de agua y de comida.
Rodee su casa con armas de guerra.
Atáquelo por todos los medios y a todas las horas, especialmente en las noches.
Demuela su casa, arrase su tierra cultivada, mate a sus queridos, especialmente a
los niños, o déjelos mutilados.
Felicitaciones: ha creado usted un ejército de hombres-bomba. (pág. 328)
En conclusión, sostenemos entre las manos un ejemplar que enciende el pensamiento y estimula la capacidad crítica del lector; un libro que propicia revelaciones insospechadas o que aclara sucesos vistos de soslayo en alguna efímera ocasión; en fin, busca, la obra, conducirnos a una reflexión sosegada… y, cómo no, deleitarnos.
DATOS DEL LIBRO
- Nº de páginas: 364 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
- Editoral: SIGLO XXI
- Lengua: ESPAÑOL
- ISBN: 9788432313141
Entonces sigue la linea de su famoso libro «La venas abiertas de latino América», muy interesante, para los que nos guste las historia o las historias.
Felicidades, Tasos. Impresionante reseña.
Guayo: no he leído aún el que indicas pero es posible que la línea sea muy parecida aunque sospecho que la estructura textual no. En casa tengo tres más en «pendientes de lectura» y ¡vaya si los leeré!
Muy amable, José Sebastián.
Hola, tienes tres libros pendientes de lectura de Eduardo Galeano?
Parece un libro muy interesante, gracias Tasos, buena reseña.
Sí, Guayo, ediciones de bolsillo económicas por un lado, regalos por el otro… y vas acumulando: la recopilación «Amares», los dos primeros de la trilogía «Memorias del fuego» y el postrero hasta ahora: «Los hijos de los días». Los dos últimos títulos van bastante en la línea del aquí reseñado.
No te decepcionará, teiter; no veas las dudas que tuve para seleccionar tres microrrelatos del libro entre casi 600 posibilidades. Gracias.
Muy buenas eleccion en los microrelatos, el del Grant y El emperador de Japon esta fantástico, saludos
De las mejores reseñas que he leído,felicidades Tasos.Se me acumulan los libros para Sant Jordi,tenia pensando darle un buen homenaje a Jose Luis Sampedro (estoy abierto a vuestras recomendaciones sobre Sampedro),y seguro que si no es Espejos el de Los Hijos de los Días también lo tengo en mi lista de pendientes.Tasos,¿has leído el de Los Hijos…?
Impresionante el relato de Guerras Voraces,sobretodo en su parte final.
Gracias Tasos.
Muy atento, Guayo. Y no te digo las maravillas que se han quedado, pero, claro, poner más de tres me parecía excesivo.
Muchas gracias, Xavi, pero ¿no exageras…? Que las hay bien buenas por ahí.
«Espejos» (2008)lo tienes en encuadernación rústica, «Los hijos de los días» (2012), que yo sepa, sólo lo hay en cartoné, lo cual lo encarece un poquitín. Y siempre te quedan los «librónicos».
Sobre Sampedro, que tiene novela y ensayo, me hablaron muy bien de «La sonrisa etrusca» y «La vieja sirena», por poner dos ejemplos de narrativa.
Saludetes
Mi más sentido pésame por la pérdida de un grande de la literatura en español, para un despertador de conciencias…
No sólo Uruguay te llora…Eduardo Galeano.