EL SITIO DE VIENA 1683, VVAA

Desperta Ferro Historia Moderna Nº32

Apenas el húsar baja su lanza
Queda un turco ensartado en su extremo
Aterroriza esto al enemigo y lo confunde
Este golpe, que ni frenarse ni desviarse puede
Atraviesa a menudo dos enemigos a la vez
Otros huyen con premura de semejante visión
Igual que las moscas en frenesí.
Vespasian Kochowski, 1684

Fue uno de los últimos grandes órdagos a Occidente y al corazón de Europa por parte del Imperio Otomano. También el mayor momento de gloria de los célebres húsares alados de la caballería polaca. El término de la Guerra de los Treinta Años había propiciado unos instrumentos en los tratados de paz de Münster y Osnabruck que habrían de regir las relaciones internacionales entre estados a partir de 1648, y quizá trajeran un poco de estabilidad al ordenamiento jurídico del Sacro Imperio de y a la resolución de los antiguos pleitos por las usurpaciones sucesivas de tierras en los distintos estados del Imperio, pero los problemas estratégicos continuaron siendo básicamente los mismos a partir de entonces: Francia seguía apostada en el Rin queriendo fagocitar Alsacia y Lorena y establecer su influencia en la otra orilla; y Suecia continuaba empeñada en la dominación de la costa báltica de sur en pugna por Pomerania y el ducado de Prusia, y con sus enfrentamientos dinásticos con Polonia.

En este contexto, el sultán otomano Mehmed IV, trató de aprovechar el apuro que sufría el emperador Leopoldo con la agresiva amenaza francesa en el Rin, para iniciar una campaña en busca de un sonado éxito militar. Para ello buscó la alianza con los cristianos protestantes de la frontera militar de Hungría, que desde tiempos del emperador Fernando II habían sufrido una campaña de conversión al catolicismo. Las peculiaridades de esta frontera militarizada son abordadas en el artículo de Gábor Ágoston. Los otomanos levantaron un gran ejército y declararon la guerra en el mes de agosto de 1682. La naturaleza de este ejército otomano de finales del siglo XVII es abordada en un artículo de Kahraman Sakul.

Las tropas no llegaron a las puertas de Viena hasta el mes de julio de 1683. En Viena habían tenido tiempo para atrincherarse y, como ya había demostrado la ciudad en 1529 contra los mismos otomanos, en 1619 con la amenaza bohemia del conde Thurn, o con el ataque del sueco Torstensson en los últimos estadios de la Guerra de los Treinta Años, la ciudad iba a resultar un hueso duro de roer. La defensa de la ciudad de Viena es abordada por Friedrich Edelmayer.

El emperador contaba, además de con sus propias tropas, con las de otros estados del Imperio, como eran las de Baviera, las de Suabia, Franconia y Sajonia. En la esfera internacional, el Papa llamó a una cruzada para proteger Viena y a ello ayudó a que el emperador Leopoldo pudiese forjar alianzas con estados de Europa con intereses comunes y fronteras con los otomanos, como era Venecia o la Comunidad Polaco-Lituana. En vista de ello, con los turcos a las puertas de Viena, el rey de Polonia, Juan III Sobieski, un rey guerrero retratado en su artículo por Anna Kalinowska, reunió a sus tropas y marchó en apoyo de la capital del Sacro Imperio.

Pese a la reunión del ejército combinado, las tropas cristianas seguían siendo inferiores al gran contingente otomano, pero la célebre carga de los húsares alados del rey Sobieski contra el campamento otomano destrozó en pocos minutos las ambiciones otomanas, hechos que se relatan el artículo de «La batalla de Kahlenberg» de Ferenc Tóth. Desde entonces, sería el turno del Imperio, de Rusia o de Polonia, que comenzarían a apropiarse poco a poco de los territorios europeos del Imperio Otomano, una historia que deberá ser contada en otra ocasión.

 

  • Libro de Revista Desperta Ferro
  • Desperta Ferro Ediciones
  • (29/01/2018)
  • Español
  • ISBN: 977225505400800032

 

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