“Guía oficial e ilustrada de las batallas, las armas y los ejércitos de la Trilogía “El Señor de los Anillos”.
Profusamente ilustrada con 1.000 fotografías, dibujos, mapas, esculturas y esbozos, la mayoría de ellos inéditos, constituye una crónica indispensable de las criaturas, guerreros, ejércitos y batallas de El Señor de los Anillos. Explica los usos guerreros de todas las culturas –desde los elegantes elfos hasta las terribles máquinas de guerra del Señor Oscuro-; cómo y por qué luchan, qué armadura visten y qué armas emplean contra sus enemigos. Ahora puedes estar lo más cerca posible de un orco, sin correr peligro.
Tomando las notas de los cineastas, los diseños y las maquetas como si fueran un verdadero archivo, se describen en detalle todos los grandes conflictos relatados en las tres películas: desde la Última Alianza de los Elfos y los Hombres hasta la decisiva batalla de los Campos del Pelennor, cada uno de ellos acompañado de unas ilustraciones exclusivas del diseñador jefe de las películas.
Armada con hechos fascinantes y una imaginería única, y con un prólogo exclusivo de Christopher Lee y una introducción del ganador del Oscar Richard Taylor, Armas y batallas es el mejor y más emocionante complemento a la trilogía cinematográfica de El Señor de los Anillos.”
Solicito la venia para este breve momento friki y de alguien que prefiere la adaptación cinematográfica a los libros por que ahí es donde le encuentra sentido al mensaje (que nadie vaya preparando la hoguera). También por que es pura ficción de una época y lugares inexistentes. Pero creo que merece esta breve reseña por la calidad del contenido y de la presentación.
Prologada por el mítico Christopher Lee, esta guía hace honor a su nombre y, debido a la extensión de la misma, voy a resumir un poco.
A través de sus páginas se alterna el orden cronológico de los eventos descritos en lo que se vino a denominar como “La Guerra del Anillo”, con las distintas razas, vemos claramente reflejadas con personajes clave y una breve biografía (desde Isildur a Sauron, pasando por Elrond o Theoden, a los hobbits protagonistas) y una explicación detallada de sus armas y ejércitos, pudiéndose apreciar referencias que bien podrían pasar desapercibidos en la gran pantalla, como son los símbolos numenoráneos de los antecesores de los gondorianos y las diferencias físicas y de equipación entre unos y otros; algo que hay que extrapolar a las demás naciones de hombres, elfos, enanos, orcos y hobbits (sin olvidarse de los Nazgul), y su evolución a lo largo de los acontecimientos imaginados por J.R.R. Tolkien, con especial hincapié en su cultura, esplendor y ocaso. Mención aparte, como curiosidad, merece Rohan para demostrar el nivel de detalle y, más concretamente, con Eowyn al unirse de incógnito a las tropas que auxiliarán a Gondor en su sitio. Así podemos apreciar puntos que no solo delatan su condición de noble cuna, sino de mujer también (la forma de llevar la espada).
Junto a la descripción de personaje y ejércitos, tenemos las de movimientos de tropas y acciones en los diferentes marcos de batalla, con llamadas constantes de atención.
Aparte de todo esto se nos habla de la forja de espada (y de las que aparecen en la historia), arcos, trabuquetes y de los diferentes medios y máquinas de guerra y de sitio, desde torres hasta olifantes y huargos.
Creo que mi breve reseña no hace el más mínimo honor a la obra que, en ocasiones, le pides un poco más en algunos apartados, pero ahora os voy a descubrir la razón principal de este arrebato de frikismo tardío. Aquel que crea que es una guía hecha al amparo de las películas tomándolas como tales, yerra. Me explico: la obra no parte de la ficción, sino que toma como base el hecho de que nosotros, los que la leemos, somos descendientes de aquellos pobladores de la Tierra Media, como si viviéramos en los años 2000 de la Cuarta Edad, como si fuera un libro en plan Osprey en parte de su esencia. Así, las imágenes de los filmes y los bocetos son tomadas como “representaciones de lo que pudo ser”, y el atrezzo como si fueran piezas contenidas en museos. A destacar el escenario de Amon Hen, donde Boromir de Gondor cae ante los uruk-hai de Saruman. En la descripción del combate y demás hechos, se hace una llamada tan singular como “según los restos arqueológicos hallados…”.
Me quedo corto en la reseña de la obra debido a su extensión, pero hoy no hay para más.
Una pequeña joya, vamos.
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788445074800
Nº Edición: Primera
Año de edición: 2003
Editorial: MINOTAURO
Plaza edición: Barcelona
Páginas: 218
A mi la peli de Las Dos Torres me dejó alucinado.Tengo debilidad por la segunda entrega.
La trilogia de Tolkien la tengo en casa,y pido disculpas pero aún no la he leído.Caerá,algún día caerá.
Gracias por la pequeña joya,Javier.
Xavi
Como historia imaginaria es lo más grande que he leído. Todo un mundo creado al que se le puede sacar mucho jugo, como este libro que nos trae El Comandante. Je, qué gracia, eso de «según los restos arqueológicos hallados», desde luego la imaginación no tiene límites. Una obra para los «frikis» del Anillo, pero con estilo.
No es por desanimarte amigo Xavi, pero todo el que conozco que ha leído ESDLA más tarde de los 25 años le ha decepcionado. Creo que es una saga que tanto por su estilo como por su trama es mucho más eficaz en la adolescencia. A mí desde luego me encantó pero no he vuelto a leerla.
Rodrigo, si dices que esta historia imaginaria es lo más grande, me atrevo a pensar que no has leído Canción de Hielo y Fuego, de George R.R. Martin. Y ya estarías tardando: le da sopas con honda a la historia de Tolkien en todos los aspectos.
Bueno, amigos. La historia se escribio en su momento y hay que valorarla como tal. Yo la he releido un par de veces y he de confesar que en algunos aspectos … nap… Quizás es que me la leí con demasiada edad, ya que no albergo los mismo gratos recuerdos como con La Historia interminable (quizás dejarla allí, bien sellada en la biblioteca, para no acabar con aquel sabor).
Lo dicho en la reseña. Es una maravilla de libro este manual y ha sido todo un acierto el crearlo como si no fuera ficción.
Gracias por vuestros comentarios!
Hombre, si «El Código DV» fue capaz de crear todo un mundo a su alrededor y salieron varios libros sobre el libro, una historia como la de Tolkien lo tiene más que justificado.
Cierto, Javi, muy cierto
ESDLA por siempre !. Firmado por un forofo que la leyó con 13 años, y la ha reeleido como una docena de veces en la veintena, en la treintena y lo que cunda. Cuando una cosa asi sucede, es que el libro tiene algo que atrapa.
Y por cierto, con 15 años le tocó el turno al Silmarillion, la primera edición en español de 1984, que guardo como oro en paño. Ahí es nada…
Acabo de leer Juego de tronos y me ha resultado una gozada y un comienzo muy prometedor (agradezco enormemente a Urogallo el haberme motivado la lectura). Creo que Martin tiene oficio en lo de construir una historia eficaz, absorbente y amena. Me haré con los volúmenes siguientes, esto ni dudarlo. Aun así, y a falta de la mayor parte de la serie, me atrevo a decir que la comparación entre Tolkien y Martin tiene poco asidero. En general diría que estos autores compiten en ligas distintas, subgéneros dentro del género fantástico, y puede que cada uno de ellos sea el campeón de su respectivo subgénero (tampoco es que me importe mucho saberlo: no soy un aficionado incondicional de la narrativa fantástica ni de ningún género específico, lo mío es más bien la novela a secas). Pero bueno, comparten la pertenencia a un mismo género y ya es bastante. Cierto que la controversia sobre la superioridad de uno u otro puede ser tan ociosa e inútil como la que confronta a Dostoievski y Tolstói, o aquella otra entre García Márquez y Vargas Llosa, o la de Neruda versus Huidobro; con todo, no sólo de debates productivos vive el lector.
De verdad, no creo que tenga mucho sentido afirmar que Martin haya superado a Tolkien. Si se pretende que semejante proeza se deba a la impresión de que el primero resulte más entretenido que el segundo, mal vamos. (Hay quien se entretiene con la prosa ágil pero hueca y banal de un Dan Brown o un Ken Follet; a mí estos dos me aburren soberanamente.) Peor, si se pretende que el ciclo de fantasía de Martin sea mejor sólo porque tenga pocos elementos de… fantasía, de aquello que define precisamente al género. Esto de las medias tintas –fantasía, sí, pero mejor si está muy dosificada- me parece apenas una alternativa, todo lo válida que se quiera pero no una virtud. Lo curioso es que Martin no reniega de lo fantástico, de lo contrario no habría asomo de lo fantástico en su novela. ¿A qué viene lo de renegar de la fantasía por el lector de narrativa de fantasía? ¿Que el mayor “realismo” de Canción de hielo y fuego lo vuelve una obra más madura que el ciclo tolkieniano? Perdonen, pero quien afirme esto es que no ha captado la fundamental falta de equivalencia entre ambas obras.
Diría que entre ellas hay diferencias de calibre semejante a las que hay entre el mito y la leyenda, o –en otro plano- entre la tragedia y el drama. Para resumir, creo que hay una disparidad esencial en los objetivos de uno y otro escritor. Tolkien aspira a la Maravilla, mientras que Martin se contenta con la entretención. El contraste introduce un elemento cualitativo de suficiente entidad como para desequilibrar la balanza, creo yo. La raíz de todo esto está en que la obra de Tolkien es más ambiciosa y está dotada de un mayor espesor cultural que la de Martin. El ciclo tolkieniano comprende toda una cosmogonía y un universo mitológico. Se compone de la materia de lo cósmico, de lo trágico y de lo sagrado, todo lo cual puede sonar desfasado para nuestra moderna mentalidad pero no tiene un ápice de accidental: así lo quería Tokien, que no por casualidad era un hombre que despreciaba la modernidad. Puesto que su patrón literario es el de las sagas mitológicas, es conforme a este patrón que cabe valorar El Silmarillion y El Señor de los Anillos, no según el de la narrativa realista. Está muy bien que los personajes de Martin parezcan de carne y hueso y nos resulten por lo mismo más cercanos; pero no es esto un factor que concierna demasiado al universo fantástico de Toikien. Se reprocha a este autor el carácter arquetípico de sus personajes, sin entender que la mecánica –la lógica- de su obra se nutre precisamente de los arquetipos, de los símbolos y de los grandes significados: cada elemento de los que componen su obra está hecho de la madera de lo absoluto, de aquello que comunica a los hombres con lo primigenio, ni más ni menos que el mito. Lo que alienta en Tolkien es la persistencia atávica de los orígenes. No habría exageración alguna en designar con mayúsculas todo lo que está en juego en la historia de Arda y la Tierra Media, partiendo por la lucha de resonancias cosmológicas entre el Bien y el Mal y acabando por la elevación de lo pequeño a la dignidad del Supremo Heroísmo (es a un par de hobbits que la Tierra Media debe su salvación). Lo mismo vale para los componentes de la trama: las grandes emigraciones, las grandes batallas, el viaje y la misión, el objeto único y poderoso del que depende el mundo, la declinación de unas “razas” y el auge de otras, etc. El pathos del ciclo tolkieniano es el de lo majestuoso y lo terrible, y el arrobamiento consiguiente –si uno se deja sugestionar por todo ello- es afín a lo grandioso, y eso que Tolkien se anduvo parco en efectos (Frodo y Sam debieron morir). Por si no bastase con esto, también está el plano de la épica de la condición humana, simbólicamente representada en Frodo y su transformación interior y en la exaltación de eternos valores como la lealtad y el compañerismo –Sam, sobre todo.
Sí, espero con ansias la continuación de las intrigas, guerras y querellas entre los Stark, los Lannister y demás personajes de Canción de hielo y fuego, pero mis expectativas en punto a significados subyacentes de la serie son modestas.
Saludos.
Ya te adelanto que no hay significados subyacentes, simplemente una historia. Una historia muy buena, desde luego más impactante y mucho más madura que la de ESDLA.
Permíteme insistir, y es que ese “simplemente” confirma mi planteamiento. Sucede que hay un punto de inconmensurabilidad entre una y otra obra por la sencilla razón de que sus parámetros son distintos. Mientras Tolkien apunta a reencantar, a restaurar aquella conexión con lo maravilloso que caracterizaba a la sensibilidad premoderna, Martin se limita a entretener. No importa qué tan reales sean los personajes y situaciones de Canción de hielo y fuego, ni qué tan sorpresivos sean sus giros argumentales ni qué tanta mayor crudeza imprima a su historia, lo decisivo es que Martin trabaja en otro plano que el de Tolkien, y hay que decir que es un plano bastante más modesto. No se trata por tanto de “cierto” criterio de madurez sino de espesor cultural y de riqueza de significados. Sobre las premisas que subyacen al ciclo tolkieniano me he extendido lo suficiente, creo, nada más enfatizaré ahora que lo suyo no es tanto impactar (los giros sensacionales de un guionista de culebrones deben impactar) como maravillar, inducir a arrobamiento.
Por ejemplificar, diría que entre uno y otro hay la distancia que hay entre un Tolstói y un Alexandre Dumas, y por mucho que uno se lo pase pipa leyendo las historias del segundo, no hay sino reconocer que lo del ruso es de un rango inalcanzable para aquel. Desde este punto de vista, es tan imposible que Martin supere a Tolkien como que un equipo de segunda división se titule campeón de primera.
En todo caso, nada de ello obliga a preferir a Tolkien en desmedro de Martin: en cuestión de gustos no hay dictado que valga. Por cierto que coincido contigo en que la historia narrada por Martin es muy buena, de lo más ameno y absorbente que he leído en mucho tiempo.
Gran argumentación, Rodo. Comparto contigo lo que dices. Tolkien es a Le Carré lo que Martin a Ian Fleming.
Esa comparación es aun mejor.
Aprovecho de felicitar la página, me parece que en su ámbito Novilis es un referente ineludible. Llevo unos cuantos años frecuentándola y me resulta grato seguirle la pista a algunos de mis contertulios hislibreños: Uro, Koenig, David L; hasta me he topado con alguna reseña de Ariodante. También Galaico, de quien recuerdo su reseña de la novela emblemática de Remarque. (Espero no dejarme a nadie en el tintero.) En Hislibris se me conoce como Rodrigo, nick que no he podido conservar aquí por razones obvias.
Saludos, desde Santiago de Chile.
Interesante consultor el que nos presentas aquí, Javier; a pesar de que no soy un forofo del tema, las películas me gustaron mucho. Habrá que echarle un vistazo un día de estos. ¿Se encuentra con facilidad?