El maestro de jarcia, Manuel Díaz Ordóñez

Amanece un nuevo día en el ajetreado puerto de la floreciente Barcelona de 1750. Hunn, un joven guardia marina español que esconde un secreto personal, no sabe que está a punto de involucrarse en una peligrosa trama de espionaje, traición y sabotaje orquestada por Gran Bretaña.

Hunn, obligado por su pasado y dirigido por el comisario Tenorio, tendrá que infiltrarse en la poderosa Compañía del Asiento de Jarcia. Una empresa dirigida por las fortunas comerciales más influyentes de la Cataluña renacida de la Guerra de Sucesión. Los grandes burgueses catalanes buscan recolocarse en las relaciones políticas y económicas de la Corona de los Borbones a cualquier precio.

Durante meses será ayudado por la sugerente espía María Beltrán y, sobre todo, conocerá a Joan Montserrat, un humilde maestro en la industria de la jarcia, cuya bondad le impresionará hondamente. Desde las calles de la Barcelona Gótica, Hunn viajará a Tortosa y, después, asistirá a la construcción del gran arsenal de Marina en Cartagena. Allí, junto al Mediterráneo, conocerá el amor en una preciosa joven que encierra una extraña melancolía y se verá envuelto en grandes peligros.

Por fin en la mar, siempre en la mar, tendrá que perseguir a un oscuro personaje que está detrás de toda la conspiración inglesa. Algo que le puede costar algo más que su propia vida.”

Las sinopsis que ofrece la editorial DE LIBRUM TREMENS, en la contraportada de sus libros, suele ser extensa y en esta ocasión tampoco estamos ante una excepción. Poco no, nada se puede añadir a este respecto por su análisis, el cual nos ofrece una completa idea de lo que tenemos entre las manos.

Acompañaremos al guardia marina Juan Hunn, gallego de Sada y de ascendencia flamenca holandesa, en su miedo por el posible descubrimiento de cierta irregularidad en su acceso a la Escuela de Cádiz, pero nunca sabremos, en realidad, si es tal el motivo por el que el oficial “de pluma” Tenorio lo ficha como agente al servicio de la Corona española. Esto sucederá justo después de que conozcamos, en las primeras páginas, al terror de la Berbería, al patró Antoni Barceló, a bordo del jabeque Gitano, embarcación que abandonaremos con presteza y hasta con vergüenza camino del centro de la Barcelona gótica, donde el protagonista principal redescubrirá la vida en las calles y tendrá noticia de primera mano de la corruptela y conglomerado de intereses sobre algo que parece tan oculto y menospreciado a nuestros ojos, aunque sin el que no navegaría ni un solo barco de la época: la jarcia.

Manuel Díaz se sirve de su condición de historiador y geógrafo para mostrarnos, calle tras calle, edificio tras edificio, su Barcelona y, también, un oficio como es el de la manufactura de jarcia en el s. XVIII que perfeccionó Jorge Juan, uno de los más ilustres oficiales de la Real Armada. El autor se ganó el Doctorado con un estudio sobre el reformismo borbónico y el suministro de jarcia a la Armada en el mentado siglo, el cual también le valió para ganar el premio “Virgen del Carmen” (2007) al presentar a la Revista General de Marina, Instituto de Historia y Cultura Naval, una síntesis de la obra ofrecida a los catedráticos.

Pero no solo nos quedamos allí, en Barcelona, ya que veremos la importancia de la fabricación y la importante creación de la Real Fábrica de Jarcia en el floreciente Arsenal de Cartagena, donde nos meteremos de lleno en la vorágine de tratar de descubrir al traidor tras un desgraciado encuentro en Tortosa.

La novela se lee con tranquilidad y sin perderse uno en datos o técnicas de manufactura, ya que lo que hay, se explica y no se peca de vanagloria de conocimientos casi olvidados salvo por los legajos. No, no estamos ante tal caso.

La aventura que se nos relata es clásica y llevada con suavidad, pero con los impulsos propios del protagonista, cuya edad condiciona muchas de las situaciones en las que se ve envuelto, mezcla la inconsciencia, la bravura y hasta la estupidez supina. Ante este último defecto solo recibe miradas de desaprobación y ruborizarse en no pocas ocasiones. Llega hasta a descubrirse en su condición de agente…

En definitiva, que por fin estamos viendo en el panorama literario español más y más novelas con nombres patrios en un género que únicamente parecía ser colmado por plumas inglesas, que ensalzaban las aventuras y sinsabores de la guerra por parte de sus compatriotas hace siglos, y en las que los españoles no éramos otra cosa que extras valientes, pero nunca preparados, que caíamos abatidos con la misma facilidad que los stormtroopers de la trilogía clásica de “La Guerra de las Galaxias”.

En cuanto al final de la novela, hay ciertos episodios que son trepidantes, aunque me sentí perdido dentro del jabeque. No obstante era la primera vez que navegaba los mares de la imprenta en una embarcación de este tipo, totalmente desconocida para mí. Si a esto le añadimos que hacía tiempo que había dejado de pisar la tablazón sobre la que caía la sombra de las lonas henchidas por el viento, es lógico que me quedara como la mayoría de los recién inscritos en el rol del Gitano, el cual llevaba a cabo una persecución sin cuartel.

Se lee con gusto y agrado, no cae en redundancias y la acción, aunque a veces es pausada, llega al momento dramático haciéndonos sentir toda la injusticia del acto criminal.

Vemos un retazo de vida pasada recién recuperado y, ¡qué leñe!, es una novela dedicada a nuestra Armada por alguien que la vive también por dentro al ser reservista.

Lengua: CASTELLANO
ISBN: 978-84-15074-14-4
Nº Edición: Primera
Año de edición: 2011
Editorial: DE LIBRUM TREMENS
Plaza edición: Madrid
Páginas: 530

7 comentarios en “El maestro de jarcia, Manuel Díaz Ordóñez

  1. Yo lo he leído ya dos veces y siempre encuentro nuevos pasajes o nueva información. Me he sorprendido descubriendo la importancia industrial que tenía la Armada en aquella época. Yo pensaba que eso del espionaje industrial y militar era cosa del siglo XX y del abwher. Que va, que va.

    También me ha parecido muy interesante el trato del personaje del guardia marina. Estaba harto de protas que parecen haber nacido con la virtud de ser inteligentes, experimentados y sin temor a equivocarse. Este es un chaval, se equivoca, a veces por la inexperiencia pero, las más, por los impulsos propios de la juventud.

    Por cierto el tema de los cementerios es para partirse. Si pudiera hablar con el autor le preguntaría si es que ha tenido alguna experiencia previa jajajaja. De verdad, imaginarse el muerto dando vueltas tiene que ser la leche.

    Coincido también con Javier en la navegación en el jabeque. Además creo que es una apuesta interesante por parte del autor de decidirse por el aparejo latino. Es mucho menos conocido y difícil de digerir para los acostumbrados a las vergas y demás.

    Una lectura muy recomendable para el verano y para los que estudien historia. Se aprende un montón del siglo XVIII de forma muy amena os lo aseguro. Yo lo compré en el Corte Inglés (en mayo) y el vendedor me dijo que se había agotado dos veces. No sé como estará ahora.

  2. La verdad es que me ha costado trabajo dejar un comentario, no sabía en cual de las reseñas navales de esta semana dejarlo. Lo hago aquí ya que es la última. Me alegro mucho que esta semana haya estado en exclusiva dedicada a los temas navales, la verdad es que últimamente están proliferando mucho las reseñas de este tipo de libros, los cuales siempre han sido un poco minoritarios. Pues nada, enhorabuena a los reseñadores, a Novilis y a todos los amantes de la historia naval, en cualquiera de sus ramificaciones.

  3. Lo tengo pendiente para leer; gracias, Javier MP, por confirmarme la calidad de la obra con esta buena reseña.

    Lo de Jorge Juan daría para más de una serie o peli, os lo aseguro.

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