El gran espectáculo, Pierre Clostermann

Pierre Clostermann (Curitiba, Brasil, 28 février 1921, Montesquieu-des-Albères, Francia, 22 mars 2006), fue un aviador, político e industrial francés.

Hijo de diplomáticos de origen alsaciano residentes en Brasil, Pierre Clostermann conoció allí a los famosos pilotos postales Mermoz y Guillemot. Obtuvo el mismo su licencia de piloto en 1937. Mientras se encontraba en los EE.UU. se produjo la derrota de Francia en 1940 y sin vacilar decidió a ingresar en la R.A.F.

En uno de sus libros, El gran espectáculo (en francés Le gran cirque) narra Clostermann sus días de piloto en la R.A.F. y en la F.A.F.L. entre 1942 y 1945.

No hay duda que para los aficionados al tema de la 2° Guerra Mundial, y más aún para los aficionados al tema de la guerra aérea, son bien conocidos los nombres de Hartmann, Barkhorn, Nowotny, Lent, Mölders y tantos otros ases alemanes, pero pocos podrán nombrar ases de los demás países combatientes, tal vez aparezcan Saburo Sakai o el legendario Pappy Boyington.

Pero entre los franceses también hubo buenos pilotos, y tenían que ser buenos si podían enfrentarse a «los muchachos de Abbeville» y vivir para contarlo. Uno de estos ases es Pierre Clostermann y su libro El gran espectáculo es su testimonio. Cuando Clostermann se enroló en la R.A.F. comenzó a escribir una especie de diario con un estilo espistolar, destinado a contar sus vivencias a sus padres para el caso que cayera en combate. En sus cuadernos anotaba sus vivencias y sus pensamientos. A medida que avanzan las páginas vemos como el joven va evolucionando desde alumno piloto a piloto de caza. Sus ilusiones, sus desengaños, sus triunfos y sus tragedias, sus alegrías pocas y amarguras muchas quedan registradas para que, quien pueda leerlas, sepa de la heroica lucha de los pilotos franceses.

Diversos aviones utilizó Clostermann; Spitfires, Typhoons y Tempests para enfrentarse a Messerschmitts, Focke-Wulfs y al más temible enemigo del cazabombardero, la artillería antiaérea, el terror de los pilotos en misión de ataque al suelo. Vale la pena leer este libro, porque es la historia de un hombre valiente y noble, retratado de cuerpo entero en las palabras que dedica al piloto alemán Walter Nowotny: «Toda esta tarea humana e inmoral que debemos llevar a cabo porque somos soldados y esta es la guerra. Nuestra revancha, hoy, consiste en saludar a un valiente amigo que acaba de morir, en proclamar que Nowotny nos pertenece, que forma parte de nosotros, de una esfera en la que no tienen lugar ni las ideologías ni los odios ni las fronteras. Esta camaradería no tiene nada que ver con el patriotismo, la democracia, el nazismo o la humanidad. Todos esos muchachos, esta tarde, lo comprenden instintivamente y si hay quienes alzan los hombros, es porque no pueden darse cuenta; no son pilotos de caza.»

Después de la guerra Pierre Clostermann conoció a Hans Rudel, el famoso piloto de Stuka, con el que mantuvo una amistad que se prolongó hasta la muerte de este último en 1982 y que es un símbolo de la reconciliación de la postguerra. El libro no es largo, 290 páginas en letra grande y de muy facil lectura. Mi edición del libro data de 1979, pero leo en Internet que el año 2000 se publicó una reedición de la obra titulada justamente Le gran cirque 2000, si es una edición nueva no debiera ser dificil conseguirla.

Por Ulises.

11 comentarios en “El gran espectáculo, Pierre Clostermann

  1. El amigo Ulises nos quiere hundir en la miseria. Ya no me pueden crecer más los dientes. Qué libros nos muestras!, qué maravilla. Y por aquí asoma nuestro amigo Hans Rudel de nuevo.

  2. Bueno Luismi, no es para tanto, que lo hace sin mala intención hombre!!. La verdad es que es un lujo saber que existen estos libros de los que al menos yo, nunca he oído hablar. Habrá que echar un vistazo a ver si lo podemos encontrar, aunque en una primera búsqueda en España no he encontrado nada.
    Sobre el amigo Rudel, cada día tengo más ganas de leerlo.

    Saludos.

  3. Fascinante lo de la relación entre ambos pilotos. Sería muy interesante conocer de que hablaban y lo que compartían cuando estaban juntos. Alucinante!!.

  4. Si que sería interesante, lo malo es que en ese libro no habla nada de esa relación, no Ulises?. El mismo Pierre tiene varios libros, no se si en alguno hablará de esa relación después de la guerra.

  5. Excelente reseña compañero Ulises.

    Afortunadamente pude leer este libro al que considero sencillamente impresionante.

    Don Pierre Clostermann tiene ese maravilloso don de introducirnos en la cabina de su avión y sentir por unos minutos el ambiente del miedo, la euforia, terror, tristeza y nervios destrozados del siempre difícil arte de combate aéreo.

    Considero que esta una de las “biblias” sobre la guerra en el aire durante la Segunda Guerra Mundial y que ningún aficionado de esta modalidad de guerrear no puede dejar de leer.

    Saludos

  6. Nada, que ahora el amigo Almonacid nos termina ya de hundir del todo con estos comentarios. No se si ponerme a llorar o irme de borrachera para olvidar las penas!!. Esto no se hace hombre, esto no se hace!!.

  7. Desgraciadamente muchos nos criamos viendo y leyendo acerca de la 2° Guerra Mundial, lo que nos llegaba desde los EE.UU.. Por lo tanto lo que veíamos de la guerra en el aire era a sonrientes y siempre victoriosos pilotos aliados quienes, llenos de jactancia derribaban a placer a los torpes pilotos alemanes.
    Tuve después la oportunidad de leer las historias narradas por un par de pilotos británicos, estos ya más mesurados. Pero lo que me gustó del libro de Closterman es que no teme mostrar que un piloto es un hombre, no una extensión de la máquina, sino un hombre con pasión, con entusiasmo, pero también con dudas, angustias y terrores, eufórico en el momento de la victoria, pero que no se avergüenza de quebrarse ante la espantosa muerte de un compañero: «Siento que el sudor se enfría en mi espalda… Con las rodillas dobladas, los nervios destrozados, me siento, cortado en dos por las náuseas, en la mezcla de cenizas y de espuma.».
    Siempre hubo propagandistas interesados en convencernos que los enemigos mataban sin discriminación, mientras los aliados solo mataban malvados nazis.
    Clostermann nos cuenta, honesta y sinceramente, que la guerra no hace distinciones, que aunque haya hombres nobles la guerra carece de nobleza: «Nosotros mismos hemos sentido a veces detenerse nuestro corazón al ver nuestros propios obuses explotar en una calle de un pueblo apacible, destrozando, alrededor del tanque alemán al cual atacábamos, a las mujeres y a los niños».
    Eso es lo que convirtió el libro de Clostermann en uno de mis favoritos, no el relato de las acciones «¡atención, doce boches, abajo, a las cinco!», eso se encuentra en cualquier novelita barata, sino el sentimiento que muestra, su humanidad, su corazón.
    Saludos, amigos.

    P.S. Todos esos libros que aquí aparecen como «novedades», no tengo ni la menor esperanza de encontrarlos, mi venganza entonces consiste en presentar mis escasos y viejos libros.

  8. Respondiendo a Luismi en su inquietud acerca de la amistad entre Clostermann y Rudel, efectivamente, en los libros que he leído de ellos nada se menciona, puesto que terminan con el fin de la guerra.
    Encontré por ahí una entrevista a Clostermann en la que declara ser el padrino del hijo de Rudel. Entonces la amistad era algo profundo. Douglas Bader también era amigo de Rudel, quiere decir que lo que afirma Clostermann, eso que la hermandad de los pilotos no tiene nada que ver con banderas ni ideologías, no eran palabras vacías. Leí por ahí también a quien dice que: «Bader y Clostermann prologaron algunas ediciones del libro de Rudel «seguramente porque no conocían las actividades políticas» del piloto alemán». Es ridículo pensar que personas de tan intenso quehacer político como eran estos tres amigos desconocieran lo que pensaba el otro, yo creo que eran amigos a pesar de las diferencias de pensamiento, los que afirman lo contrario no entienden nada, «no pueden darse cuenta».
    La verdad es que se queda uno con ganas de leer más, la esperanza es lo último que se pierde.
    Saludos.

  9. A quines no saben o no logran entender la amistad que puede surgir a pesar de las ideas, banderas y fronteras entre pilotos, el propio Clostermann les responde de alguna manera en el texto que citabas en la reseña del libro; «……es porque no pueden darse cuenta; no son pilotos de caza.”
    Hay que ser piloto de caza, tanquista, submarinista, soldado de infantería o cualquier otra cosa y haberlo vivido para poder alcanzar a comprender que pueda existir una amistad de camaradería con personas que aun siendo contrincantes tuyo ha estado en la misma situación.
    Por otro lado, veo muy acertados los comentarios de Ulises en lo que se refiere a lo atractivo del libro. A la valoración humana, de sentimientos que reflejan lo real en una situación de guerra, en una cabina de un caza en una misión en la que volver vivo a la base es casi una cuestión de lotería.

  10. Saludos
    Encontrada esta pagina casi por casualidad. Al leerla topo con gran alegría con el apartado Pierre Clostermann. Mucho le debo en el apartado personal y profesional. Me explico. De siempre me llamó la Aviación. Avido lector de todo lo referente a aviones, tuve la suerte de encontrar el libro de Pierre Clostermann: Lanceros del cielo, chapucero título que le endilgó la Editorial Fermín Uriarte, de Madrid, a la primera obra de su Colección «La Guerra Aérea». Le siguieron toda una serie de extraaordinarios libros que compré todos los que pude: Cielo hostil, de Alexander McKee, sobre la IGM en el aire. Cruces de Lorena en Rusia, de F. de Geoffre, acerca de la escuadrilla FFI «Normandie-Niemen». La Destruccion de Dresde, del controvertido David Irving. Siempre piloto de caza, de Teo Osterkamp, que luchó en la caza alemana en ¡¡dos guerras¡¡. Ofensiva de bombardeo, de Arthur «Bomber» Harris. Y Hasta el final, de Walther Dahl, sobre la Caza de Asalto (Rammjager). Me perdí apenas media docena de ellos, pues desgraciadamente la Editorial cerró; y tuve que buscarme la vida en librerias de viejo.
    Pero mi libro estrella fué, y sigue siendo, el de Clostermann. Su título original es Le Grand Cirque (en inglés The big show). Puedo hoy confesar sin sonrojo que leí de una sentada, más bien de una no-dormida. Su primera edicion en lengua original data de 1948 (Ed Flammarion), y la primera en español, que es la que poseo, es de 1965. Es el libro más querido de mi caótica biblioteca de tema Guerras mundiales: solo de tema Aviación tengo más de cien libros. Volvierndo a Clostermann, lógicamente busqué más libros, y encontré Feux du ciel, de 1951; y Sacrée guerre, de 1990. Ambos son también excepcionales. Feux du ciel está disponible en Uniliber; y El gran espectáculo (título para Argentina de Le Grand Cirque) esta también disponible en Iberlibro.
    Me gustaría seguir hablando de Clostermann, pues tengo mucho que contar, pero temo haberme excedido en extensión. Lo haré muy próximamente.
    Saludos

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