desde el Río Negro, para reconocer la bahía de Todos los Santos, las Islas del Buen Suceso, y el desagüe del Río Colorado.
Basilio Villarino, piloto de la Real Armada.
“Diario de navegación que va a hacer D. Basilio Villarino, segundo piloto de la Real Armada, con las dos embarcaciones de su mando, el bergantín Nuestra Señora del Carmen y Ánimas, y la chalupa San Francisco de Asís, desde el Río Negro, a reconocer la costa, la bahía de Todos los Saltos, islas del Buen Suceso y demás adyacentes, buscar el desagüe del Río Colorado, y penetrar su entrada, de orden del Comisario Superintendente de estos establecimientos, el Sr. D. Francisco de Viedma.”
Así es como se encabeza esta obra iniciada el 12 de Abril de 1781 y finalizada, abordo del bergantín Nuestra Señora del Carmen y Ánimas, un 8 de Agosto del mismo año, al ancla en Río Negro.
Para todos aquellos que tengamos en propiedad un Kindle, es decir, el ereader de Amazon, -sin duda uno de los mejores para poder leer ebooks, si no es el que más-, nos podemos sentir descontentos ante la falta de variedad de literatura en castellano dentro de lo que ofrece este portal internacional que, no obstante, está casi destinado por completo a público anglófilo. Sin embargo es posible encontrar algunas perlas curiosas, como ésta que vengo a bien ofreceros en el día de hoy. Es más, su precio era 0,00 $. Su descarga era gratuita como muchos clásicos que se pueden encontrar debido a que sus derechos de autor hace harto tiempo que dejaron de estar en vigencia.
Se viene a transcribir una primera edición de 1837, acompañada de un discurso introductorio (el cual, en su final se indica que se terminó de redactar en 1839, así que es un poco complicado saber la fecha exacta de publicación), sobre las aventuras y desventuras a la hora de reconocer y cartografiar esta zona de la geografía patagónica de Río Negro y Colorado. No solo se habla de los intentos de Villarino, sino también de otros que le precedieron y sucedieron, destacando, agriamente, el único interés que tenía la Corte de Madrid en mandar expediciones a esos lugares cuando España entraba en guerra con alguna nación europea y con el único ánimo de expulsar a los enemigos de las zonas objeto de estudio. También dedica un apartado a inexactitudes en cuanto a descripción y localización realizadas por algunos exploradores que nada tenían que ver con el piloto que escribió este diario. El discurso es bastante largo, a mi entender, y compuesto de diferentes datos que necesitan notas para su comprensión completa y que se han preocupado de añadir al final.
El lenguaje es llano a pesar del empleo de términos marineros que llegan a embellecer la lectura de un castellano propio al del s. XVIII. Día a día se nos describen los sinsabores de la labor de cartografiar y balizar la zona en busca del desagüe del Río Colorado, dándonos buena nota de la gran cantidad de momentos en los que los botes, chalupas y hasta bergantín tocan fondo y embarrancan en una costa y desembocaduras llenas de trampas, con bajíos fangosos, ciénagas a merced de tormentas casi huracanadas. Muchas veces te pierdes en su compendio de datos continuos de latitud, longitud, profundidad, ubicación de las barras, etc. Sin duda el haber adjuntado un plano de la zona, -tal y como debió hacer D. Basilio al presentar su diario e informe, según se desprende de la lectura del mismo-, habría hecho mucho bien al lector.
Por desgracia no trata de los diferentes sistemas que emplea para desembarrancar, más allá de hablar de tender espías o remar con mucho esfuerzo, apuntes sobre los que, expresamente, huelga hacer comentario alguno. A veces se nota su frustración, como cuando no puede ni salir del bergantín por el granizo, lamentando en sus últimas palabras que no haya preocupación por este tipo de misiones, sobre todo en emplear mayor tiempo y estaciones más propicias.
La nota curiosa que, además de lo ya mentado que nos sirve para hacernos una ligera idea de lo que venía a ser este trabajo de navegación y apertura de camino para los navegantes futuros, es la relación con los indios del lugar, entre los que se encuentran los patagones. Villarino los agasaja casi siempre con lo mismo, y es que los buenos muchachos, al parecer, les privaba el aguardiente. Bizcochos, abalorios, etc. completaban la lista de regalos. Hasta se monta una feria de ganado en el que el piloto adquiere varias reses, aunque sus contactos con los nativos de la zona no son todo lo favorables que le gustaría, sufriendo robos de caballos y hasta el hecho de que algún que otro hombre de su dotación fuese hecho preso y esclavo, además de que tenía que ejercer de experto anfitrión dando de comer a decenas y decenas de personas que se congregaban ante el lugar donde había hecho fondo. Agradecía mucho cuando aparecía alguno que trajera noticias del Superintendente y aquellos otros que se personasen con los servicios de alguna india lenguaraz (siempre eran mujeres, al parecer). Todo fuera por tranquilizar la zona. Aún así, no le daban muy buena impresión aquellas gentes a las que denomina bárbaros sin tapujo alguno.
El diario termina con una serie de recomendaciones a los navegantes que tomen la ruta para Buenos Aires y demás por esas costas, con clara indicación de las mejores zonas para dar fondo a diversos tipos de embarcaciones, así como remonte de ríos y arroyos, bajíos y balizas, las cuales, avisa, se tendrán que modificar según la experiencia aconseje, añadiendo o eliminando.
Lengua: CASTELLANO
Nº Edición: Primera
Año de edición: 1839
Editorial: Amazón KINDLEFORMAT
Plaza edición: Argentina
Líneas: 538 (diría que unas 50 páginas)
Interesante aunque seguramente complejo al tratarse de un estudio tan técnico ¿no,Javier?
Hombre, en algunos puntos te pierdes, pero no es muy técnico en sí, ya que no va en plan esquemático, sino narrado.
Un saludo!