Un rey inglés y escocés católico, Jacobo II, de la dinastía Estuardo, que sería el último. Una hija casada con un miembro de la casa de Orange, que conspira y depone al padre en 1688, y unos clanes escoceses aislados y vueltos sobre sí mismos, leales al rey depuesto y contrarios a cualquier cosa que huela a inglés. El conflicto estaba servido y acabaría conociéndose como las Guerras Jacobitas, que turbarían la paz de las islas británicas durante al menos setenta años y que acabarían conformando la unión de reinos protestantes que conforman la Gran Bretaña actual.
Yo tuve la suerte de estar viendo la serie Outlander cuando compré la revista y la recomiendo si uno quiere hacerse una idea y ambientarse en la situación de los clanes escoceses de la época. De sus modos de vida en las agrestes regiones de Escocia: «El rigor del clima y la suma pobreza los endurecen para las mayores fatigas: duermen en el suelo, padecen hambre y hacen largas machas en medio de las nieves y los hielos…».
La transición dinástica de los Estuardo a los Hannover arranca sus orígenes en los matrimonios fallidos de Jacobo I a principios de siglo XVII que pretendían poner una vela a Dios y otra al diablo tratando de colocar a herederos entre los dos grandes polos de poder europeos, los protestantes por un lado y las potencias católicas por otro, en especial los dominios de los Habsburgo, algo que se trata en el artículo introductoria de la revista.
A continuación se entra en materia con las rebeliones jacobitas de 1745, en las que el príncipe Carlos Eduardo Estuardo, heredero y pretendiente al trono jacobita desembarcó en Escocia, donde lo esperaba un ejército formado por los clanes e inició una campaña militar que lo llevaría a la victoria en la batalla de Prestonpans. Alentado por el triunfo, Carlos Eduardo decidió invadir Inglaterra y provocar el levantamiento de los jacobitas ingleses. El rey Jorge, lejos de huir a Hannover, se mantuvo firme en Londres. Los levantamientos ingleses fueron mínimos, e incapaz de mantenerse el pretendiente jacobita por más tiempo en Inglaterra se dispuso a retirarse de nuevo al norte, perseguido sin tregua por el duque de Cumberland.
En los alrededores de Edimburgo volvieron a enfrentarse jacobitas y hannoverianos en una caótica batalla en Falkirk, en la que los dos ejércitos acabaron por renunciar a la lucha bajo una lluvia torrencial. El hecho de que los hannoverianos se retirasen fue considerado una victoria por los jacobitas, que a continuación trataron de tomar sin éxito la plaza de Stirling y posteriormente se retiraron a pasar el invierno a las tierras altas.
El ejército jacobita de Carlos Eduardo es analizado en un artículo y el hannoveriano del duque de Cumberland en otro, así como la intervención de las grandes potencias europeas en el conflicto desde los puntos de vista diplomático, logístico y financiero.
Por último llega el plato fuerte con un artículo sobre la batalla de Culloden, la última carga de los Highlanders, el fin de los bravos clanes escoceses. Un soldado británico escribió: «Nuestros artilleros sacudieron sus líneas, entonces tomaron sus armas ligeras, espada y pistola, y se abalanzaron sobre nuestra línea de frente como jaurías de lobos hambrientos, y pelearon con intrepidez. Pero nuestro atronador fugo continuo comenzó a aplacar su furia. En unos cuarenta minutos comenzaron a vacilar y lucharon durante algún tiempo de modo titubeante: pero el fuego se incrementó de forma considerable […] y los highlanders se pusieron en franca huida».
ISBN:101007864
Editorial: Desperta Ferro Ediciones SLNE
Fecha de la edición:2017
Lugar de la edición: Madrid. España
Encuadernación: Rústica
Medidas: 29 cm
Nº Pág.: 65
Idiomas: Español
Sin duda muy interesante (como casi todo lo que publica Desperta Ferro).
La carga heroica de los Highlanders contra la artillería inglesa en la batalla de Culloden destila una épica por los cuatro costados.
Enhorabuena por la reseña, Lucas.