El grito del interior
“El caudillo era el sindicato del gaucho” – Arturo Martín Jauretche
¿Cuántas veces se ha deteriorado o desgastado un vocablo histórico por hacer un mal uso o, simplemente, un abuso del mismo? ¿Cuántas veces se ha empleado un término socio-político sin saber exactamente lo que significa o desconociendo el complejo concepto que implica?
Dos ejemplos claros que ilustrarían ambos casos serían los que componen el título de la presente obra. El sustantivo Caudillo es una palabra que, al menos en España, presenta un sentido peyorativo por haber sido utilizada por el anterior régimen dictatorial. Federal representa un adjetivo confuso, e incluso exótico, en un país como el nuestro de estructura tradicionalmente centralista, pese a que las Monarquías de los Austrias y el actual Estado Autonómico muestran una condición muy próxima al federalismo.
Pero en otros ámbitos del mundo hispánico estos dos términos se han empleado en un sentido más recto y etimológico. En concreto, en Argentina formaron parte indefectible de su rica y desconocida historia decimonónica; formaron parte de su configuración estatal y nacional. Las Guerras Civiles Argentinas enfrentaron a “los Unitarios”, que eran extremadamente centralistas, con “los Federales”, que propugnaban una representatividad proporcional y equitativa entre todas las provincias y un reparto justo de los beneficios del gran puerto de Buenos Aires.
En 1866 ante el Senado de la Nación, Domingo Sarmiento sostenía que “Cuando decimos “pueblo” entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues no han de verse en nuestra Cámara ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota”.
Ante esta actitud ya iniciada desde los primeros momentos de la Emancipación, surge la figura del “caudillo” provincial que encarna “la oposición más o menos organizada de algunas provincias contra la obsesión porteña por enviar ejércitos que las sujetaran, por entronizar príncipes extranjeros, por dictar reglamentos y constituciones cuyo objetivo era fortalecer el privilegio de Buenos Aires y privar a los pueblos de las provincias de alguna justa participación en los beneficios del puerto y de su aduana”.
Por lo tanto para evitar esa dominación “porteña”, que muchos “consideraban aún peor que la ejercida por los españoles”, y lograr la ansiada autonomía y equidad, no quedaba más que valerse de la fuerza.
Los caudillos federales fueron muy populares entre el pueblo llano ya que este se sentía comprendido por esos jefes que hasta la vida daban por ellos. Los caudillos defendían la unión entre todas las provincias, (incluida la Banda Oriental, hoy Uruguay), pero respetando la autonomía política y económica de cada una de ellas.
Estos caudillos populares no eran “bárbaros” toscos e iletrados; algunos no recibieron instrucción formal ni hondos conocimientos culturales, es cierto, pero hubo entre ellos algún graduado en Leyes y militares de carrera; otros reflejan a través de diversos textos una aguda inteligencia y una razonable visión de estado.
Y ¿por qué entonces se ha demonizado tanto a los caudillos federalistas o, en el mejor de los casos, han caído en el olvido? Pues según afirma Pacho O’Donnell porque “La historia oficial escrita por los unitarios vencedores ha indultado a los suyos y cargado todas las tintas contra sus adversarios”, y lo cierto es que no existe una triste calleja en todo Buenos Aires que lleve el nombre de ninguno de los once grandes caudillos aquí biografiados: Artigas, Güemes, Ramírez, López, Bustos, Quiroga, Aldao, Ibarra, Peñaloza, Varela y Urquiza.
MARIO “PACHO” O’DONNELL (Buenos Aires, 1941) es escritor, médico psicoanalista, dramaturgo e historiador vocacional; también fue político y embajador en Bolivia y Panamá. Actualmente preside el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano “Manuel Dorrego” y dirige el Departamento de Historia de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Posee una extensa obra tanto histórica como literaria.
Fotos de los cinco caudillos más representativos y carismáticos y en este orden:
- Artigas, Güemes, López, Quiroga –El Tigre de Los Llanos– y “El Chacho” Peñaloza.
Ficha técnica
Editorial: Aguilar
Páginas:352
Publicación01/09/2012
Edición:Primera
Género:Otros
Formato:15X24
Encuadernación:Rústica
ISBN:9789870426257
No conocía a ninguno de esos esforzados caballeros, pero parece un tema muy interesante. Creo que esta fue la guerra sudamericana en la que participó de joven Garibaldi, no?
El tema es mucho más interesante de lo que se cree y forma parte de las sucesivas Guerras Civiles Argentinas que se desarrollan a lo largo de gran parte del s. XIX; las diferencias sociales y políticas se tuvieron que dirimir por las armas.
En las primeras fases se producían a la vez la Guerra civil y la de Emancipación contra España y los Realistas.
Pues efectivamente, Garibaldi intervendrá en la Guerra Grande (1838-1851), en la Cuenca del Plata, conflicto en el que se enmarañan las guerras civiles argentina y uruguaya, el expansionismo del Imperio del Brasil y el imperialismo inglés y francés.
Saludos.