Bicoca 1522, Mario Díaz Gavier

“Sabiendo el general francés la voluntad del Próspero, manda hazer tres escuadrones de los esguízaros, y quel uno fuese de quinze mil hombres, y que los otros dos escuadrones tuviesen los otros quinze mil; ansí se hizo el escuadrón del toro y el de la vaca y el del bezerro, y un escuadron de quinientas lanzas y un pequeño escuadron de ynfantería gascona; y que el resto…”

¡Uf, el corrector de Word se está volviendo majareta!¡Ynfantería! ¿Quién tiene esta ortografía tan desenfrenada? Pues nada menos que Martín García Cereceda, que en su Tratado de las campañas y otros acontecimientos de los ejércitos del emperador Carlos V en Italia, Francia, Austria, Berbería y Escocia desde 1521 hasta 1545 por Martín García Cereceda, cordovés, soldado en aquellos ejércitos narra entre otras cosas la batalla de La Bicocca o de Vicoca, como escribe él.

El general francés al que hace referencia Cereceda es Odet de Foix, vizconde de Lautrec, hombre de ojillos entornados retratado magistralmente por Clouet, y el tal Próspero, no es otro que el famoso condotiero Prospero Colonna, al que sus admiradores (tenía el bendito un club de fans) conocían como Cunctator (algo así como “el que retrasa”), como aquel famoso Quinto Fabio Máximo, pues en pleno Renacimiento, nada mejor para expresar las virtudes de un gran capitán que ponerle un mote de resonancias clásicas.

Y si Fabio Máximo consiguió poner de los nervios a Aníbal con sus tácticas dilatorias, guerrillas y añagazas varias, Colonna consiguió agotar la paciencia de monsieur de Lautrec Ojillos entornados y, en especial, de los dieciséis mil esguízaros (suizos) que formaban la espina dorsal del ejército francés que Francisco I había enviado a Milán para recuperarlo… bueno, para volverlo a robar a los milaneses. Los suizos, que se consideraban la mejor infantería de Europa, pero que aquel día de abril de 1522,  abandonando toda prudencia y sentido táctico, se echaron en los brazos de los arcabuces del marqués de Pescara (hispano-napolitano) y de las picas de sus rivales más encarnizados, los lansquenetes de Georg von Frundsberg, al que apodaban, no en vano, “Devorador de hombres”, como al tiburón blanco de Spielberg.

No es que el capitán francés quisiera atacar; el reconocimiento de la posición de Colonna, que era un maestro consumado en las partidas de ajedrez en la llanura lombarda y en las posiciones preparadas al estilo Gonzalo de Córdoba (no en vano había asesorado al Gran Capitán en la de Ceriñola), advertía que era inexpugnable y que un ataque frontal era suicida. Pero los suizos ya estaban cansados de marchas y contramarchas; se acercaba la temporada del buen tiempo, no habían cobrado hacías semanas y dejaron bien claro que, o veían la pasta o se las piraban (que en francés fino se dice pas d’argent, pas de suisses). Lautrec, que ya estaba desesperaito, dijo que bueno, que adelante (como el general de la Brunete la mañana del 23-F) y comenzó el jaleo. Los del reconocimiento tenían razón, aquello no había manera de cogerlo por ningún lado: seiscientos metros de frente, imposible de flanquear, 4.000 arcabuceros españoles, formados en 4 hileras de 1.000 para turnarse en la salva. En cuestión de hora y media, los suizos habían perdido poco menos de cinco mil hombres en combate y Lautrec su última oportunidad de conquistar Milán. Hubo un intento de la caballería francesa de flanquear por otro lado y caer sobre el bagaje, pero Antonio de Leyva (no es pariente mío) consiguió rechazar el ataque.

Bicoca quedó para siempre como sinónimo de cosa obtenida con facilidad, pero nada más lejos de la realidad porque, coñas aparte, los suizos dejaron el pellejo en ella y los del ejército imperial también debieron padecer lo suyo.

¿Cómo podemos saber más del tema? Es fácil: comprando por 14 eurillos de nada Bicoca 1522, de editorial Almena, cuyo autor, Mario Díaz Gavier, es también el de otros títulos de la editorial, algunos de la Guerra de Independencia, y otro sobre Pavía, célebre victoria imperial en la que muchos de los protagonistas de la refriega de Bicoca volvieron a encontrarse. El formato es el habitual para la colección Guerreros y batallas de la editorial. Se trata de una magnífica introducción a las guerras entre Carlos V y Francisco I en Italia, los tipos de tropas, las tácticas, las vestimentas y las armas. Díaz Gavier es capaz de resumir convincentemente una campaña complicadísima como es la que va de enero a abril de 1522 antes de la batalla, y luego seguir narrando el ataque y conquista de Génova por Pescara con igual solvencia. El libro viene complementado con unas ilustraciones de Ángel García Pinto, que, personalmente, encuentro un poco estáticas, pero que no están mal. La bibliografía es muy completa; se incluyen muchos títulos en alemán, como uno de Berthold de 1833 que se puede conseguir en pdf en Googlebooks…, etcétera, etcétera. Yo, que soy un apasionado del tema de las guerras del Renacimiento, puedo decir que he aprendido cosas que no sabía, lo cual es mucho decir con los tiempos que corren, en que parece que se hacen libros para desaprender.

Saludos y buenas lecturas

Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788492714032
Colección: Guerreros y batallas
Nº Edición:1ª Almena 
Año de edición:2009
Plaza edición: MADRID

 

7 comentarios en “Bicoca 1522, Mario Díaz Gavier

  1. Creo que ya te lo he dicho alguna vez amigo leiva, me asombran tus reseñas y me lo paso pipa leyéndolas. Guerreros y batallas aun están por descubrir creo yo. Alguna vez que otra los vemos por aquí reseñados, aunque escasamente, o anunciados en las novedades editoriales, pero aun así sigue siendo una colección a la que se le da poca difusión y como dijo ya algún forero novisleño, si no existiera la editorial Almena habría que inventarla.

  2. Yo leí los dos libros que salieron a la vez de «Guerreros y batallas», Bicoca y El sitio de Gerona, y el de Bicoca me gustó mucho mas que el de Gerona. Bicoca es una batalla «pequeña» en comparación con Muhlberg o Pavía pero se hizo legendaria e hizo semántica en la lengua castellana por la presunta facilidad con que la ganaron las tropas imperiales. Los suizos contra la infantería española formada en línea: apasionante. Y el libro tiene una buen introducción acerca de la guerra franco-española del primer tercio del siglo XVII. La secuencia buena, editada por Almena, sería leer Ceriñola, Garellano, Bicoca y Pavía.

  3. Interesante la Batalla de Bicoca. La publicaciones de Almena son estupendas. En cuanto al origen de la palabra podemos discrepar. ¿Es ése el origen (lo que comentas en la reseña) que se apunta en la publicación?. Por desgracia lo que más abunda son las etimologías populares o falsas etimologías. Aquí se puede dar el caso del periodista (con todos los respetos a la profesión, puede ser otra) que se mete a ‘torero’ historiador, en éste caso etimólogo. Creo que dijiste que habías estudiado filología, esto que comento debes de saberlo. Ell gran público, profano en el origen de las palabras, expresiones… ‘traga’ con lo que le presenten (no descubro nada nuevo). El eminente Joan Corominas, en su obra «Diccionario etimológico de la lengua castellana» deja claro que el origen de la palabra es incierta en última instancia. Sí, el concepto de ‘cosa de poca importancia’ hay que buscarlo en el año 1580 (la batalla es de 1522), pero nos dice que antes significó ‘fortificación insignificante’ del italiano «Bicòcca» ‘castillo en una roca’ , y en ése caso tendríamos que remontarnos al año 1360 según nos comenta Corominas.
    Donde se enfrentaron las tropas de Carlos V, frente a los efectivos de Lautrec ¿había alguna fortificación en la zona de esas características…?
    Ya sé que el origen de las palabras a muchos le importa un bledo, pero hay otros como un servidor, que pensamos distinto, el origen de las palabras es la ‘historia’ de las mismas…

    ¡Saludos!

  4. Hola, JF. No estudié Filología, sino Filosofía. Yo ignoro lo que dice Corominas, que es megautoridad, pero mi diccionario italiano dice que Bicòcca significa
    «roccaforte o castello di modeste proporzioni posto in un luogo elevato», como apuntas. En el sentido de «castillo en una roca» era muy usado en Piamonte y Lombardía. Efectivamente, en el centro del campo imperial se alzaba una casona campestre o caserío que se llamaba La Biccoca y que había pertenecido a los Arcimboldi y luego a otra familia milanesa, destinado a ser lugar de recreo y pabellón de caza. Los de la zona debía usar Bicòcca para referirse al caserío en el sentido que apuntas, es decir, de lugar fortificado. No había ninguna elevación, sin embargo. El terreno era plano como la calva de Frundsberg. La palabreja aparece en castellano en 1565, en Zapata; en 1609 en Argensola; en 1611 en Covarrubias (esto lo he buscado ahora, no me tiro el farol de que ya lo sabía). En éste último Covarrubias dice que es una especie de garita hecha de tablas para resguardarse el soldado (con lo que se conserva la referencia de fortificación, etcétera). Y luego supongo que quedó la palabra en el habla popular como asunto fácil, por la paliza que Colonna propinó a los suizos (porque a los franceses no los tocó, que no estaban tan locos para cargar como lo hicieron, por lo menos en esta ocasión).
    Saludos

  5. Disculpa por lo de filólogo. Creo que Corominas es el ‘que da en el clavo’ con el origen de la palabrita de marras. Además de lo que tú apuntas, encuentro que Bastus en «La Sabiduría de las Naciones» afirma que el origen de esta palabra viene de una fortificación insignificante que había en el camino de Lodi a Milan. Muchas coincidencias de distintos autores, creo que lo dice todo.

  6. Dices que las ilustraciones no están mal, ¿Estáticas?en fin para gustos….pero vamos ya podrían tener todos los números semejante nivel.

  7. Elaborada recensión, Leiva. Un buen entremés para las campañas de Italia. Lo tengo sin leer porque dicen «las malas lenguas» que primero es la obligación que la devoción, y esto para mí es «devoción» y afición.
    Gª. Pinto en sus principios sí pecaba de estatismo, pero la progresión en su quehacer ha sido geométrica; tienen, a mi parecer una magnifica viveza, nitidez y calidad. Saludos.

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