¿Aliados o enemigos?, Javier Lion Bustillo

LA SGM EN PRÓXIMO ORIENTE 1941

«Desde hace cuatrocientos años, la política de Inglaterra ha consistido en oponerse a la más fuerte de las potencias continentales. Nunca le importó cual fuera esa potencia: le bastaba con que pareciese querer dominar. Por tanto, no tengamos miedo ahora a que nos acusen de ser profranceses o antialemanes. Si las circunstancias cambiaran, seríamos proalemanes y antifranceses. La cuestión que hoy se nos plantea consiste en saber cuál es la potencia europea más fuerte, la que intenta dominar.» Winston Churchill.

En el tratado de paz de  Westfalia, nadie contó con Inglaterra, así que la afirmación de Churchill, como mucho, tenía 250 años de antigüedad y procedía de la pericia militar de su famoso antepasado, el duque de Malborough, cuyas victorias permitieron a los ingleses imponer  los tratados generales de Utrecht y Rastatt. A partir de ese momento, para Inglaterra fue fácil decidir cuál era la más fuerte de las potencias continentales: La que menos dispuesta estuviese a aceptar el punto de vista británico. Así pues, en ningún momento se le ocurrió a Inglaterra dejar de apoyar a la Francia de Napoleón III, que fue firme aliada suya, u oponerse a Francia en los años 30, cuando esta era la potencia más fuerte del continente sin ninguna discusión.

Todo lo contrario, como el propio Churchill dejaría claro más adelante, lo que el consideraba el “estilo británico” iba completamente en oposición a la política militar de su antepasado, y consistía en atacar siempre el punto más débil, no precisamente el más fuerte. Así había sido en España durante la guerra penínsular, y así volvería a ser en Irak y en Siria.

Irak era el patio trasero de Inglaterra. Era un reino creado para compensar a los desposeídos aliados árabes de Inglaterra durante la PGM y de paso sostener una situación semicolonial que protegiese Palestina y Egipto y dejase acceso libre a los pozos de petróleo (Que la Royal Navy hizo imprescindibles cuando renunció al carbón galés a favor del crudo extranjero)  Naturalmente, cuando una facción del establishment iraquí optó por una política menos subordinada a la del Reino Unido, estos no dudaron en intervenir rápidamente en una operación secundaria y quirúrgica extraordinariamente beneficiosa. Los iraquíes se demostraron incapaces tanto de acabar con las bases británicas como de oponerse a su invasión, y en un puñado de pequeños combates en lugares que sonarán mucho al espectador de telediarios actual, Irak quedó asegurado para el bando aliado (Por más que este solo consistiese por entonces en Inglaterra y sus colonias, dominios y vasallos)

En Siria las circunstancias fueron distintas. Los franceses codiciaban ese territorio desde las Cruzadas (No en vano, al tomar posesión de Damasco, el comandante francés se dirigió a la tumba de Saladino, patrocinada por el Kaiser Guillermo II, y gritó las famosas palabras: “¡Hemos vuelto Monsieur Saladino!”) y no estaban dispuestos ni siquiera a la pantomima de ceder su control nominal a un árabe que nada había hecho por ellos y con el que no tenían ninguna deuda de gratitud. Quizás esta actitud tan arrogante hiciese inevitable el ambiente de permanente revuelta que se vivía en la zona, y que había obligado a los franceses a desplegar grandes fuerzas militares. Grandes fuerzas que ahora eran una preocupación constante para Churchill, con las fuerzas del Eje golpeando las puertas de Egipto y las dudas sobre la neutralidad turca.  La decisión natural era eliminar ese frente, asegurar la retaguardia, y liberar fuerzas para otros frentes. Pero aquí, al contrario que en Irak, se produjo una campaña dura y combatida, donde la iniciativa y la victoria no siempre estuvieron en manos de los Británicos y sus aliados de la Francia libre. Los franceses de Vichy resistieron con dureza y astucia, organizaron victoriosos contraataques, y si terminaron rindiéndose fue porque aislados como estaban de la Francia Europea, no podían esperar recibir los suministros precisos. Al fin y al cabo, eran una fuerza de ocupación colonial, no un ejército de invasión apoyado por una poderosa armada y los recursos de un Imperio mundial, como los británicos.Para situarnos en el momento histórico, en la posición global del conflicto, y para seguir su desarrollo cuidadosamente, el volumen está dotado de unos mapas extraordinarios y muy detallados que merecen destacarse.

13 comentarios en “¿Aliados o enemigos?, Javier Lion Bustillo

  1. Buena reseña de un libro que a priori, resulta interesante, ya que hay muy poca bibliografía en castellano sobre la SGM en Irak, Siria y Líbano. Por un lapsus, a Urogallo le han bailado los números de la fecha: no es 1914 sino 1941.

    Saludos

  2. Buen bosquejo nos traes, Urogallo, sobre un tema nada trillado en español y también agudo acierto temático de HRM. Ojalá sigan así.
    Gracias a ambas partes.

  3. He leído el libro, ¡un magnífico regalo de la editorial!, y me ha parecido muy interesante; no sabía nada del papel desempeñado por Iraq… Muy recomendable.

    Un cordial saludo para todos y ¡¡Feliz año Nuevo!!

  4. Una reseña estimulante acerca de un tema definitivamente poco relatado en nuestra bibliografía. Yo solo había visto películas, hay una muy buena con Humphrey Bogart, acerca del tema y de la época. Buenos regalos, el libro y el comentario de Urogallo.

  5. ¡Gracias Vinçent!

    Yo solo sabía que había existido esta campaña por un Osprey que ojee una vez, y por menciones muy superficiales en libros más genéricos sobre la SGM.

    Para mí, como ya comentaba, me resultaba una campaña interesantísima, con un enorme exotismo, por dos motivos:

    – Esa presencia de un grupo aéreo alemán al servicio del gobierno irakí, como el intento más «oriental» y el único asiático de estas fuerzas.

    – Las posibilidades de haber conformado algún tipo de bloque defensivo entre Irak y la Siria de Vichy, que se derrumba como un castillo de naipes.

    Por cierto, que por allí andaba Moshe Dayan.

  6. Un acierto de la editorial sin duda. No me ha defraudado. Gracias por la reseña D. Uro, y por cierto, el baile de números me lleva a pedir la atención de la editorial hacia este mismo escenario en la Gran Guerra. Que siga el buen trabajo.

  7. He leído este libro durante las vacaciones estivales y me ha parecido que está bien documentado y bastante bien escrito, haciendo que su lectura sea amena. El análisis que hace el autor sobre los antecedentes y las consecuencias de este teatro de operaciones en la SGM, es de lo mejor. Una pena que los mapas que acompañan la obra, sean algo incompletos, pues las operaciones finales de la toma de Beirut, no pueden seguirse a través de los mapas. Con todo, es un libro muy recomendable.

    Saludos

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