Albert Speer, Magnus Brechtken

Albert Speer: Eine deutsche Karriere. Magnus Brechtken.

La biografía de Magnus Brechtken es una enmienda a la totalidad de los escritos de Albert Speer. El mundo académico no ha frecuentado el género biográfico, quizás porque durante un tiempo ha sido visto como un género menor. Brechtken ha realizado una inmersión en fuentes primarias de muy diversa índole y una recopilación de los artículos y trabajos varios generados fundamentalmente por el mundo académico alemán en los últimos años en torno a la figura de Albert Speer o en torno a aspectos relacionados con alguna de sus múltiples esferas de poder, añadiendo material propio y mucha perspicacia para parir una obra inmensa. Son 583 páginas de texto, y de ahí hasta la página 912 son notas al pie y bibliografía. Es una demostración de un conocimiento profundísimo de las fuentes de todo tipo como pocas veces he visto.

El libro comienza dando un repaso a la principal bibliografía aparecida en el mundo anglosajón desde las memorias de Speer. En realidad nos demuestra que sabíamos poco de Speer. Y cuando empieza la biografía propiamente dicha, lo hace de una forma sorprendente para mí, pero de mi gusto: de forma muy abrupta, sin grandes concesiones al lector, usando muy pocos adjetivos. El tono usado es como si fuera por mitad del libro. Y a partir de los primeros contactos de Speer con el partido nazi, empiezan las enmiendas a lo contado en las memorias. Por ejemplo, respecto a lo que Speer contó sobre el primer mitin al que asistió de Hitler: “Cualquiera que hubiera escuchado a Hitler en alguno de los innumerables mítines que dio en aquellos tiempos, podría hacerse una idea precisa de lo que Speer escuchó aquel 4 de diciembre de 1930: lo que Hitler llevaba años ya diciendo y que dejó por escrito en el Mein Kampf.” Ni sorpresas ni tesis raras. (p32). El autor explica que sería un insulto a la inteligencia de Speer pensar que él no había entendido el mensaje de Hitler, su discurso racista, agresivo. Más tarde él trató de quitar importancia a este hecho de su afiliación al partido, hablando de que él había sido un poco ingenuo.

Brechtken sostiene una y otra vez que “todo aquel que en esta fase (1934) entró en el ambiente más cercano de Hitler por fuerza tenía que ser un nacionalsocialista de confianza. La metáfora que recrea Speer en sus memorias según la cual ,él , Fausto, encuentra a su Mefisto, lo único que hace es tratar de distraer la atención sobre los años de entrega de Speer al partido y su ambición por ganar prominencia. (p56)

Para hablar sobre el ascenso de Speer en el partido Brechtken toma prestado el concepto que Michael Wildt desarrolló en su estudio sobre los dirigentes del RSHA a los que llamó “Generación des Unbedingten” , algo así como “la generación de los incondicionales” para aplicarlo a la personalidad de Speer. “Bajo una fachada burguesa y un profesionalismo academicista escondían sus pensamientos socialdarwinistas”. Parafraseando a Wildt el autor escribe: “Gente como Speer o Heydrich no aceptaban las barreras que les imponía la realidad. Si había dificultades entonces empleaban medios aún más radicales para conseguir sus objetivos”. (p45)

Creo que es importante, no sólo en pos de la justicia para con el libro sino también en aras del disfrute de la lectura, aspecto supremo para mí, resaltar que todos y cada uno de los capítulos llamativos que yo recordaba de las memorias de Speer, que son muchísimos los que hay, son analizados y puestos en tela de juicio. Desde aspectos importantes hasta los detalles más nimios, pensados para enganchar al lector. ¿Quién , que haya leído las memorias de Speer, no se ha recreado leyendo aquélla anécdota de cuando Speer se ensució su chaqueta y Hitler le prestó la suya, y cuando llegó Himmler y lo vio se enojó? A eso me refiero cuando hablo de cosas nimias, más allá de aspectos más importantes. Todo esto es analizado.

Para Brechtken hay un patrón que delinea todo el relato de Speer en sus memorias: Se parte de problema aparentemente irresoluble, cuando llega el rescate milagroso. Esta estructura se repite una y otra vez: El día del partido en 1933, la construcción del Estadio Olímpico de Berlín 1935/36, la exposición de París de 1937, la construcción de la nueva cancillería 1938/1939, la crisis de armamento de 1942, y en la crónica del último año de guerra. Siempre aparece Speer como el “solucionador” del problema. Un ejemplo de este proceder engañoso de Speer lo tenemos en la página 72: Speer cuenta en sus memorias que en 1935 estaba trabajando en unos planos de Berlín en una pequeña casa de madera en los Alpes. Un día le comentó de pasada a Hitler lo que se traía entre manos, y entonces Hitler se entusiasmó con la idea y le dijo: “Usted se viene a la casa esta que tengo al lado”. La realidad es que: 1) En 1935 Speer no tenía proyecto alguno en Berlín, 2) en su oficina no tenía a más que dos empleados y no tenía sentido que estuviera trabajando a cientos de km de la oficina en una cabaña. Lo más lógico es pensar que Speer lo que buscaba era estar lo más cerca posible de Hitler. Y él lo pone como que estaba trabajando plácidamente y Hitler fue el que le llamó la atención y lo atrajo hacia sí. Otro ejemplo fantasioso: El Estadio Olímpico de los Juegos de 1936: Supuestamente cuando Werner March mostró los planos a Hitler, este se indignó. Casualmente Speer estaba en la casa de Hitler cuando Hitler llevó enfadado. Y, naturalmente, Speer le dio la solución: “Por la noche hice un esquema…. Según el cual la estructura iba a llevar un revestimiento de piedra natural con cornisas…. Hitler quedó satisfecho … y los Juegos Olímpicos de Berlín fueron salvados.” Speer describe este episodio de forma sabia sin decir el año. El lector deberá suponer que el rescate se produjo poco antes de los juegos. Fest va un paso más allá en su biografía de Speer: Sitúa el rescate explícitamente en el verano de 1936, pocas semanas antes del comienzo de los Juego el 1 de agosto. Por tanto, en unas pocas semanas se habría planificado, enviado e instalado el revestimiento de piedra natural con cornisas. Todo eso es fantasía.

Ya entrados en la guerra, Brechtken ha realizado una excelente labor de recolección de los trabajos de investigación ya realizados por académicos alemanes sobre la relación de Speer con el Holocausto, los campos de concentración y su relación con los SS. El autor explica que en 1937 comenzó la larga amistad que unió a Himmler y Speer. El motivo fue la piedra. Según Brechtken, Speer tenía dinero y planes y necesitaba piedra y hombres. Y su compañero de partido buscaba empresas que justificasen su sistema de campos de concentración. De esta forma los dos se beneficiaron cuando esta fuerza de trabajo que llegaba a los campos de concentración en el marco de “rassischen Generalprävention” se aprovechaba como mano de obra esclava.(p100)

Las dos categorías básicas de productos que necesitaba Speer: ladrillos por un sitio y distintos tipos de piedra natural se obtenían de formas distintas. Los ladrillos se iban a fabricar en las proximidades de los Lager que ya había abiertos. Y la piedra natural había que cogerla de sitios específicos. Era una invitación a construir campos en esos lugares (Mauthausen) (p100).

Para el aprovisionmiento de ladrillos de Berlín Speer concedió el 1 de julio de 1938 un préstamo de 9,5 millones de Reichsmark al DESt (Deutsche Erd- und Steinwerke GmbH, una empresa propiedad de las SS ) con el objetivo de construir la mayor fábrica de ladrillos del mundo. El préstamo se devolvería con piedra del Campo de Sachsenhausen en los 10 años siguientes. Si el DESt quería construir más fábricas tenía que recurrir a los bancos que, al contrario que el GBI (la organización de Speer, con rango de ministerio aunque sin serlo), cobraban intereses. De esta forma el DESt era muy dependiente de Speer porque legitimaba el trabajo de los presos en los campos, financiaba la sociedad propiedad de las SS y además le proporcionaba el mercado donde vender su producto (p101).

La muy posible demanda venidera de granito fue un criterio fundamental para que Himmler y su organizador económico, Oswald Pohl, eligieran Flossenburg y Mauhthausen como sitios para levantar un Lager.

No se sabe si Himmler o Speer siguieron alguna orden de Hitler. Lo que sí está claro es que las necesidades de granito de Speer supusieron un infierno para los esclavos de Sachsenhausen, sin apenas maquinaria, explica el autor.(p101)

Era una maquinaria eficaz: El Estado racial se dinamizaba a sí mismo siguiendo esta lógica: Se limpiaba el “Volkskörper” manteniendo al enemigo en los Lager, y lo aprovechaba para construir los edificios que servían para representar el “Volkskörper” saludable, que contribuían a dar confianza a la Volksgemeinschaft.

La mitad del libro abarca hasta 1945. La segunda mitad es desde 1945 a la muerte de Speer. Quizás sea el único nazi cuya vida después de la guerra haya sido más interesante que la anterior. Aquí hay algunos puntos clave que destacaré, sobre los cuales Brechtken se explaya: El mito de Speer comenzó recién terminada la guerra, Speer formó parte importante de “ese pasado utilizable” que los alemanes necesitaban en la posguerra, desde primera hora el gobierno federal alemán hizo lo imposible por ayudar a Speer a salir de la cárcel, si hubiera sido por los americanos Speer habría salido mucho antes, y Fest. Sobre Fest hay decenas de páginas escritas en el libro. Esto ha sido para mi de lo más interesante. El autor sostiene que Fest fue una persona clave para reforzar el mito de Speer y pone en tela de juicio todo el trabajo de Joachim Fest, no sólo su labor de “negro” para la escritura de las memorias de Speer sino también su biografía de Hitler.

Para finalizar, un apunte que es un detalle magistral. Me refiero al título, Albert Speer, eine deutsche Karriere . Brechtken quiere expresar que Speer es un espejo de lo que fue la historia de Alemania en el siglo XX.

 

  • Tapa dura: 909 páginas
  • Editor: Siedler Verlag (1 de junio de 2017)
  • Idioma: Alemán
  • ISBN-10: 9783827500403
  • ISBN-13: 978-3827500403
  • ASIN: 3827500400

 

2 comentarios en “Albert Speer, Magnus Brechtken

  1. Speer, un pájaro de cuidado. Insuperable en lo de distorsionar su pasado nazi y embaucar a medio mundo con la imagen de un sujeto inocente que solo actuó por patriotismo y sentido del deber, no por convicción ideológica.

    ¿Has leído el libro de Martin Kitchen editado por Esfera de los Libros, Isidoro? Tengo entendido que también va en la línea de desmontar las mentiras de Speer.

    Ojalá veamos traducido al castellano el estudio de Brechtken, aunque no me hago muchas ilusiones… Tiene pinta de ser demoledor aparte de exhaustivo.

    Enhorabuena por la reseña.

  2. Hola Rodrigo, disculpa el retraso en contestar.

    No he leído el de Kitchen. Al comienzo del libro Brechtken da un repaso a la bibliografía sobre Speer, y sobre Kitchen lo único que dice es que no ha consultado ni una sola fuente primaria.

    Por otro lado, varias personas que lo han leído me han transmitido buenos comentarios.

    Saludos.

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