Colaboracionistas, David Alegre

Europa Occidental y el Nuevo Orden nazi.

Boda de don Julio Gadea, Prefecto del Cusco. Toma, año 1930. Copia realizada en el taller de Juan Manuel Castro Prieto, en 2005[1].

Esta foto fascinante es la más famosa del genial Martín Chambi. Está tomada con una cámara de gran formato. Una vez revelada la placa, el fotógrafo actuó bastante agresivamente sobre el negativo, para conseguir ese viñeteado salvaje, esos negros en la periferia de la foto. De esa forma quería obligar al ojo a que se centrara en los novios, gente rica de Cuzco. Detrás, en muy segundo plano, está la familia. Quitando las damas de honor, de los demás apenas es posible distinguir bien su rostro. Me gusta, entre otras cosas, lo bien que Chambi clava el foco sobre los rostros de los novios.

Mi experiencia como lector apasionado de libros sobre la Segunda Guerra Mundial guarda un parecido, metafórico, con esa foto. Los novios siempre han sido Alemania. Por los mismos motivos, supongo, que los de otros miles de aficionados como yo: fascinación estética, interés por comprender el galimatías místico que montaron, las inasibles batallas en el frente del Este, los carros Tiger… En cierta medida toda esta proyección de historias y símbolos que nos ha hipnotizado a tantos, se parece mucho a un patrón que he visto en otros sitios, en lo concerniente al origen de su creación. Por ejemplo, hace poco entendí que el mito de la conquista del salvaje oeste americano fue una creación estadounidense ideada para consumo propio, del pueblo americano. Y luego se exportó. El show de Buffalo Bill se representaba antes que en Londres, en los EEUU… La imaginería en torno al mundo vikingo creo que sigue un patrón bastante parecido. David Alegre nos cuenta que en los entornos colaboracionistas noruegos se jugaba con ese mito para motivar a los chavales. Y luego ya nos llegó a nosotros. Pues bien, de la misma manera, me pregunto si todo el universo mitológico que hay en torno a Alemania en la Segunda Guerra Mundial también tiene origen en Alemania, que luego lo habría exportado al mundo entero: ya desde la guerra, con sus Signal, Der Adler; desde 1945 con, verbigracia, los generales que escribieron manuales e historias para los americanos (en el Foreign Military Studies), o desde la propia RFA, arropados por el ambiente de la guerra fría. Por ejemplo, en la posición 2060: “También había otros voluntarios como Karl Aage Petersen que reconocían el poderoso impacto que les había causado la realidad del Reich, superando todas sus expectativas previas. A sus ojos, la alemana era una sociedad invencible a nivel espiritual por la perfecta conjunción de sus hombres y mujeres, y por lo conscientes que eran de la necesidad de sacrificarse por un futuro mejor.” Sigue leyendo