Un grupo de catorce especialistas desgranan en este volumen, mediante ejemplos famosos y no tan famosos, los secretos de la guerra de engaño.
uenta el autor latino Tito Livio que, tras la batalla del lago Trasimeno, las fuerzas del general cartaginés Aníbal fueron sometidas a un duro bloqueo por parte del general y dictador romano Quinto Fabio Máximo. El cartaginés, desesperado por evadir el bloqueo, ejecutó la siguiente operación de engaño: puso a sus tropas a hacer teas, que ataron convenientemente a los cuernos de un gran número de toros (casi dos mil, según Livio) y, llegada la noche, Aníbal encomendó a su hermano Asdrúbal que condujera a las reses a unos montes cercanos a su campamento; en un lugar determinado, las teas se encendieron, lo que, desde donde estaban los romanos, y con ayuda de la oscuridad, «presentaba el aspecto de hombres que corrían por todas partes» (Liv. XXII, 17, 3). Las fuerzas romanas, al presenciar el sobrecogedor espectáculo, ni imaginaron que se trataba de una aglomeración de bóvidos. Los romanos que «estaban apostados cubriendo el paso del desfiladero, en cuanto vieron en lo alto de los montes sobre sí algunos fuegos, creyendo que estaban rodeados abandonaron su posición […]. Aníbal entretanto pasó todo su ejército a través del desfiladero» (Liv. XXII, 17, 4 y 7). Sigue leyendo →